Cuando decidimos viajar a Corea del Sur tenía claro que quería visitar una de esas aldeas tradicionales de las que había leído. Por nuestro recorrido tenía dos opciones: la aldea Hahoe en Andong y la aldea tradicional de Yangdong cerca de Gyeongju. Valoré el modo de acceder a cada una, lo que ofrecían y la necesidad de cambiar de alojamiento para poder conocerlas. Todo ello hizo que me decantara por la segunda, porque Yangdong está a tan poca distancia de Gyeongju y es tan sencillo el transporte hasta ella que no encontré ninguna razón que me convenciera para desplazarnos a la más alejada y peor comunicada Andong.
Para visitar Yangdong salimos por la mañana del Sugar Hotel, nuestro alojamiento en la atractiva ciudad de Gyeongju. A muy poca distancia se encuentran las paradas de los principales autobuses de la ciudad y nosotros ya abandonamos el hotel conociendo horarios y estación a la que debíamos dirigirnos. Tan solo tuvimos que preguntar y enseguida nos indicaron cual era el nuestro.
Estábamos listos para subir a nuestro transporte minutos antes de la salida, en cuanto se abrieron las puertas del autobús subimos a bordo, pagamos nuestro billete e indicamos al conductor que nos avisara cuando llegáramos al destino. Por supuesto, toda la comunicación fue enseñando nuestra guía en la que teníamos en nombre de nuestro destino escrito en coreano ya que fuera de Seúl es muy poca la gente que habla inglés.
Cuarenta minutos más tarde el conductor paró en la carretera general junto a una desviación y por señas nos indicó que tomáramos el camino peatonal que iba paralelo a la vía del tren y que en parte disfrutaba de la sombra del árboles llenos de flores. También nos dijo que para volver a Gyeongju había que cruzar la carretera hasta la marquesina que señalaba la parada de autobús. bajamos de nuestro transporte y tranquilamente caminos por ese sendero que en apenas diez minutos nos llevó hasta el parking donde los visitantes que llegan a Yangdong motorizados deben dejar sus vehículos.
Basta caminar un poco más para llegar a un edificio bajo que aloja el Centro Cultural de la Aldea Yangdong con un pequeño museo, una café, una tienda de recuerdos y los aseos. Nosotros llegamos relativamente temprano a la aldea, así que decidimos dejar la visita al museo para más tarde y disfrutar del a primera hora del día. No teníamos muy claro donde comprar las entradas para poder entrar en la aldea, sabíamos que es un lugar que requiere un pago previo para poder ser visitado, preguntamos y nos dijeron que había que salir del edificio para en una caseta en dirección a la aldea adquirir los tickets.
Hacia allí dirigimos nuestros pasos, encontramos el puesto de venta de entradas que lucía un cartel en coreano e inglés indicando que durante ese día las entradas tenían un 50% de descuento. Intentamos averiguar la razón de ese descuento, pero todo lo que recibimos fueron sonrisas. Suponemos que la razón debía ser que en esos días de principios de mayo en Corea del Sur se celebra la festividad de los niños y mucha familias aprovechan para salir a realizar visitas culturales por el país.
En el puesto de venta de entradas a Yangdong aprovechamos para hacernos con un plano que nos vino muy bien para intentar al menos localizar las casas más importantes de la que es la aldea tradicional más grande de Corea. En dicho plano se indican las distintas áreas que forman la aldea, en cada una de ellas con las casas de los nobles rodeadas por las casas de la clase baja. El grado de conservación de estas casas construidas en tiempos de la Dinastía Joseon, las tradiciones que se han mantenido a lo largo de los siglos y el paraje natural en el que se encuentra son razones sobradas para visitar Yangdong, aldea que es un buen ejemplo del modo de vida de los yangban (aristocracia coreana).
Es por todo ello que esta aldea pasó a formar parte del Patrimonio de la Humanidad en 2010. Avanzando por el camino hacia la aldea se pasa junto a la escuela de Yangdong, algo que recuerda que esta aldea tradicional sigue siendo un lugar habitado que hay que visitar con respeto y sin adentrarse en las propiedades más allá de los límites marcados en cada una de ellas. Un poco más allá se tiene la primera perspectiva del conjunto de la aldea. Destacan los techos de teja de las grandes mansiones señoriales, y a su alrededor los de paja de las casas de las familias de los trabajadores de la aldea.
Un río separa la aldea y los huertos se pueden ver junto a él. Nosotros decidimos empezar a recorrer la aldea caminando hacia nuestra izquierda rumbo a una de las casas más destacadas de Yangdong y una de las pocas que hoy en día no están habitadas, la casa Gwangajeong.
Desde ese punto y con nuestro plano en la mano fuimos recorriendo distintos senderos, subiendo y bajando, dejando de lado los caminos marcados para curiosear en alguna casa que veíamos algo a lo lejos. A pesar del plano, lo cierto es que era muy complicado localizar cada punto destacado de la aldea, pero poco a poco nos íbamos situando y gracias a algunas señales que indicaban donde estaban unas u otras mansiones fuimos dando con aquellas más importantes.
La distribución de estas grandes mansiones varía pero en general hay una serie de elementos con las que todas cuentan y que son fácilmente reconocibles. Para empezar, estas mansiones de Yangdong está rodeadas de un muro dentro del cual hay un patio y las distintas construcciones de la casa. Por un lado estará la casa en si, con sus diferentes estancias, las más cercanas a la entrada son las de los hombres mientras que las más alejadas eran en las que vivían las mujeres. Estas viviendas también cuentan con una especie de terraza que era el lugar de reunión de lo hombres y el sitio elegido para hacer negocios.
Las casas también cuentan con un patio interior que forma parte de la vida privada de la familia, y siempre hay un templo dentro del recinto del patio, con su propia puerta y a un nivel superior al de la vivienda. En sus puertas siempre el símbolo del ying y el yang pintando en intensos colores. Muchas de estas viviendas se sigue habitando hoy en día, y aunque en casi todas se puede entrar al patio principal la visita termina ahí. Es por ello que la casa Gwangajeong es la mejor opción para conocer cada rincón de como eran estas viviendas de la nobleza.Cerca de esta mansión de Yangdong encontramos un lugar especial que nosotros llamamos la casa del pintor. La encontramos por casualidad ya que está alejada del camino principal que nos llevaba a otros lugares de la aldea y además su ubicación está por debajo del nivel de dicho camino. Con mi curiosidad innata entré en la casa y en breve me invitaron a acceder al interior donde me encontré sentada ante un papel de arroz en blanco y con un pincel en la mano.
Me hablaban en coreano pero estaba claro que querían que copiara un sencillo dibujo en aquel papel. Cuando vieron que tenía clara la técnica, cambiaron el papel por un abanico en blanco y me pidieron que plasmara el mismo dibujo en él. Yo dije que no, estaba segura de que lo estropearía… y además, con esa mentalidad occidental que nos dice que nadie da algo a cambio de nada pensé que lo siguiente sería pedirme una elevada cantidad wones.
Nada más lejos de la realidad, ellos no se molestaron por mi negativa y el pintor le pidió a una de las personas que estaban con él que buscara otro abanico, una maravilla llena de flores que terminó en mis manos como un presente suyo. Por supuesto pregunté cuanto tenía que pagar y sonriendo me dijeron que nada, era un regalo, y además precioso.
Desde a aquí regresamos de nuevo al camino que habíamos abandonado para continuar descubriendo Yangdong. Grupos de casas acá y allá, algunas claramente habitadas e incluso con aspecto de haber sido construidas recientemente. Cuanto más nos alejábamos de la entrada de la aldea, menos turistas nos cruzábamos. Y eso que por aquella zona se podían visitar algunas de las casas más destacadas del aldea. En algunas de ellas incluso pudimos ver las grandes vasijas de barros que tradicionalmente se han utilizado para conservar el kimchi.
El recorrido que hicimos fue grande, con algunas idas y venidas porque no localizábamos alguna casa, pero siempre fue tranquilo, y es que Yangdong es uno de esos lugares en los que se respira paz y donde no conocen las prisas de las ciudades.
En ningún momento nadie nos llamó la atención por entrar en las casas, el límite lo marcan con una pequeña puerta de madera o una cadena. Hay que recordar ser siempre discreto, dentro de las casas de la aldea la gente sigue con su vida cotidiana, aunque el haberse convertido en una lugar Patrimonio de la Unesco les ha dado la oportunidad de remozar su aldea y hacerla aún más atractiva. Ello ha supuesto la llegada de un gran número de visitantes que en mayor o menos medida alteran la calma del lugar, pero en general la gente es bastante respetuosa y pasa casi sin hacer ruido por las calles de Yangdong.
Sin duda recorrer la aldea al completo no es sencillo, nosotros le dedicamos muchas horas y aún así hubo varias áreas de Yangdong que decidimos no visitar. Hacía calor y habíamos visto lo que parecía más importante. Puede que al otro lado del río hubiera algo que mereciera la pena, pero ya estábamos cansados y aún nos quedaba regresar a Gyeongju para subir a otro autobús que nos llevaría hasta Daegu, nuestro siguiente destino.
Nos íbamos de la aldea con muy buenas sensaciones y sobre todo contentos por haber pasado un día alejados del ruido de las grandes ciudades. Yangdong es un lugar que merece la pena conocer para comprobar que en Corea del Sur, a pesar de su modernidad, aún hay lugares en los que se vive en las mismas casas que se construyeron hace 500 años.
Antes de salir abandonar la aldea buscamos un lugar para tomar, lo cual no fue tarea sencilla. Tan solo en la parte baja del pueblo, cerca del río, encontramos un pequeño café, un restaurante y una tienda de helados y zumos. Nos decidimos por esta última opción y nos tomamos un delicioso helado (sabor único, no hay dudas de cual elegir) sentados a la sombra y rodeados de coreanos que como nosotros habían decidido paliar el calor del día con un refrescante y sabroso helado.
De regreso a la parada del autobús que nos llevaría a Gyeongju decidimos visitar el pequeño museo de la aldea. Cuenta con una serie de maquetas de las principales casas de Yangdong que permiten hacerse una idea de como era la vida en el lugar hace cinco siglos.
Información para visitar Yangdong
- Transporte: la forma más sencilla y económica para llegar a la aldea es el autobús que sale de Gyeongju y que tarda 40 minutos en recorrer la distancia entre ambos lugares. El precio por persona y trayecto es de 1700 wones.
- La entrada al recinto de la aldea de Yangdong es de pago, cada ticket cuesta 2000 wones.
- No hay muchas opciones para comer o tomar algo dentro de la aldea por lo que no está de más llevar una botella de agua.
- Junto a Hyangdan House hay una tienda de helados, no olvidéis probarlos pues son realmente deliciosos. Cuestan 750 wones.
Dentro del recinto ya os comentaba que hay varias zonas, todas forman parte de Yangdong pero cada una tiene su nombre: Geolim Village, Hachon Village y Naegok Village. Es en esta última donde se encuentran las casas más destacadas, las cuales hay que buscar durante el recorrido:
- Seobaekdang House
- Gwangajeong House
- Hyangdan House (no se puede acceder a su interior, pero es la que se distingue con más facilidad desde la distancia)
- Mucheomdang House
14 comentarios
Pues está chula la aldea y parece bastante bien cuidada. Un detallazo lo del regalo del abanico. A veces, por detalles como este te llevas una opinión favorable de todo un país. Igual en Sri Lanka no te pasaba… 😉
En Corea pasa un poco como en Japón, que son generosos y detallistas sin doble intención. Al contrario que en otros lugares jejejeje…
Se parecen mucho a las casas tradicionales japonesas, pero en Japón las ves con regularidad en cualquier pueblo o a las afueras de las ciudades, mezcladas con edificios de cualquier otro tipo… o no. ¿Vive gente en esta aldea o solo recrea o que sería lo tradicional a modo de museo?
Es una aldea habitada como cuento en el post, son pocas las casas vacías. Y aunque de lejos recuerdan a Japón luego tienen bastantes diferencias con esas que se pueden ver en las calles del país del sol naciente.
¡Qué bonita la aldea! Y sobre todo la casa del pintor, desde luego me gusta mucho más esto que las ciudades de rascacielos… Qué detallazo lo del abanico, detalles que marcan la diferencia y te llevas un bonito recuerdo, si es que aún queda gente desinteresada por el mundo. A mí me sucedió en Bali, en una aldea a las afueras de Ubud, no un abanico si no una pulsera y te dejan con muy buen sabor de boca.
Un abrazo
Sin duda son momentos especiales, sobre todo cuando descubres que tu temor de que te pidan un montón de dinero era infundado. Porque juro que eso fue lo primero que pensé: me va a sacar un buen montón de wones como me descuide. Un abrazo.
olé! que cucada de aldea, que bonita, que tranquilo se debe de estar ahi, jeje
seguro que recuerdas esta visita por lo bonita que es la aldea y por el bonito recuerdo que te llevaste!
gracias por descubrirnos estos sitios poco explorados
chaooo
La recuerdo Enrique por muchas cosas, pero sobre todo por lo distinto que es Yangdong al resto de lo que vi en Corea… y por supuesto por ese abanico que se vino a España conmigo 🙂
Me ha parecido una chulada la aldea. Parece que has retrocedido en el tiempo!
Un bonito detalle lo del abanico, una pena que no te hayas animado a pintar el tuyo!
Me encanta la foto del pintor!
Un abrazo!
Ahora me da pena no haberme atrevido con el abanico, pero al menos me traje uno mucho más bonito que el que yo hubiera conseguido decorar. 😉
Me ha encantado la visita y dos cosas sobre todo: el detallazo del abanico y lo del ying-yang colorista. Realmente, es un sitio muy especial. ¿Vive gente allí o sólo está como lugar Patrimonio de la Humanidad bien conservado?. Está claro que se tiene que pagar para lograr la conservación del patrimonio…Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Cristina.
La verdad es que pasamos un día muy especial en Yangdong, un lugar que poco tiene que ver con lo que conocimos en el resto de Corea. Cómo digo en el post, esta aldea sigue estando habitada, por eso hay que ser respetuoso durante el recorrido y no ir más allá de donde las mansiones abiertas al público permiten el paso. Un abrazo.
Qué bonito el detalle del abanico!
Yo aún tengo que decidir qué aldea visitar, parece que Hahoe es más turística que Yangdong y la cercanía con Gyeongju de esta última le da bastantes puntos.
Nosotros solamente estuvimos en esta y por la facilidad en llegar y lo atractiva que nos pareció creo que bien merece la pena.