Son muchas las cosas que hacer en la capital de Piamonte. Una de ellas es sin duda visitar las plazas de Turín. Plazas en las que se pueden ver algunos de los grandes edificios barrocos de la ciudad, las antiguas residencias de los Saboya y parte de esos pórticos que protegen de la lluvia a los viandantes mientras recorren la ciudad.
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Plazas de Turín que no te puedes perder
Repartidas por todo el centro histórico hay un buen número de plazas que ver en Turín. Las hay pequeñas, peatonales, palaciegas, llenas de restaurantes. Cada viajero seguro que regresa a casa con alguna de ellas convertida en su favorita. Pero no hay duda de que por una razón u otra, todas las plazas de Turín de las que os voy a hablar son dignas de un paseo por ellas.
Piazza Castello, la gran plaza palaciega
Esta es una de las plazas de Turín por la que todo turista pasa en algún momento de su visita a la ciudad. En ella se encuentran varios de los lugares que ver en Turín: el Palazzo Madama, la Iglesia de San Lorenzo y el Palacio Real, una de las residencias de los Saboya más impresionantes de Piamonte.
Parte de esta plaza peatonal está rodeada de pórticos. Esos tan característicos de Turín y que permiten a los viandantes, al igual que antes al rey y su corte, recorrer grandes distancias sin mojarse en los días de lluvia. Como curiosidad, desde esta plaza se tiene un magnífica vista de la Torre Littoria. El primer rascacielos torinés. No es un edificio bonito, pero no hay duda de que es inevitable fijarse en él estando en la elegante y palaciega Piazza Castello.
Piazza San Giovanni, la plaza del Duomo
Comparada con otras plazas de Turín, la Piazza San Giovanni resulta pequeña. Pero no por ello menos interesante y atractiva. El edificio principal que podemos ver aquí es el Duomo de San Giovanni. Un templo muy importante en la ciudad pues es en su interior donde se guarda la Sábana Santa.
Desde la plaza se puede ver la fachada completa de la catedral, única iglesia renacentista de Turín, su campanario y la cúpula de la Capilla de la Síndone. El lugar en el que se guardó el sudario de Cristo hasta un incendio que tuvo lugar en 1997.
En esta plaza, asomándose sobre la reja que cierra el recinto del Palacio Real, se puede ver lo que queda del teatro romano. Justo enfrente está el llamado Parque Arqueológico, al fondo del cual se puede ver la Porta Palatina. La única que queda en pie de las que tuvo la antigua ciudad romana de Augusta Taorinorum.
Piazza San Carlo, una de las plazas más bonitas de Turín
Si desde Piazza Castello se camina hacia el sur bajo los pórticos de Via Roma (una de las calles más elegantes de la capital de Piamonte), se llega a la que puede ser la plaza más bonita de Turín: Piazza San Carlo. La ciudad debe esta plaza a la esposa de Víctor Amadeo I, María Cristina de Francia. Parece ser que la esposa del monarca sentía nostalgia de su París natal, y su deseo era tener en Turín un espacio que le recordara a la capital francesa.
No hay duda de que esta elegante y gran plaza, rodeada de pórticos, debió satisfacer a la esposa del monarca. Ahora bajo esos pórticos se encuentran tiendas de los mejores diseñadores del mundo. Todos bajo la atenta mirada de Manuel Filiberto. El duque al que se representa en la estatua ecuestre que ocupa el centro de Piazza San Carlo.
A la espalda de la estatua hay dos iglesias casi gemelas. La de la izquierda es la iglesia de Santa Cristina. Un templo barroco diseñado por Filippo Juvarra en el siglo XVIII. A su lado, la iglesia de San Carlo, muy similar a la anterior pero con una fachada más sencilla.
Piazza C.L.N., estilo racionalista en las plazas de Turín
Justo detrás de las dos iglesias que he mencionado hay otra plaza que no tiene nada que ver con el resto de plazas de Roma. Se trata de la Piazza C.L.N. (Comité de Liberación Nacional). Se trata de una plaza cuyo diseño data de 1935, periodo de auge fascista en Italia. Aquí no hay nada barroco. Los pórticos, sobrios y robustos, son de estilo racionalista italiano, todo con muchas líneas rectas y mucha piedra pulida.
Inicialmente en esta plaza se iban a colocar cuatro esculturas. Las de Mussolini y Vittorio Emanuele III de Saboya y las alegorías de los ríos que cruzan Turín, el Po y el Dora Riparia. Solamente llegaron a colocarse en la plaza, a la espalda de las iglesias de Piazza San Carlo, las dos esculturas de los ríos.
Piazza della Consolata y el bicerin
En lo que fue la antigua ciudad romana que dio origen a Turín, se encuentra la basílica dedicada a la patrona de la ciudad, la Nuestra Señora de la Consolación. La pequeña plaza en la que se puede ver esta singular iglesia es peatonal, pequeña y coqueta.
Los bajos de los edificios que la rodean están ocupados por distintos negocios. Y entre todo ellos, destaca uno: Al Bicerin. Se trata de uno de los cafés históricos de Turín, y en él se inventó la bebida caliente típica de la ciudad, el bicerín. La receta es secreta, todo lo que se sabe es que la componen café, chocolate y crema de leche. Un clásico que hay que probar.
Piazza Palazzo della Citta, corazón del Quadrilátero Romano
Aquí estuvo el foro romano hace siglos. Desde entonces, esta es una de las plazas de Turín en la que siempre han estado presentes el poder y el comercio. El primero lo ostenta hoy el ayuntamiento, instalado en el Palacio Cívico (no hay que perderse su precioso patio).
En cuanto al comercio, hasta el siglo XVIII la plaza era conocida como Piazza delle Erbe (el mismo que ostentan tantas plazas italianas en las que tradicionalmente se ha instalado el mercado). Ahora, una vez al mes, se monta aquí un mercado de productos agrícolas.
La estatua del Conde Verde, frente al Ayuntamiento, representa a Amadeo VI de Saboya matando a un infiel. La plaza está rodeada de elegantes pórticos. Y desde ella se puede ver otra curiosidad de la ciudad: el piercing de Turín: para verlo hay que colocarse al inicio de la Via Palazzo della Citta. Mirar a los edificios de la derecha, y en el último, justo en la esquina, a media altura se puede distinguir una gran pendiente de color rojo instalado en la fachada de un palacio.
Piazza Solferino, árboles y esculturas
Una de las grandes plazas de Turín es Piazza Solferino. Es menos conocida que otras de la ciudad, puede que por estar un poquito alejada de los lugares más famosos que visitar en la ciudad. Sin embargo, esta plaza torinesa es digna de ser visitada. Su gran espacio central es peatonal, rodeado de zonas ajardinadas y decorado por una preciosa fuente, la Fontana Angelica, en la que se representan las cuatro estaciones.
En el centro de Piazza Solferino se puede ver una escultura ecuestre poco convencional. La que representa a Fernando de Saboya a lomos de su caballo en plena batalla. Al sur de la plaza, otra escultura. La de Giuseppe La Farina, abogado y político que formó parte del primer parlamento italiano.
Entre los edificios que rodean esta plaza, destaca sin duda el Teatro Alfieri. Se construyó a mediados del siglo XIX y es uno de los más destacados teatros de Turín.
Piazza Carignano y el palacio de Guarini
Volviendo al centro más turístico de la capital de Piamonte, hay que visitar dos plazas separadas por una de las residencias de los Saboya en Turín. La primera es Piazza Carignano. Rodeada de edificios de estilo barroco, no hay duda de que el palacio que la da nombre es la construcción más llamativa que ver en la plaza.
La sinuosa fachada de ladrillo rojizo del Palazzo Carignano (s.XVII) no pasa desapercibida. Es un diseño que Turín debe a uno de los arquitectos que dejaron su huella en la ciudad: Guarini. A esta plaza abre también sus puertas el Teatro Carignano, mientras que la parte sur ya corresponde al Palazzo dell’Accademia delle Scienze que alberga el Museo Egizio de Turín.
Piazza Carlo Alberto, la otra cara de un palacio
Rodeando el Palazzo Carignano o bien cruzando su puerta y su patio, se llega a la Piazza Carlo Alberto. Otra de esas elegantes plazas de Turín. El Palazzo Carignano tiene su otra fachada, la que se construyó en el siglo XVIII para ampliar el edificio y alojar el Parlamento Italiano, en esta plaza. Es por esta parte del edificio por la que se accede al Museo Nazionale del Risorgimento Italiano (acceso con la Torino Card).
Frente a esa fachada se encuentra el otro gran edificio de la plaza, la Biblioteca Universitaria de Torino. Entre ambos edificios, otra de las estatuas ecuestres de la ciudad. La de Carlo Alberto de Saboya. Toda esta plaza, hoy con pequeñas zonas verdes, fue antaño el jardín del original Palazzo Carignano.
Piazza Carlo Emanuel II, antes Piazza Carlina
Parece que no todos los turineses conocen el nombre real de esta amplia plaza. Y es que la gente de la ciudad empezó a llamar Piazza Carlina a la plaza dedicada a Carlo Emanuel II por las formas amaneradas de este duque de la casa Saboya. Es más sencillo que os ayuden a localizar si se pregunta por su nombre popular.
Esta plaza fue mercado de vino, de heno y de madera. Durante la ocupación francesa se la llamó Plaza de la Libertad, y en ella tuvieron lugar ejecuciones con la guillotina. Ahora la plaza es un lugar mucho más amable, con jardines, restaurantes y en el centro, la escultura de Camillo Benso, destacado político en el movimiento por la unificación de Italia.
Piazza Vittorio Veneto, la plaza más grande de Turín
Es tal el tamaño de esta plaza a orillas del río Po que casi cuesta apreciarla realmente como una plaza. Está considerada la plaza más grande de Europa sin monumentos, siendo los edificios porticados que la rodean los que la dotan de elegancia. La plaza la cruza el tráfico, pero en ambos lados hay grandes espacios peatonales. En muchos de ellos, los bares y restaurantes sacan sus mesas al aire libre. Algo que convierte a este espacio en el preferido de los turineses para tomar un café o el aperitivo.
Piazza Gran Madre de Dio, magia blanca (y negra) en Turín
La última de las plazas de Turín de las que os voy a hablar se encuentra cruzando el río Po. Desde Piazza Vittorio Veneto ya se distingue la iglesia en el centro de Piazza Gran Madre de Dio. Basta atravesar el Puente Vittorio Emanuel I para llegar a ella. El tráfico circula por toda la plaza, alrededor de la iglesia. Una estructura de estilo neoclásico con una cúpula que recuerda al Panteón de Roma.
Pero lo más singular de esta plaza, además de la silueta de una iglesia (sin cruces), es su relación con la magia blanca y la magia negra. No sé si sabéis que Turín es una ciudad esotérica que forma parte de dos triángulos: el de la magia blanca junto con Lyon y Praga y el de la magia negra con Londres y San Francisco para crear el triángulo de magia negra. Dicen que la iglesia Gran Madre de Dio alberga los secretos para encontrar el Santo Grial. E incluso, que una de las dos estatuas sentadas en sus escalones, con una copa en la mano, mira al lugar en el que podría estar escondida esa reliquia.
Verdad o mentira, con magia o sin ella, lo cierto es que Turín es la capital del misterio. Muchos personajes relacionados con el mundo del ocultismo han vivido en la ciudad y distintos edificios de los que podemos visitar en ella están relacionados de un modo u otro con ese mundo en el que el bien y el mal se enfrentan. ¿No te parece que una ruta por Turín en busca de esos lugares relacionados con la magia puede ser de lo más curiosa? Y sin duda, misteriosa.
Plazas de Turín: tours para conocerlas mejor
Si quieres descubrir todos los secretos de estas plazas de Turín, lo mejor es que te sumes a alguno de los tours que se realizan por la ciudad. De la mano de guías expertos y conocedores de la historia, la arquitectura y la curiosidades de Turín podrás conocer algunos de los lugares más interesantes y bellos de la ciudad.
- Free tour por Turín. Una visita de dos horas con guía en español recorriendo la atractiva capital de Piamonte. Sin duda uno de los mejores free tours en Turín.
- Tour del Barroco por Turín. Este tour acerca a los viajeros a los edificios más emblemáticos de la ciudad, muchos de ellos ubicados en las grandes plazas de Turín.
- Autobús turístico de Turín. La forma más cómoda y atractiva de recorrer Turín sin cansarse. Hay tres líneas de autobuses turísticos, con opciones de 24 y 48 horas de utilización.
- Torino + Piemonte Card. Imprescindible para ahorrar dinero visitando los museos y palacios de Turín. Nosotros teníamos la de 72 horas (44 €) y tras hacer cuentas, sin ella nos hubiéramos gastado en entradas 118 € por persona.