Tres semanas dan para ver mucho en Japón, de modo que mi lista de lugares visitados es larga. Por supuesto unos han sido curiosos, otros fascinantes y otros inolvidables. En este último grupo se encuentra sin duda la isla de Miyajima. Hasta que no me puse a preparar nuestro viaje al país nipón yo no sabía que ese famoso torii flotante que había visto en tantas fotos pertenecía al santuario Itsukushima-jinja construido en forma de muelle precisamente en la isla de la que os hablo. Descubrí también que Miyajima tiene carácter sagrado y los plebeyos no podían pisarla, por eso el templo está completamente construido sobre el mar y los fieles debían llegar a él en barca atravesando el torii flotante.
Dicho torii es el acceso que todos los santuarios tienen como puerta de entrada pero este es especial precisamente por encontrarse en medio del mar, aunque dependiendo de las mareas podemos verlo flotando o acercarnos caminando hasta su base para comprobar su gran tamaño.
La mejor forma de conocer el Misen es subir en el teleférico y bajar andando. Nosotros lo hicimos de este modo, la bajada es cansada así que no quiero pensar como puede ser de agotador ascender caminando. De un modo y otro, las vistas desde arriba sobre el Mar de Aki son merecedoras de cualquier esfuerzo que haya que hacer.
Miyajima es un lugar lleno de vida durante el día, gente que va y viene en cualquier dirección entrando y saliendo de templos y tiendas. Pero cuando llega la noche la isla se convierte en un lugar solitario donde los pocos turistas que pernoctan pueden llegar a tener complicado hasta encontrar un lugar abierto para cenar. Pasear por el muelle y contemplar el torii iluminado sin nadie alrededor mientras sientes la brisa del mar es de esos momentos viajeros que uno nunca olvida.