Hacía muchos años que no visitaba Rascafría. Y eso que está a poco más de una hora de mi casa. Pero por una u otra razón ha sido de esos lugares que hemos ido dejando en pendientes y parecía que nunca llegaba el momento de volver. Así que cuando pensamos en una escapada a un destino cercano no tardamos mucho en decidir pasar el fin de semana en Rascafría.
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Dónde está Rascafría
Ubicada en el corazón del Valle de Lozoya y a la sombra de picos como Peñalara, Rascafría es el lugar perfecto para disfrutar de la naturaleza. Solo hay que salir andando de la localidad para poder pasear por el bosque. O coger el coche y en pocos minutos llegar a impresionantes miradores o singulares parajes.
En nuestro fin de semana en Rascafría aprovechamos para hacer un par de rutas sencillas. Yo aún no estoy del todo recuperada de la lesión con la que regresé de mi viaje a Malasia y Singapur (aunque a veces se me olvida, tengo que tener cuidado con el esfuerzo que exijo a mi tobillo). Son muchas las opciones de distintas rutas que hay partiendo de la localidad serrana que nosotros tuvimos como base.
En Rascafría se pueden ver familias que suben a esquiar y grupos de montañeros con metas más complicadas que las que nosotros elegimos. Pero como no todos vamos a la montaña a exigirnos más de lo que podemos, aquí os cuento lo que nosotros hicimos. Y os aseguro que son rutas para todos los públicos. De esas que el nivel del esfuerzo lo marcará más la velocidad a la que se hagan que la dificultad real de esos caminos.
Rutas en Rascafría
El día de nuestro llegada el cielo estaba cubierto. Hacía bastante frío e incluso un poco de viento. Además no era precisamente temprano. Todos esos factores son los que nos hicieron decantarnos por una ruta circular que nos llevo hasta Las Presillas.
Sin embargo, el domingo amaneció frío y soleado. Eso nos animó a abandonar la cama para llegar temprano a la segunda ruta de las que hicimos en nuestro fin de semana en Rascafría. En este caso fue también circular. El objetivo era el Puente de la Angostura.
Ruta a Las Presillas de Rascafría
Antes de abandonar Rascafría nos compramos unos bocadillos. Sabíamos que en ruta sería la hora de comer y no teníamos claro si encontraríamos algún lugar para comprar comida y bebida. Y menos mal que fuimos precavidos, porque de otro modo hubiéramos regresado al hotel con el estómago vacío.
Dejamos atrás el pueblo por el camino del cementerio. Allí mismo empieza un camino que discurre paralelo a la carretera. Fuimos caminando y lo primero que llamó nuestra atención fue un muro en el que rezaba “Sociedad Belga del Paular”. Allí están los Pinares del Paular, una continuación del famoso Pinar de Valsaín. Este lugar lo explotaban los monjes cartujos del Monasterio del Paular. Hasta que con la Desamortización de Mendizabal se les arrebataron a los cartujos estos pinares y fueron adquiridos por una sociedad civil belga para su explotación.
Pocos metros más adelante el camino empieza a discurrir entre la carretera y el río Lozoya. En un trayecto muy agradable. Se escucha más el sonido del agua que el ruido de los coches. Antes de darnos cuenta habíamos llegado al Monasterio del Paular, la joya arquitectónica del Valle.
Muy cerca de Monasterio está el Puente de la Reina. Para verlo solamente hay que cruzar la carretera, pasar una valla que parece cerrada (pero no lo está) y caminar un metros. Allí está el pequeño puente que cruza el Arroyo de Santa María del Paular. Está construido con grandes sillares de piedra. Probablemente demasiado grandes para el tamaño del puente. Nos pareció un lugar tranquilo, y a pesar del frío, sacamos nuestros bocadillos y nos sentamos allí a comer. Nos supieron a gloria nuestros bocadillos. Y es que en el campo todo sabe mejor.
Con la tripa llena volvimos sobre nuestro pasos para ir hasta el Puente del Perdón. Antes de cruzar la puerta que lleva hasta él y a la Finca de los Batanes paramos para ver el Arboreto Giner de los Ríos. Un pequeño jardín botánico de acceso gratuito. Junto a él vimos un prado en el que pastaban unas simpáticas ovejas negras que llamaban la atención de todo el que pasaba por allí.
Una vez en el Puente del Perdón comprobamos que es desde él desde donde se obtienen las mejores vistas del Monasterio del Paular. A pesar de que estaba nublado detrás del edificio se intuían las montañas nevadas. Un estampa totalmente invernal. En cuanto al puente que cruza el Lozoya, decir que data del siglo XVIII. Y que una leyenda cuenta de él que cuando un delincuente iba a ser ejecutado se le llevaba primero a este puente. Aquí podía apelar por su vida. Si no convencía al tribunal era llevado directamente a la Casa de la Horca.
A partir de aquí dejamos atrás la carretera. Nos adentramos en la Finca de los Batanes. Por allí continuaba la ruta que nos llevaría a uno de los lugares más emblemáticos de Rascafría: Las Presillas. Allí hay unas piscinas naturales que en febrero, evidentemente, estaban vacías. En verano parece ser que este lugar se convierte en un hervidero de gente. Y no son pocos los que abogan porque se prohíba el baño en este lugar ya que forma parte de un paraje natural.
Desde este punto emprendimos el regreso a Rascafría. Volvimos sobre nuestro pasos pero un lugar de llegar hasta el Puente del Perdón, en esta ocasión cogimos la ruta que atraviesa la Finca de los Batanes. El camino resultó mucho más tranquilo. Esta vez ni coches ni gente. Por toda compañía tuvimos a los robles desnudos cuyas hojas cubrían como un manto dorado el suelo que pisábamos.
Esta ruta, tal y como nosotros la hicimos, fue de algo menos de siete kilómetros. No tiene ninguna dificultad. Estoy segura de que la pueden hacer niños y mayores sin ningún problema.
Ruta de La Isla al Puente de la Angostura
El segundo día de nuestro fin de semana en Rascafría amaneció frío y soleado. Sin duda íbamos a disfrutar de un día muy diferente al anterior. Desayunamos temprano y poco después de la diez estábamos en el coche. Cogimos la carretera que sube al Puerto de Cotos y fuimos hasta el área recreativa La Isla. Allí hay un restaurante con un gran parking. El lugar perfecto para dejar aparcado el coche y salir a pasear por la montaña.
Desde allí comenzamos a caminar hacia el sendero junto al rio Lozoya. En apenas 400 metros alcanzamos uno de los lugares más bonitos del Valle: la Presa del Pradillo y su cascada sobre el río. Es un lugar de esos que sorprenden porque no lo esperas.
Continuando la senda junto al río, esta nos llevó a rodear el embalse. En sus aguas azules se reflejaban los riscos y los picos nevados. Una imagen de postal. En ese punto empezamos a ver algo de nieve. Y la tentación de seguir montaña arriba pudo con nosotros. Así que decimos seguir la ruta hasta llegar al Puente de la Angostura. Único lugar en la ruta que hicimos por el que cruzar el río. Avanzamos tranquilos disfrutando del sol, la nieve y el precioso entorno. El camino cada vez era más blanco. Incluso había tramos con hielo. Dudamos incluso si regresar sobre nuestros pasos. Pero al final decidimos continuar y hacer la ruta de forma circular para regresar por el otro margen del río.
Finalmente llegamos al puente. Un pequeño ojo de piedra bajo el que discurre el río Lozoya. Unos metros antes encontramos una bifurcación. Como sabíamos que nuestro destino era el puente el sentido común nos dijo que fuéramos hacia la izquierda. Y acertamos. Pero no hay ninguna señal que indique el camino.
Una vez cruzado el puente emprendimos el camino de regreso. Esta vez por la otra orilla del río. Hay un sendero que no se debe dejar. La razón es que por este margen del Lozoya hay varios riachuelos que bajan de la montaña. Y no se pueden cruzar excepto por los puentes de madera que hay en el camino marcado con postes y señales en los árboles.
Llegamos de nuevo al embalse que esta vez pudimos ver desde lo alto. Una imagen de postal. Hicimos alguna foto más a las cascadas y regresamos al coche rodeando el otro restaurante que hay en el área recreativa La Isla.
Esta ruta es de unos 6 kilómetros. Aunque tiene un ligero desnivel sigue siendo un camino apto para todos los que tenga ánimo de dar una vuelta por este lugar privilegiado de la Sierra de Madrid.
Mirador de los Robledos
Finalizada la ruta y de regreso a Rascafría hay un mirador que merece la pena ver. Hay que estar atento a una desviación a al izquierda. Una estrecha carretera lleva en un kilómetro al parking en el que hay que dejar los coches. Solo unos metros más y se alcanza el Mirador de los Robledos. Te sientes en el corazón del Valle de Lozoya.
En el mirador hay una especie de brújula gigante. Girando su aguja de forja ésta te indicará que montaña o lugar de interés tienes frente a ti. Peñalara, el Risco de los Pájaros o el Monasterio del Paular son algunos de los lugares que se pueden ver desde este punto del valle.
Dónde dormir en Rascafría
Para nuestro fin de semana en Rascafría elegimos un pequeño y coqueto hotel a través de Escapada Rural. El nombre del establecimiento es El Rincón de Rascafría. Con tan solo 10 habitaciones todo en él está lleno de encanto. Desde su fachada con entramado de madera a su saloncito con chimenea.
Las habitaciones se reparten en tres pisos. Cada una de ellas lleva el nombre de un rincón del Valle de Lozoya. La nuestra, en el último piso, fue la Hoya de Pepe Hernando. Nos encantó su amplio tamaño. Su gran cama. Y ese techo con vigas de madera.
También teníamos una pequeña mesa con dos sillas. Nos dijeron al hacer el check in, que si queríamos, al día siguiente nos podían subir el desayuno y tomarlo en la habitación. Junto a la ventana y con vistas a las montañas nevadas.
La calefacción es de suelo radiante. Algo que mantiene caldeada la estancia día y noche. La habitación tenía caja fuerte, TV, amenities en el baño y una botella de cava y bombones para darnos la bienvenida.
Nosotros decidimos desayunar en el pequeño comedor de la planta baja. Fruta, embutidos, cereales y bollería casera nos estaban esperando desde muy temprano.
Nos pareció un hotel muy bien gestionado y con mucho encanto. El precio por noche en habitación doble con desayuno incluido es de 99 euros.
Comer en Rascafría
Ya os he contado que el sábado nos compramos unos bocadillos para comer. Todo el mundo nos recomendó el mismo lugar para compralos: Casa Porfirio. Sin duda el bar menos atractivo de Rascafría. Pero por 3 euros te preparan en el momento deliciosos bocadillos de tortilla, lomo o bacon con queso.
Para cenar decidimos darnos un lujo y reservar mesa en el Restaurante Caldea. Está ubicado a poca distancia del cementerio de Rascafría y ocupa un antiguo pajar rehabilitado. Sus mesas se reparten en dos pisos. La decoración es ecléctica pero con mucho encanto. Las sillas son de distintos estilos, los manteles varían de una a otra mesa y todo está decorado con objetos a la venta.
En su carta hay platos con las carnes de la sierra como protagonista. Pero también otros sabrosos y originales como las carrilleras con salsa de chocolate blanco o roble de boletus con micuit de pato. Las croquetas totalmente recomendables. Eso si, el restaurante no es barato. Nuestra cuenta con dos primeros, dos segundos y tres cervezas ascendió a 72 euros.
Cómo llegar a Rascafría
Nosotros vivimos en el sur de Madrid. Desde allí el navegador nos indicó el que nos parecía el camino más largo para llegar a Rascafría: la carretera de Burgos. Sin embargo y a pesar de hacer más kilómetros el tiempo que nos daba era de casi 40 menos que por la ruta que nosotros habíamos pensado y que nos hubiera llevado por Navacerrada.
Una vez en Rascafría, en nuestro hotel nos dijeron que la ruta perfecta para ir hasta este pueblo es la que habíamos traído. Sobre todo si hay nieve en al sierra. Eso provoca grandes atascos que pueden durar incluso horas. Así que si decides pasar un fin de semana en Rascafría, comprueba primero el estado de las carreteras sino quieres pasar el día en ruta.
8 comentarios
He ido muchas veces a Rascafría y también tengo pendiente dedicarle un artículo en el blog. Aunque nosotros hicimos la ruta hasta la cascada del Purgatorio y visitamos el bosque de Finlandia, un lugar precioso, situado al lado del Puente del Perdón. Un saludo
Yo lo de las cascadas del Purgatorio lo dejo para otra ocasión. Aún me estoy recuperando de mi lesión… tanto que justo en la ruta al puente de la Angostura volví a hacerme un esguince 🙁
Siempre me ha hecho gracia el nombre de Rascafría. No he estado nunca pero me ha parecido un paseo muy bonito y genial para escapar del agobio y el tráfico de Madrid.
¡Cuida mucho tu tobillo para estar al 100% para este año!
Un abrazo guapa.
Es un paseo genial, cerca de la capital y que sin embargo te hace sentir que estás muy lejos de ella 🙂
Genial esta escapada. Yo estuve una vez en Rascafría, pero no hice ninguna de estas rutas y ya veo lo que me perdí. Me encantaron los paisajes de tus caminatas, especialmente los del segundo día (Presa del Pradillo) Qué buena pinta tenía ese plato. Y qué maravilla la nieve!! Un abrazo!
La nieve siempre hace que la montaña tenga una aspecto muy especial 😉
Muy bueno tu artículo y entretenido.Bonitas fotos.Felicidades 😘
Muchas gracias, ¡me alegra que te haya gustado!