En nuestro viaje a Rumanía teníamos organizada la ruta para conocer un par de ciudades entre Baia Mare y Sibiu. Habíamos estado visitando durante dos días las iglesias de madera de Maramures y volvíamos a Transilvania para terminar nuestro periplo por tierras rumanas. Sin embargo, en el último momento, al preguntar a la dueña de nuestra guesthouse en Baia Mare dónde estaba el castillo que había visto en una foto, nos dijo que era el Castillo de los Corvino, en Hunedoara. Nos recomendó visitarlo aunque eso supusiera cambiar la ruta y tener que desviarnos unos kilómetros. Tampoco dudó en recomendarnos conocer la Salina Turda en la ruta de ese día. Y fue dicho y hecho. Cambiamos nuestra ruta y pusimos rumbo a esos dos lugares.
Reconozco que yo soy muy cabezona con algunas cosas, y me costó olvidarme de Alba Iulia y Cluj Napoca. Eran esas las dos ciudades que debíamos haber visitado ese día. Pero al final eran solo ciudades, y ya habíamos visto algunas de las más bonitas de Rumanía como Sighisoara o Brasov. Así que por una vez y sin pensarlo mucho hice caso a Camila, la chica rumana que nos alojó en Baia Mare. Y os aseguro que me alegra haber sido capaz de seguir sus consejos sin dar demasiadas vueltas para así conocer lugares que no entraban en nuestros planes.
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¿Dónde está la Salina Turda?
Esta salina reconvertida en atracción turística se encuentra en la ciudad rumana de Turda. La ciudad está situada en un cruce de caminos. La carretera que une Cluj Napoca con Targú Mures pasa junto a la ciudad. Y si tomas la dirección hacia el sur estarás en la carretera que lleva hacia Alba Iulia.
Desde Cluj Napoca nosotros encontramos muchos tramos en obras en esa carretera, de modo que tardamos casi 1 hora en recorrer los 35 kilómetros que separan ambos lugares. En condiciones normales no se debería tardar más de 30-35 minutos en hacer ese trayecto.
Una vez en Turda hay que dejar la ciudad y conducir unos seis kilómetros hasta la entrada del complejo.
En el exterior de la Salina Turda encontraréis dos aparcamientos. Uno de ellos, el más cercano a la entrada, es gratuito. Pero es pequeño y en fin de semana o días festivos puede resultar complicado encontrar un hueco. El otro aparcamiento está frente a la carretera por la que se llega a la salina. El precio es de 5 lei (1 € al cambio) por todo el día. Para validar el ticket y pagar hay una máquina a pocos metros de la barrera del aparcamiento.
¿Cómo es la Salina Turda?
Puede que al hablar de salina muchos penséis en una extensión de agua como las salinas de Torrevieja, de Lanzarote o incluso las de Maras, en Perú. Pero no. La Salina Turda está bajo tierra, pues se trata de una antigua mina de sal.
Muchos pensaréis entonces que os espera bajo tierra algo parecido a las minas de sal de Kolpania en Wieliczka, en Polonia. Tampoco son así, aunque al ser ambos lugares minas de sal tienen ciertas cosas en común. Eso sí, en la Salina Turda de Rumanía no vais a encontrar esculturas ni lámparas hechas con sal. Más bien os vais a encontrar con una especie de parque de atracciones bajo tierra.
Tampoco hay que olvidar que este lugar fue explotado con mina de sal y de ello queda evidencia en gran parte del recorrido. La sal sigue formando estalactitas en el techo de las minas y acumulándose en cualquier rincón, ya sea una escalera o una cámara de seguridad. La Salina Turda sigue vive y enseguida os daréis cuenta de que no hace falta chupar una pared (alguno lo hace, doy fe) para ser consciente de que allí dentro todo sabe a sal.
Breve historia de la Salina Turda
El primer documento que habla de la existencia de una mina de sal en Turda data de mayo de 1271, aunque parece que hay constancia de que en esta parte de Rumanía ya había minas de sal desde tiempo del Imperio Romano.
A partir de 1840, la actividad de la salina comienza a ralentizarse debido a la creciente competencia de las minas de sal de Ocna Mureş, hasta que la Salina Turda se cerró en 1932 debido a la baja productividad.
El lugar fue olvidado por la gente de la ciudad, hasta que durante la Segunda Guerra Mundial lo utilizaron como refugio antiaéreo. Finalizada la guerra los primeros 500 metros de la galería Franz Joseph se utilizaron como depósito de queso hasta que en 1992 las minas abrieron como atracción turística.
En el año 2008 la Salina Turda cerró para ser modernizada. Se invirtieron en 6 millones de euros en actualizar las instalaciones y convertirlas en el lugar que hoy vemos y que lleva abierto al público desde el año 2010.
Visitar la Salina Turda
La recepción de visitantes de la Salina Turda se encuentra en medio de la nada y tiene aspecto de casa del espacio, con su forma redondeada y sus grandes ventanales. En su interior se compran las entradas, hay tienda de recuerdos, baños y máquinas de bebidas, además de una pequeña cafetería.
Antes de entrar recuerda que la temperatura en el interior de la salina es muy baja, en torno a los 12º. En algunos puntos notarás más el frío y la humedad, por lo que alguna prenda de abrigo te vendrá muy bien.
El número de visitantes en interior de la salina se controla, por lo que es posible que si vas un día de mucha afluencia de visitantes te pase como a nosotros, que tengas que esperar unos minutos ante la puerta que da acceso a la escalera por la que se inicia la visita a la Salina Turda.
Recordad que las personas con discapacidades neuromotoras acceden a la mina a través de la antigua entrada ubicada en S. Salinas Nº 54B y que no toda la mina es accesible para ellos.
Galería Franz Joseph
La visita a la Salina Turda comienza en esta galería de aproximadamente 1 kilómetro de largo. Fue construida entre los años 1853 y 1870, en un momento en el que la salina ya estaba en declive. El suelo es irregular y resbaladizo, de sus paredes oscuras brota la sal y desde su pared izquierda se accede a diferentes salas abiertas a los visitantes y también a las minas.
Solo hay que prestar un poco de atención a las paredes de esta galería para ver que fue abierta con picos mientras los trabajadores se iluminaban con velas cuyo humo ennegreció para siempre el túnel que más tarde se utilizó para sacar la sal de las minas al exterior.
Desde esta galería se puede acceder a la Sala de la Llamada. Allí hay un pequeño altar ante el que lo mineros se reunían cada día antes de comenzar su jornada laboral bajo tierra.
Otra de las puertas de esta galería da acceso a la Sala Crivac. En ella se puede ver el mecanismo que se utilizaba para extraer de forma vertical la sal de las minas, el cual accionaba la noria tirada por caballos. Es la única máquina de este tipo que se conserva en su ubicación original en toda Rumanía. Por si alguno tiene duda sobre el funcionamiento de este mecanismo, resulta muy sencillo entenderlo gracias a la maqueta allí instalada.
Desde esta sala, una escalera cubierta de sala permite empezar a bajar a las minas abiertas a los visitantes.
Mina Rudolf
Es sin duda la mina más impresionante de la Salina Turda. Su altura es de 42 metros. Mide 50 metros de ancho y 80 de largo y verla desde las alturas no deja indiferente a nadie. Para bajar hasta el nivel del suelo se puede utilizar el ascensor panorámico (puede que toque hacer cola pero las vistas que ofrece hacen que merezca la pena subir o bajar en él) o bien las escaleras que hay en los dos lados estrechos de la mina (172 escalones).
Alrededor de esta mina, en la parte superior, hay una galería que la rodea en todo su perímetro. Recorrerla ofrece distintas perspectivas de la mina desde las alturas, teniendo a tus pies las luces de ese pequeño parque de atracciones allí instalado.
Hay una noria, mesas de ping-pong, zona de juegos infantiles y hasta un pequeño teatro. Cada una de estas atracciones requiere de pago para poder ser utilizada. El precio oscila entre 1 y 3 €. También en esta mina hay una pequeña tienda de recuerdos.
Mina Terezia
Por debajo de la Mina Rudolf se encuentra esta otra mina. Antes de descender hasta ella merece la pena verla desde el mirador que hay en la Mina Rudolf. Una vez vista la Mina Terezia desde las alturas ya solo queda bajar hasta ella. Hay escaleras y un ascensor no tan atractivo como el que antes os mencioné.
Lo más espectacular de esta mina que alcanza los 90 metros de altura es el lago que rodea la isla del sal que hay en el centro. Se puede navegar por él en barquitas de alquiler, aunque la verdad es que a mi me daría un poco de miedo (y eso que presumo de no ser miedosa). Todo está oscuro y la luz artificial apenas ilumina con la mina.
Horarios de visita
De lunes a domingo de 9:00 a 18:00 horas
Precios (2019)
Adultos: 40 lei.
Niños, estudiantes y jubilados: 20 lei.
Las atracciones y el alquiler de pistas deportivas ya os decía que es de pago. Por ejemplo, el paseo en noria cuesta 5 lei por persona, jugar al mini golf durante 20 minutos son 10 lei por persona y una barca para tres personas en la Mina Theresa, 20 lei (la barca) por 20 minutos.
Valoración de la visita
Yo siempre digo que para gustos los colores, y que lo que a unos encanta otros lo detestan. Por si mi opinión os sirve de ayuda, deciros que a mi me gustó visitar la Salina Turda. Fue algo diferente entre tanto castillo, iglesia y ciudades medievales. Una actividad diferente que muestra al visitante como es Rumanía bajo tierra. Es cierto que han convertido la antigua mina en un destino pensado para los turistas, pero lo han hecho con bastante acierto sin que la presencia de ese pequeño parque de atracciones quite protagonismo a lo que antiguamente fueron solo minas de sal, a esas estalactitas que cuelgan de los techos y a esos dibujos que la sal ha ido creando en las paredes.
La Salina Turda es uno de los lugares más modernos y extravagantes que ver en Rumanía. Viendo como es el país por encima del nivel del suelo ni de lejos hubiera podido imaginar que bajo tierra iba a encontrar un lugar como éste.
8 comentarios
Es alucinante lo de esta mina, lo desconocía completamente. Parece un lugar sacado del espacio, de esas películas con naves nodrizas enormes.
Lo de poder navegar por dentro me ha parecido lo más curioso de todo. Yo tampoco creo que montase si está todo oscuro. Supongo que será una especie de lago y no canales, porque más de uno se iba a perder por ahí.
Un lugar increíble.
Si María José, es un lago en el fondo de la mina, me gustó verlo ¡¡pero dejo la aventura de navegar allí a otros!! 🙂
No tenía ni idea de este lugar y eso que he estado en Rumania ya tres veces. Me parece espectacular tanto la historia como su interior. Este año estuve muy cerca pero como tenía ya parte del recorrido por el país muy programado no me dio tiempo pero me lo apunto para próximas visitas. Impresionado con sus 90 metros de altura y con eselago que rodea la isla del sal
Yo sabía de su existencia, pero no te creas que la había tenido muy en cuenta. Me alegra haber cambiado mis planes y así haber conocido este singular lugar. 🙂
Acabo de cerrar la boca después de lo que he visto porque no me esperaba ni por un momento que bajo tierra hubiese eso. Lo de mezclar la mina con la noria, las atracciones o la mesa del pingpong , no se yo… bueno quizás un aliciente más para la gente que ya haya ido una vez. Así todo me ha encantado y he alucinado por ejemplo con las paredes de la mina Rudolf, pasear por allí y subir en el ascensor panorámico debe molar. Además como bien dices, alternarla con iglesias, castillos y ciudades medievales es estupendo. Un beso Kris.
Lo mismo me pasó a mi, me quede muy sorprendida de todo lo que encontré bajo tierra rumana 🙂
Acabo de descrubrirte y me esta encantando tu blog. Tenía pensado ir, cuánto dura la visita más o menos?
Hola Christel. Me alegra mucho que te esté gustando mi blog, esas palabras animan a seguir adelante con él.
Respecto a tu pregunta, calcula unas dos horas para la visita. Es un lugar muy singular.
Un cordial saludo