Al organizar nuestro último viaje a Bélgica tenía claro que tenía que incluir en la ruta ciudades por las que no hubiera pasado en otras ocasiones. Así que no podíamos dejar de incluir una de las poblaciones con más encanto de Flandes. Su nombre en flamenco en Mechelen, y en castellano os digo que hay mucho que ver en Malinas.
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Un poco de historia de Malinas
Allá por el siglo VIII, San Rumoldo, un misionero irlandés, llegó a Flandes y participó en la evangelización de Malinas. Fue entonces cuando la ciudad se convirtió en la capital religiosa del país.
Carlos el Temerario eligió en el siglo XV a Malinas como capital administrativa de los Países Bajos Borgoñones. Margarita de Austria, nieta de su esposa, convirtió la corte de la ciudad es una de las más refinadas de su época. En ella se construyeron elegantes edificios. Las artes y las ciencias florecieron mientras Margarita ejercía como tutora de los hijos de su fallecido hermano Felipe el Hermoso. Fue precisamente uno de ellos, Carlos V, el que a la muerte de la que dirigió con sabiduría los Países Bajos trasladó la capital del reino a Bruselas.
Con una historia tan ligada a la corte y a la religión está claro que hay mucho que ver en Malinas. La ciudad cuenta con 300 monumentos protegidos, algunos de los cuales forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Cuando descubrí todo esto me pregunte come era posible que apenas hubiera oído hablar de esta ciudad y que haya tenido que viajar cinco veces a Bélgica para dedicar un día a conocerla.
Qué ver en Malinas
Malinas o Mechelen es una ciudad compacta. Merece la pena pasear por ella y descubrir los lugares más emblemáticos de su centro histórico rodeado por los brazos en que se divide el río Dyle. Caminar sin rumbo es una buena idea en esta ciudad. Así es como uno se encuentra con miradores sobre el río, callejones tranquilos y parques ocultos llenos de vida gracias a las risas de los niños que juegan en ellos.
Hay un buen número de lugares que ver en Malinas. Y para visitarlos todos en un día os aseguro que hay que correr. Nosotros llegamos a esta ciudad desde Amberes la tarde del viernes y estuvimos en ella hasta el sábado también por la tarde. Fueron 24 horas a las que sacamos bastante partido. Vimos la ciudad bajo un sol de justicia y también cubierta por nubes. Disfrutamos del animado ambiente de la ciudad y de sus calles más tranquilas. Pero hubo cosas que se quedaron en pendientes. Puede que se hayan convertido en una buena razón para volver a Malinas en un futuro.
Museo Palacio van Busleyden
El primer lugar que visitamos en Malinas fue este magnífico palacio convertido en museo. Fuimos callejeando desde nuestro dejando a atrás lugares que más adelante visitaríamos, como la Catedral o la Grote Markt. Teníamos un cita muy especial para conocer este museo. Turismo de Malinas nos había concertado una visita al interior del museo. Pero no a la parte abierta al público.
En nuestro caso íbamos a tener la oportunidad de conocer el nuevo ala del Museo van Busleyden. Fue muy interesante ir descubriendo como el interior se ha diseñado para dar protagonismo a cada pieza de la colección expuesta. Vitrinas transparentes, paredes de un blanco inmaculado y hasta una zona de relax en el último piso van a dotar a convertir a este museo en un lugar aún más imprescindible de lo que es hoy.
El edificio que ocupa hoy el museo y que está considerado uno de los palacios urbanos más hermosos del Renacimiento europeo fue mandado construir por Jerónimo van Busleyden, un importante humanista y miembro del Gran Consejo de Malinas. Así que el edificio no podía ser otra cosa que el hermoso palacio que podemos ver.
Precedido de un amplio patio, el edificio se levantó en estilo gótico aunque con muchas influencias renacentistas que sedujeron a Jerónimo en sus viajes por el viejo continente. En su fachada destacan los gabletes escalonados, la torre que domina el edificio y la bella terraza del primer piso.
En cuanto a la colección permanente, aquellos interesados en el pasado borgoñón de Malinas no debéis dejar de visitarlo. Entre las obras expuestas están el Cantoral malinés de Margarita de Austria o los Jardines Íntimos, unas obras con cientos de detalles realizadas en el siglo XVI por mujeres anónimas.
Horarios y precios
El museo, uno de los lugares que ver en Malinas, abre todos los días (excepto miércoles) de 10 a 17 horas. Excepto el jueves, que tiene horario ampliado y cierra a las 22:00 horas.
La tarifa base es de 11 euros por persona. Se aplican descuentos a niños, grupos y personas mayores.
Todos los jueves a las 19:30 hay una visita guiada incluida en el precio de la entrada.
Este museo es accesible para personas con discapacidad.
St-Janskerk
Esta sencilla iglesia gótica del siglo XV llama la atención por su blanca fachada. Ha sido restaurada hace muy poco y luce como nueva. Merece la pena visitar su interior y buscar una obra de Rubens: la Adoración de los Magos.
A la espalda de esta iglesia hay un callejón que durante siglos sirvió como lugar de reunión a los feligreses quienes. Tras la misa iban esta lugar para ponerse al día con los últimos cotilleos de la ciudad o aprovechar la tranquilidad de esta calle para charlar. De ahí viene precisamente el nombre de este rincón de Malinas: Klapgat, que en flamenco significa charlar.
Beaterios, imprescindible que ver en Malinas
Entre los lugares que ver en Malinas hay dos beaterios, muy cercanos uno al otro y ambos en el casco antiguo de la ciudad. Nosotros los visitamos por primera vez tras abandonar el museo del que antes os he hablado. Un corto paseo nos separaba de estos rincones llenos de encanto en los que el tiempo parece haberse detenido.
Para los que no sepáis que es un beaterio contaros que su origen se remonta a la época de las cruzadas. Los hombres iban a las guerras y la mayoría no regresaba a casa. Cada vez eran más las mujeres viudas, solteras o huérfanas. Para procurarse un sustento y sentirse arropadas solían irse a vivir juntas. Así nacieron los beaterios, pequeñas ciudades dentro de la ciudad. Un muro rodeaba estos lugares que cerraban sus puertas al caer la noche.
En el interior solamente vivían mujeres con sus familias, y los hijos varones, al llegar a cierta edad, debían abandonar ese reducto femenino. Los beaterios de Flandes han alojado beguinas hasta finales del siglo XX siendo ahora espacios residenciales en muchos casos. En el caso de Malinas, los beaterios han perdido su muros, pero han conservado el encanto y tranquilidad que tuvieron durante siglos.
Klein Begijnhof
El pequeño beaterio de Malinas data del siglo XIII y es el más antiguo que ver en Malinas. Cuando se construyó un segundo beaterio más allá de lo muros de la ciudad, muchas beguinas se marcharon de éste. Pero las más ancianas o enfermas continuaron viviendo aquí.
Antaño tres puertas cerraban este beaterio que rodeaba una pequeña plaza. En la calle que lleva el nombre del beaterio se ven pueden ver algunas casas antiguas pintadas de blanco y varios edificios más modernos. No hay que dejar de cruzar un arco de piedra que se abre entre las puertas de dos casas.
Tras atraversarlo nos encontramos en uno de los rincones más bonitos y tranquilos de la ciudad. Muros de ladrillo, suelo empedrado y hiedra trepando por las paredes de las casas que tiempo atrás habitaron aquellas mujeres que salieron adelante sin la ayuda de los hombres. Al final de esa calle encontramos un tranquilo parque con una cuidada pradera verde. Un pequeño pulmón en el corazón de la ciudad.
Groot Begijnhof
El Gran Beaterio de Malinas empezó a acoger beguinas a mediados del siglo XVI. Aquel beaterio que se había construido fuera de los muros de Malinas fue destruido y las mujeres regresaron al centro de la ciudad. Las casitas de este beaterio son monumentos protegidos y es tal el carácter del lugar y tan peculiar su arquitectura que desde 1998 el beaterio de Malinas junto a otros 12 beaterios belgas forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y es sin duda uno de barrios que ver en Malinas.
En la calle principal de este barrio, Nonnenstraat, se encuentra la iglesia en torno a la cual creció el beaterio. Se trata de Begijnhofkerk, una iglesia barroca con influencia italiana edificada en el siglo XVII. Las beguinas contrataros para el diseño y decoración del templo a importes artistas y arquitectos de la época.
Eso nos da una idea del buen nivel económico que tenían las beguinas de esta ciudad. Al contrario que otras iglesias de beaterios que se encuentran rodeadas de jardines o de una pradera, la del Gran Beaterio de Malinas está encajonada entre las casitas. De modo que no es sencillo tener una buena perspectiva de su fachada, la cual durante nuestra visita estaba siendo restaurada.
De la calle que arriba os mencionaba parten pequeñas y tranquilas calles del beaterio. Son lugares tranquilos y en algunas de ellas tan siquiera pueden circular los coches. Las puertas se adornan con bonitos detalles y las flores adornan las fachadas o crecen en pequeñísimos jardines a la puerta de las casas y bajo las ventanas.
Cervecería Het Anker
Al final de uno de las bonitas calles del Gran Beaterio se encuentra esta histórica cervecería, sin duda uno de los lugares que ver en Malinas. Su origen se remonta a 1471 siendo una de las fábricas de cerveza más antiguas de Bélgica. Dicen que Carlos V era fan de la cerveza de Het Anker y que incluso hacía que se la llevaran hasta su residencia en España.
Desde 1872 el lugar pertenece a la familia Van Breedam. La quinta generación de esta familia se encargó en 1990 de restaurar el antiguo edificio y modernizar las instalaciones permitiendo que se pueda seguir fabricando la misma cerveza que hace cinco siglos.
Nosotros nos sumamos a la visita guiada por el interior de las instalaciones de Het Anker. Durante el recorrido se explica cuales son los componentes que dan lugar a los distintos tipos de cerveza. También nos contaron el método de elaboración, desde el malteado a la molienda, la maceración, la fermentación y el embotellado.
Para terminar la visita y recuperarnos de tanto subir y bajar escaleras nos ofrecieron una degustación de varios tipos de las cervezas que elaboran en Het Anker.
Si te animas a hacer esta visita guiada, anota que tienen lugar sábados y domingos cada hora entre las 11:00 y las 17:00 horas. Entre semana solo hay una visita a las dos de la tarde miércoles, jueves y viernes. La duración es de aproximadamente hora y media y el precio de la entrada 9 euros.
Refugio de Tongerio
Apenas pudimos ver mucho de este monumental edificio. A pesar de alojar las Reales Manufacturas De Witt, las dos veces que pasamos ante la puerta de este lugar lo encontramos cerrados. Pudimos distinguir sobre los muros una de sus torres. Asomarnos a uno de los patios a través de una puerta con reja. Y ver la bonita estampa de la parte trasera junto a un pequeño canal en el que nadan los patos y crece salvaje la vegetación.
Se edificó en la Edad Media para alojar a los abades de otros monasterios que viajaban hasta Malinas. El motivo de esos viajes era consultar al primado y durante su estancia necesitaban lugares en los que residir. Se les denominó “refugios” y desde finales del siglo XIX el de Tongerio ha sido la sede de tapiceros y restauradores.
Grote Markt, la gran plaza que ver en Malinas
Desde ya os digo que esta impresionante plaza hay que visitarla a la luz del sol. Pero también por la noche, cuando sus edificios se iluminan y parece un lugar diferente. Nosotros no tuvimos mucha suerte cuando la visitamos. Se celebraba una competición ciclistas durante varios días, y todos los días los ciclistas partían a su ruta desde la Grote Markt de Malinas. Una gran parte de su centro permanecía vallada y cerrada. Además había montados distintos escenarios, por lo que la perspectiva que tuvimos de la plaza no fue tan bonita como la que habíamos visto en alguna foto.
Aún así, no hay duda de la Grote Markt es uno de los lugares que hay que ver en Malinas. Las casas que la rodean se edificaron en distintas épocas y estilos. Las hay del siglo XVI y estilo renacentista hasta casas rococó del siglo XVIII. Los bajos de todas ellas están ocupados por tiendas, bares o restaurantes. Estos últimos sacan sus terrazas a la calle y cuando hace buen tiempo se llenan de gente deseosa de sol.
Uno de los edificios más bonitos de la Grote Markt de Malinas es su Ayuntamiento. Si se mira su fachada desde la plaza, a la derecha se ve el edificio del siglo XIV que originalmente fue lonja de paños. Debía haber tenido una torre, pero con la caída del comercio textil se acabo el dinero para las obras. Lo poco que se había construido de la torre se utilizó como prisión. La parte izquierda del Ayuntamiento, mucho más vistosa, se terminó en el siglo XX. Se siguió el diseño del siglo XVI y se le añadieron detalles neogóticos.
Delante del Ayuntamiento, casi escondida entre algunos setos, se puede ver una pequeña escultura. Se trata de un muñeco conocido como Opsinjooke, aquel muñeco de trapo que los malineses sacaban en las fiestas para mantearlo y que parece representaba a los maridos borrachos que trataban mal a sus mujeres.
Torre de San Romualdo, de lo mejor que ver en Malinas
La Torre de San Romualdo es el símbolo de Malinas y domina uno de los lados de la Grote Markt. Cuando leí que tenía 97 metros de altura no me pareció mucho. Pero os aseguro que cuando estuve a sus pies me pareció realmente impresionante. No quiero ni pensar como sería si hubiera alcanzado los 167 metros que debía tener esta torre que forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
Esta torre vino a sustituir a la que nunca se construyó en el Ayuntamiento. En su interior se guardaban los documentos más importantes de la ciudad, y en caso de peligro, se hacían sonar las campanas. Las vistas desde lo más alto permitían a los habitantes de la ciudad detectar cualquier situación de peligro rápidamente.
Hoy en día, el mirador de la Torre de San Romualdo está abierto a los visitantes. Se controla el flujo de personas en su interior, por lo que cada 20 minutos puede haber dentro de la torre un máximo de 20 personas. Desde la base de la torre al mirador hay 538 escalones. Puede parecer muchos, pero el interior de la torre está dividido en diferentes pisos. En cada uno de ellos hay una exposición diferente.
Se puede ver el molino utilizado para subir los materiales de construcción, una bodega y el carrillón de 49 campanas. Estar en la planta de las campanas mientras estas suenan es un regalo. Me pareció muy emocionante escuchar esa singular melodía mientras, sentada en unos de los bancos que rodean las campanas, veía como iban tañendo cada una de ellas.
Una vez arriba las vistas son impresionantes. Dicen que en días claros se ve el Atomium de Bruselas. Sea cierto o no, ver Malinas desde las alturas es una maravilla.
Catedral de San Romualdo de Malinas
Esta impresionantes Catedral queda eclipsada por la magnífica torre que se levanta sobre su entrada principal. Aún así, no hay que olvidarse de ella y recorrer su interior. Su dimensiones son magníficas. Es un templo luminoso en el que destacan su precioso coro alto. También hay diversas obras de arte colgando de su paredes y múltiples monumentos funerarios.
El acceso a la Catedral, uno de los lugares que ver en Malinas, es gratuito. La entrada para la Torre se adquiere en el interior del templo y tiene un precio de 8 euros.
Ijzerenleen
Esta ancha calle es uno de los lugares más animados del centro. Antiguamente por aquí discurría un riachuelo al alrededor del cual se instalaba un mercado de pescado y en el que se instalaron unas barandillas de hierro. El riachuelo fue cubierto, pero las barandillas se conservan y a ellas debe su nombre la calle: Ijzer significa hierro.
También y como recuerdo de aquel mercado de pescado se han colocado unas pequeñas fuentes decoradas con peces. Ojo, porque soy muy pequeñas y pueden pasar desapercibidas, sobre todos los sábados, cuando se instala un mercadillo a lo largo de la calle.
Las fachadas de las casas que hay en esta calle pueden parecen antiguas. Pero no lo son. Todas fueron reconstruidas tras la Primera Guerra Mundial y el resultado fue muy atractivo.
Schepenhuis
Uno de los edificios que hay que ver en Malinas es el Schepenhuis. Se trata de uno de los ayuntamientos más antiguos de Flandes y se ubica entre Ijzerenleen y la plaza Schoenmarkt. También conocido como “el viejo palacio”, este edificio el levantó en siglo XIII. Fue sede del Gran Consejo, el más alto tribunal de los Países Bajos. Más tarde sus salas sirvieron como cárcel, museo, teatro y escuela de esgrima. Actualmente es una galería de arte.
En la misma plaza que el Schepenhuis hay una estatua de Margarita de Austria que mira hacia la Grote Markt, plaza en la que originalmente estuvo ubicada.
De Cellekens, un rincón secreto que ver en Malinas
Nos tuvimos que conformar con ver este bonito lugar desde la reja de la puerta ya que actualmente es una propiedad privada. Se trata de un precioso jardín cuidado con esmero y decorado con alegres esculturas. Este lugar fue una casa de acogida para personas necesitadas. Hay tres edificios. El central era la casa convento. Los laterales cuentan con pequeñas puertas que daban paso a dos pequeñas habitaciones o celdas que son las que dan nombre al lugar.
Keizerstraat
En esta calle que lleva a una de las estaciones de tren de la ciudad se encuentran algunos de los edificios que ver en Malinas.
El primero de ellos es la Iglesia de San Pedro y San Pablo. Se trata de un edificio barroco en cuyo interior, cerca del altar mayor, reposan en una urna de plomo los restos de Margarita de Austria. La iglesia cuenta con 14 confesionarios. Muchos sin duda. Pero es que esta iglesia fue una lugar de peregrinaje.
Tenía muchas reliquias en su interior. Y aquel que quisiera tocarlas debía estar libre de pecado. Aunque hay otra versión que dice que la gente que trabajaba en el cercano mercado de ganado vendían su mercancía mintiendo… y luego no tenían más remedio que ir a confesarse.
Muy cerca de la anterior iglesia se encuentra el Palacio de Margarita de Austria, gobernadora de Malinas. Junto al palacio había una iglesia medieval a la que Margarita podía acceder a través de un puente de madera que unía su palacio con una zona de rezo privada. Desde el siglo XIX en este edificio se encuentran los juzgados de la ciudad. Nosotros intentamos ver el jardín que aloja en su interior. Dicen que allí jugaba Carlos V. Pero lo encontramos cerrado. Si queréis visitarlo tened en cuenta que la entrada está en la parte posterior del edificio.
Spuihuis
Rodeando el casco antiguo de Malinas, el río Dyle es un lugar perfecto junto al que pasear. En su orilla o muy cerca de ella hay lugares que merece la pena ver.
Uno de ellos es la antigua casa compuerta. En el lugar en el que se encuentra esta casa hubo un gran complejo de siete molinos. Estos molinos eran vital importancia para Malinas y gracias a la compuerta se regulaba el nivel de agua. Actualmente la casa se ha restaurado y convertido en una café con una agradable terraza junto al río.
Iglesia de Nuestra Señora sobre el Dyle
Apartándose solo unos metros del río se puede visitar esta iglesia. Edificada entre los siglos XIV y XVII su interior es amplio y luminoso. Llaman la atención sus modernas vidrieras abstractas. Las góticas originales quedaron destruidas en la Segunda Guerra Mundial. Además, merece la pena acercarse a ella aunque solamente sea por ver un gran tríptico de Rubens: La pesca milagrosa.
Hemelrijck
Junto a la iglesia se encuentra esta casa, una de las muestras de arquitectura civil más destacadas que ver en Malinas por la evolución en sus construcción del gótico al renacimiento. Su nombre quiere decir Reino de los Cielos y proviene de la decoración que se puede ver sobre la puerta: Adán y Eva en el paraíso. Hoy en día esta casa se ha convertido en un bar pero mantiene intacta su bella fachada.
Puente Grootbrug
El Puente Grootbrug con sus tres ojos de piedra arenisca está considerado el puente más antiguo de Malinas. Y puede que incluso de Bélgica. Se construyó en el siglo XIII formando parte de la defensa de la ciudad. Hoy es un lugar encantador del que cuelgan macetas llenas de flores.
Haverwerf, el lugar más bonito que ver en Malinas
Para mi es uno de los rincones con más encanto que ver en Malinas. En este lugar se desembarcaba y comerciaba con la avena, cereal que da nombre al lugar. Malinas tenía la exclusividad sobre este producto. Por ello los barcos debían para en la ciudad y durante tres días vender su mercancía. Solo aquello que no se vendía en Malinas podía ser llevado a otros lugares.
Junto al puente hay tres bonitas casas que se reflejan en el río Dyle y convierte este lugar en especial. La casa del centro es conocida como la casa de los diablillos (De Duiveltjes). Se trata de una de las fachadas de madera más bonitas de Bélgica. A su derecha no pasa desapercibida Het Paraddijske. El pequeño paraíso. Los relieves de esta casa de color verde representan el paraíso terrenal y el árbol del conocimiento. A la izquierda, la casa de color rojizo, lleva el nombre de San José. En el medio de su fachada hay un relieve representando al santo con el niño Jesús.
Cómo llegar a Malinas
Sin duda la forma más cómoda de desplazarse en tierras belgas es el tren. En Malinas hay dos estaciones de tren: Mechelen y Mechelen-Nekkerspoel. Ambas están al este de la ciudad. Ambas están a unos 15 minutos caminando del centro. Pero si vas en busca de un hotel cargando con tu maleta es mejor localizar de cual de ellas está más cerca. También es importante saber si el tren en el que viajas hará parada en ambas estaciones o solo en una. O desde cual de ellas sale el tren a tu nuevo destino.
Nosotros llegamos a Malinas desde Amberes. Hicimos el viaje en tren. Salimos desde la preciosa Estación Central de Amberes y tan solo 20 minutos más tarde estábamos bajando del tren en Malinas, en la estación de Mechelen.
Si quieres ir directamente desde el aeropuerto de Zaventem a Malinas, podrás hacerlo también en tren. El viaje dura poco más de diez minutos. Desde la estación central de Bruselas se tarda 20 minutos en llegar a Malinas. Y poco más de una hora de viaje en tren separa Malinas de la estación Gent-Sint-Pieters en Gante.
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Dormir en Malinas
Aunque se puede ver esta ciudad sin necesidad de pernoctar en ella, yo creo que todo lo que hay que ver en Malinas merece la pena quedarse a dormir una noche. Así además se puede disfrutar de la ciudad a primera hora cuando está más tranquila. Y verla iluminada por la noche. Algo que merece la pena.
Nosotros nos alojamos en el Hotel Mercure Mechelen Vé. Un estiloso establecimiento escondido tras una fachada poco atractiva en una calle peatonal.
El Mercure Mecheln Vé ocupa una antiguo ahumadero de pescado y una viaja fábrica de tabaco. Sus interiores han sido remodelados y resultan muy luminosos. Grandes ventanales brindan luz a los pasillos, mientras que las escaleras recuerdan con su decoración que antaño aquí hubo unas fábricas. Las habitaciones se reparten en varios pisos. La nuestra estaba en el primero y daba a una terraza interior del hotel desde la que se distinguía la Torre de San Romualdo.
Nuestra habitación me resultó amplia y cómoda. Decorada de forma sencilla y práctica. Teníamos una gran cama, una mesa con un par de sillas, escritorio y un armario de diseño en la entrada. No faltaban ni la televisión de pantalla plana ni una cafetera de cápsulas. También nos dejaron agua mineral de cortesía.
La habitación me resultó en general muy cómoda y tranquila. Excepto por un detalle: el baño no tenía puerta. Desde la cama podías ver la ducha y el inodoro. Llamadme antigua, pero por mucha confianza que tenga con mi pareja, hay cosas que prefiero hacer con la puerta cerrada.
Desayunamos en el hotel y fue un acierto. Encontramos una amplia variedad de productos, desde tortilla recién hecha a embutidos y deliciosa bollería.
La ubicación del hotel nos pareció fantástica. Por la posibilidad de ir caminando a cualquier sitio del centro histórico de la ciudad.
Beber en Malinas
En una ciudad con tanta tradición cervecera como Malinas no podían faltar los lugares en los que sentarse a disfrutar de alguna de las muchas cervezas flamencas. Grote Markt cuenta con tantos bares y restaurantes que puede resultar un poco agobiante. Sin embargo, junto a nuestro hotel, en la plaza Vismarkt, encontramos varios locales con terraza bastante animados. Pero sin tener la sensación de estar encajonado como puede pasar en los locales de Grote Markt.
Nos pareció perfecto para tomar una cerveza el Bar Popular. Junto al río y rodeado de bonitas casas su carta de cervezas y cócteles es amplia. Los precios bastante más ajustados que en otras ciudades más turísticas como Amberes o Gante. Así que a pesar de que los camareros no son precisamente amables, es una buena opción para descansar tras descubrir todo lo que hay que ver en Malinas.
Comer en Malinas
Al igual que ocurre con lo bares, es en Grote Markt donde se concentran un buen número de ellos. Basta alejarse un poco de la plaza para encontrar otros restaurantes atractivos, con estilo, cartas creativas y con una clientela más tranquila que la que se agolpa en los locales de Grote Markt.
Nosotros cenamos en Cosma Food House, en Befferstraat 24. Se trata de un local que engaña al entrar. Parece casi una tienda de alimentación con un puñado de mesas. Sin embargo, tras pasar la escalera que lleva al piso superior se llega al moderno y luminoso comedor en el que cenamos. Techos altos con un amplio tragaluz que deja entrar luz natural hasta que el sol desaparece. Obras de arte colgando de las paredes. Velas encendidas. Música suave. Y una atención esmerada.
Nos atendieron muy bien cuando nos encontramos con una carta escrita en flamenco en la que nos era casi imposible descifrar que podíamos cenar. Sin embargo y gracias a otros comensales y a los camareros elegimos varios platos entre los que no podían faltar las deliciosas croquetas belgas. Todo estaba delicioso y muy bien presentado. El precio, para estar en Bélgica, no fue desorbitado. La cuenta ascendió a 101 euros por dos entradas, dos platos principales, pan y agua. Esta vez nos saltamos las cervezas.
8 comentarios
Gracias por compartir un reportaje tan chulo. Flandes nos encanta pero no conocemos la ciudad
Cuando era niño sabia que había un equipo de futbol de Malinas que jugaba en la UEFA, pero no sabia nada más , ahora se algo
Es una pena lo poco que se conoce a esta ciudad (cuyo equipo ganó alguna copa europea hace unas cuantas décadas). Aunque no es tan atractiva como Gante o Brujas, sin duda merece la pena ser visitada pues cuenta con un puñado de bonitos lugares y una interesante historia.
¡Hola Kris!
Tienes toda la razón en que Malinas es la gran desconocida de Flandes, La verdad es que he estado 3 veces en Bélgica y nunca había pensado en ir…
Los beaterios tienen pintaza, igual que el Grote Markt. Éste último tiene un estilo muy de la zona, me ha recordado mucho a otras ciudades belgas e, incluso, a Ámsterdam.
Le paso el post a mi sister, que vive en Bruselas y tampoco ha estado aún en Malinas.
Un besote!
¿Qué vive en Bruselas y no ha ido a Malinas? Pues que te cuente, que te cuente… verás como la gusta 🙂
Que razón tienes! No la conozco pero me has dado una razón más para volver a Flandes que me encanta!! Anotadas sugerencias. Saludos
Es una ciudad muy acogedora y mucho menos turística que otras de Flandes. Algo que juega a su favor en cuanto a tranquilidad e incluso a precios.
Acabo de descubrir esta ciudad gracias a ti. No me la pierdo en mi próxima visita a Flandes! Saludos.
¡¡Me alegra haberte animado a visitar Malinas!!