Si tienes en mente viajar a Kerala, seguro que uno de los lugares que quieres conocer son los famosos backwaters. No se trata de un pequeño lugar que ver de un vistazo. Estos canales que forman parte del modo de vida de este estado de India forman una gran red de comunicación que se puede conocer de diferentes formas pero por la que sin duda hay que navegar.
Tras conocer Munnar y sus campos de té, uno de los lugares que merece la pena conocer al viajar a Kerala, poner rumbo a Kochi. Otra de las ciudades coloniales del sur de India. Nuestra ruta va dejando atrás el clima fresco de la montaña para volver al calor húmedo de India. Por suerte en Kerala, aunque pasamos calor, nunca fue tanto como el que tuvimos en tierras de Tamil Nadu.
Hay muchos momentos mágicos en cada día de nuestra vida, pero seguramente todos tenemos entre nuestros recuerdos una puesta de sol especial, ese momento del día que nos anuncia la llegada del descanso, de una reunión alrededor de una mesa para compartir los momentos vividos durante un viaje o sencillamente tras un día cotidiano. Yo les he preguntado a 14 bloggers de viajes (la 15 soy yo) sobre esos atardeceres de los que guardan un grato recuerdo y cada uno de ellos me ha contado algo sobre ese día y me ha prestado una foto que ilustra ese momento.
De su mano, os llevo a ver atardecer alrededor del mundo….
BALI – INDONESIA
“Este fue uno de los atardeceres más impresionantes que hemos tenido la suerte de disfrutar en nuestros viajes. Después de un día recorriendo la isla acabamos en Uluwatu pensando que sería uno de esos lugares turísticos donde “poco” disfrutaríamos y que no dejaría de ser un sitio más. Qué equivocados estábamos. Esperamos más de una hora a que el sol empezase a bajar y entonces el cielo empezó a cambiar de tonalidad como por arte de magia. Volveríamos a Bali ahora mismo para volver a disfrutar de ese atardecer. No nos extraña que la llamen la Isla de los Dioses.”
Vanessa y Roger – Viajeros Callejeros
SAINTES-MARIES-DE-LA-MER – FRANCIA
“Este atardecer es especial por la simple razón de que es el primero que presencie junto a Vicente, mi compañero de viajes y de vida… que ademas fue uno de los primeros que vi desde el otro lado del charco. En resumen fue la puesta de sol de “las primeras veces”
Olga Bárbara Grijalva – Charcotrip
CORONG CORONG – FILIPINAS
“Uno de los mejores atardeceres que he vivido fue en Corong Corong. El color sumamente anaranjado del cielo, reflejándose en el mar, con todos los pináculos de roca al fondo, es algo que nunca olvidaré”
María García – Callejeando por el mundo
MÁLAGA – ESPAÑA
“Esta puesta de sol la fotografié después de una visita a Málaga en parada de crucero. En nuestro tercer skipping Christmas, saltándonos la Navidad toda la familia en crucero, que nos llevó hasta Madeira, Canarias y Casablanca desde Barcelona, paramos en la bella ciudad de Málaga. Esta ciudad nos sorprendió gratamente. Nos hizo un día fantástico que disfrutamos los 12 miembros de mi familia. Al llegar al barco el día quiso regalarnos esta puesta de sol maravillosa. Para mí es muy especial por varias razones, entre ellas porque no hay que ir muy lejos para que te regale la vista la naturaleza y porque en estos cruceros en familia me lo he pasado genial aunque no sea igual que cogiendo una mochila y perderme por cualquier rincón del mundo”
Héctor Navarro – Mi baúl de blogs
CHICAGO
“Desde la primera vez que fui a Chicago hay un lugar al que nunca dejo de ir. Es el Signature´s Room ubicado en la Hancock Tower de Chicago. Para mi tiene una de las mejores panorámicas urbanas del mundo. Y si encima tienes la suerte de encontrarte con un atardecer como este, entonces sólo queda mirar por sus grandes ventanales. Y permanecer con la boca abierta. Además el acceso es gratuito y puedes tomar algo mientras disfrutas sentado de este espectáculo único”
Antonio Quinzán – Viajes y fotografía
IBIZA
“Este atardecer es en Sant Antony, desde el apartamento. Estuvimos 10 dias y cada dia esperabamos este momento. La isla es preciosa sobre todo en temporada baja. Soy muy marítima y ver el mar me evoca Cuba, mi Habana y mi barrio”
María Grau – Tu hobbie tu viaje
ESTOCOLMO – SUECIA
“Fue un verano especial porque era el primero que Javier estaba con nosotros, ya que había nacido nueve meses antes. De esos días recuerdo especialmente la tarde-noche que disfrutábamos en el hotel de Estocolmo. Estábamos junto al canal de Djugarden, rodeados de verde y del brazo de mar que venía desde el Báltico hacia el centro de la ciudad. En el jardín del hotel había tumbonas blancas de madera en las que yo me solía sentar a eso de las once de la noche para darle a Javier su último biberón mientras contemplaba ese sol que no acababa de ponerse del todo”
Cristina Rodríguez – Ida y Vuelta
FINGER LAKES – EEUU
“Esta foto fue tomada cerca de Auburn, en al región de los Finger Lakes del estado de Nueva York. No es que sea una foto espectacular pero le tengo un cariño especial porque es una zona que nos sorprendió mucho, con mucho encanto y perfecta para pasar unos días de relax. Además de eso, ya sabes la pasión que tenemos por Estados Unidos, y como este año tampoco vamos a ir a USA estoy un poco nostálgico. Decirte también que es una de mis fotos preferidas”
David Suárez – Mi mundo en una maleta
CHASCOMÚS – ARGENTINA
“Esta localidad está ubicada a 120 km de la Ciudad de Buenos Aires a orillas de la laguna que también lleva su nombre. Es un oasis dentro de la llanura pampeana argentina !! y es especial porque guarda recuerdos de la época gauchesca en mi tierra. Por eso a más de 200 años de su fundación –su primera fundación fue en el año 1779- para nosotros es un lugar de encuentro con el pasado histórico de mi querida Argentina. Sus paisajes son maravillosos y además cuando la visitamos podemos comer ricos asados y deleitarnos con su dulce de leche que es genial. ¡¡¡Y además podemos volver a nuestras raíces!!!
Lilián Clarat – Lilian Viajera
PARQUE NACIONAL ETOSHA – NAMIBIA
“A pesar de haber visto muchos y distintos atardeceres, no hay ninguno que nos siga sorprendiendo más que el de la llamada de África. Un Sol rojizo e inmenso cae en el horizonte de la llanura sin fin para bañar de ocre toda la escena. Los animales van a saciar su sed a las charcas tras el calor del día y la madre naturaleza rodea toda una estampa que al menos a nosotros nos deja maravillados”
Robert y Ely – Con arena en la mochila
LUXOR – EGIPTO
“De mi lista de atardeceres inolvidables destaco el que disfruté desde la cubierta de una motonave por el río Nilo a su paso por Luxor. El primer atardecer que pude disfrutar me pareció mágico y embriagador; navegar pausadamente por tan mítico río y poder disfrutar de un atardecer tan espectacular me dejó sin palabras. Cuando pienso en el maravilloso Egipto me vienen a la mente varias imágenes y una de ellas siempre es ese atardecer que ya siempre formará parte de esos momentos de ocaso del día que he tenido la suerte de disfrutar y que forman parte del elenco de recuerdos viajeros que vamos acumulando en nuestro interior a lo largo de nuestra vida”
Pepa Lozano – Calíope. Viajes y vivencias
MALDIVAS
“Hay muchos atardeceres que nos han dejado sin palabras en nuestros destinos como la de Bagan, Santorini o el Desierto de Atacama. Pero sin duda, la que más nos ha gustado ha sido la de Maldivas. En estas islas alcanzas un nivel de tranquilidad y paz que al final del día cuando te sientas en la arena a ver la puesta de sol es increíble, cero estrés acumulado… Los azules del mar cambian por momentos, los peces ( si hay suerte delfines) saltando y el sol reflejado en la blanca arena… Maldivas es nuestro paraíso”
Meritxell Beltrán – El próximo destino
SANTORINI – GRECIA
“He vivido puestas de sol magníficas por el mundo, pero si hay unos atardeceres que recuerdo con especial emoción son los de la isla de Santorini. Se dice que estas puestas de sol son inolvidables y de las más bellas de Europa. Y aunque suelen parecerme expresiones demasiado categóricas la mayoría de veces, doy fe que yo personalmente siempre las recordaré. La luz de Grecia en general es maravillosa, pero ver el sol ponerse tras la caldera volcánica , mientras se fundía con el Mediterráneo y tenía todo el cielo y las casa blancas de naranjas y rosados llegó a hacerme soltar la lagrimita”
Carol Gutiérrez – En el camino con Moonflower
SAN PEDRO DE ATACAMA – CHILE
“Cuando pienso en atardeceres, se me viene a la cabeza el Valle de la Luna (o de Marte, de Venus… vamos, ¡de otro mundo!), no sólo por la puesta de sol en sí, sino por los colores que inundan el cielo una vez que el sol se va, como si los últimos rayos del día no quisieran irse de tan impresionante lugar. Quizás la imagen que les comparto no es “la más linda”, lo impresionante es vivirlo, uno se siente infinito ante tanta belleza del universo”
Flor Vallejo – Ruta del Mate
PUSHKAR – INDIA
“No soy muy amiga de acudir a los lugares señalados en todas las guías como los perfectos para ver una puesta de sol, pero esta ciudad india es tan pequeña que uno casi no puedo evitar terminar sentado con un puñado de turistas en los ghats de Pushkar cuando se acerca uno de los momentos mágicos del día. El cielo va cambiado de color al mismo ritmo que las aguas del lago en el que se refleja… Es un lujo ver algo así mientras se escucha de fondo la música de un viejo sitar que toca un gitano en busca de algunas monedas…”
Kris por el mundo
Y como no hay puesta de sol a la que no siga unas horas después un gran amanecer…
LOS 15 MEJORES AMANECERES
Había una vez una joven que soñaba con viajar a India. Soñaba con ello y finalmente pudo conocer aquel país que estaba en la lista de sus deseos. Una vez allí se sintió sorprendida e intimidada a partes iguales, nunca había estado en un lugar ni remotamente parecido a aquel en el que la gente caminaba descalza por carreteras y ciudades, en el que los enfermos no estaban en hospitales si no en la calle y donde los niños corrían por cualquier lugar llenos de mocos sin que nadie se ocupara de ellos; jamás se había sentido tan observada por como vestía, como se movía o por las cosas que hacía. Miraba muchas veces desde la ventana de su hotel las calles de aquellas ciudades cuyos árboles en lugar de tener gorriones como los de su ciudad tenían buitres apostados en sus ramas, y entonces se preguntaba que hacía allí en lugar de paseando por cualquier lugar de aquel a la vez exótico y terrible país. Pero se quedaba detrás de la ventana, dentro del coche, en un rincón tranquilo del tren… y sentía que estaba dejando pasar de largo algo único. Regresó a casa con la certeza de que volvería a aquel país llamado India con el valor que esa primera vez no había tenido.
Pasaron los años, la chica viajo, creció y aprendió. Y entonces regresó a India e hizo realidad su sueño de juventud. Esta vez no se quedó protegida detrás de ningún cristal, esta vez salió a conocer ese país llamado India y a vivir, a aprender, a compartir… En esta ocasión no sintió que nada pasaba de largo, porque esta vez no era una espectadora de lo que ocurría a su alrededor: esta vez ella era uno de los personajes que caminaban tranquilos por aquellas calles porque ahora las sentía suyas, no tenía miedo ni vergüenza si alguien la miraba. Olió, saboreó, toco, miró y escuchó todo lo que India la ofrecía y se sintió dichosa cada día cuando compartía compras con mujeres vestidas con sari que la sonreían con complicidad, o cuando los niñas de pueblos perdidos le pedían con los ojos esa pinza de colores que llevaba en el pelo. Esta vez se marchó de ese complicado país con la certeza de que ahora que había tenido el valor que le falto la primera vez ya no había razón para no volver.
Volvió al país llamado India por tercera vez, pasó por lugares conocidos en los que reconocía olores e imágenes, pero también fue a otros nuevos donde en ningún momento se sintió mal porque dominaba el arte de sonreír cuando era necesario, de decir que no rotundamente si la circunstancia lo requería y sobre todo ya nada la asustaba aunque todo la seguía sorprendiendo. Y ella dejaba que así fuera porque si algo había aprendido era que India te da lo mejor de si misma si te dejas llevar y aceptas las sorpresas como parte del viaje. Vivió intensamente el viaje como si fuera la última vez aunque algo la decía “volverás”.
Pasó algún tiempo y la chica ya convertida en mujer regresó a otra parte de ese país llamado India en la que muchas cosas eran similares a lo que ya conocía pero donde el paisaje era otro, la gente más tranquila, los templos más impresionantes y la comida más sabrosa. Pero ella sabía que la esencia era la misma y que aún disfrutaría de todo aquello, si algo la había enseñado India era a ser respetuosa y tolerante, a entender que la gente es muchas veces como la toca ser, que no todos tienen opción a elegir y no por ello son menos afortunados, sencillamente son diferentes. Y con esas premisas el viaje se volvió a convertir algo único lleno de momentos mágicos de los que si cierra los ojos aún recuerda el aroma del incienso, escucha los rezos que la rodeaban en los templos y siente el ligero picor del biryani que comió en aquel local en el que casi no había luz. Abandonó el país con la tristeza de quien se despide de un ser querido pero con la sensación de llevarse de él los mejores recuerdos.
Ahora, la mujer sigue soñando y lo hace con la esperanza del que sabe que muchas veces, los sueños, se hacen realidad.
14 de Octubre – Munnar
Hoy salimos es el día en el abandonaremos Tamil Nadu, nos vamos al más conocido de los estados del sur Kerala, pero antes tenemos que desayunar… es el día de mi cumple, llevo años celebrándolo lejos de casa y esta mañana además de la felicitación de Arturo tengo una sorpresa. Cuando estoy disfrutando de una delicioso chai se acercaron a mi mesa tres personas del hotel, con una pequeña tarta, una felicitación y un ramo de rosas. Puf… la verdad es que me emocioné un poco, y casi me pongo a llorar. Fue un detalle muy bonito, aunque con el calor y el viaje que venía por delante dudé que las flores aguantaran mucho.
Hecho el check out en el hotel, subimos al coche con Vittal rumbo a Munnar, la primera de nuestras paradas en el estado de Kerala. Poco a poco vamos viendo como el paisaje cambian. Los arrozales que llegaban hasta el horizonte en Tamil Nadu empiezan a convertirse en plantaciones de té en las laderas de unas montañas. Estamos en los Ghates Occidentales, frontera entre los dos estamos más sureños de India.
Según vamos subiendo por la ladera de la montaña rumbo a Munnar notamos otro cambio: el calor agobiante que hemos llegado a sufrir algunos días ha desaparecido y ahora tenemos incluso que cerrar las ventanas del coche y quitar el aire acondicionado pues fuera ha refrescado bastante.
El paisaje es algo que no habíamos visto nunca: arbustos de té crecen unos junto a otros hasta donde la vista alcanza, solamente los caminos que utilizan los trabajadores cortan ese manto verde. Es realmente bonito y uno se pararía constantemente a hacer fotos, pero la carretera es estrecha y llena de curvas, así que evitamos pedir a Vittal que se detenga a no ser que veamos que es totalmente seguro.
Cuando alcanzamos a medio día la población de Munnar, otra cambio ha tenido lugar: el sol ha dejado de lucir y el cielo está plomizo, el aspecto es de que comenzará a llover de un momento a otro. Decidimos buscar en primer lugar el hotel, dejar las cosas y que mientras Vittal se ponga en contacto con el guía con el que vamos a hacer un trekking esa tarde (aunque en vista de como luce el cielo la cosa pinta mal…)
Llegamos al hotel Swiss County que está a unos kilómetros de Munnar, elevado sobre un soberbio valle. Es pequeño pero muy moderno y estiloso. Entramos con nuestro equipaje y al dar los pasaportes el recepcionista se da cuenta de que es mi cumpleaños. Me felicita y me dice que como están casi sin clientes me darán para las dos noches que vamos a pasar allí una suite en lugar de una habitación standard. Otro regalo sorpresa del día, no vamos mal.
Como en los alrededores no hay nada, la única opción para comer o cenar es el propio hotel, así que una vez organizado el equipaje y picado algo para comer, les comentamos que vamos a cenar en el hotel. Nos dan la carta y nos dicen que no hay problema, pero que tendremos que comer en la habitación, pues la única zona donde tienen mesas es en la azotea, y está abierta por lo que puede hacer mucho frío para la cena. Por nuestra parte no hay problema, así que les decimos lo que queremos cenar y salimos en busca de Vittal.
Justo empieza a llover cuando nos encontramos con el guía del trekking que nos dice que lo mejor es cancelar, pues los caminos se ponen intransitables con el agua. Incluso al día siguiente estará todo hecho un barrizal, así que lo mejor es olvidarnos de caminar por la montaña y buscar un plan alternativo… La primera cosa que se nos ocurre es visitar el Museo del Té, pero justo es día cierra. ¿Y qué hacemos entonces? La verdad es que la cosa pinta mal, el motivo de visitar Munnar es conocer los campos de té y las montañas, pero con lluvia no hay quien haga nada de eso. Estamos pensando en alternativas cuando me doy cuenta de que estamos paramos delante de una tienda de té. Le digo a Arturo que voy a bajar a comprar algo y una vez dentro de la tienda no se que hacer ni a quien dirigirme. En realidad son varios comerciantes que comparte local, pero en realidad todos venden lo mismo, así que me acerco a uno de ellos y le pido té y unos bollos bastante apetecibles para invitar a Vittal.
Mientras nos comemos lo que he comprado Vittal nos dice que le han contado que todos los días a pocos kilómetros hacen representaciones de kathakali. No lo dudamos dos veces y le decimos que es perfecto y al menos aprovechamos para hacer algo a pesar de la lluvia.
Llegamos al lugar y la primera impresión es un poco decepcionante. Unas maderas hacen de paredes, pero con tantos huecos que el agua entra por todas partes, el techo es de uralita y la lluvia suena tan fuerte que uno teme que pueda con el tejado…. pero bueno, es lo que hay, y cuando vemos que empieza a llegar gente, sobre todo indios, nos animamos y dejamos de sentir que nos hemos metido en un tugurio donde sencillamente nos han sacado las rupias y nos ofrecerán vete a saber que….
Media hora antes de la función ya empieza el espectáculo: uno de los actores sale al escenario y comienza a maquillarse ante nosotros. Intensos colores van cubriendo su cara hasta que deja de ser el chico que había salido para convertirse en uno de los personajes principales de lo que veremos a continuación.
Apagan las luces y salen unos músicos al escenario. También un actor, hombre, vestido de mujer (en el khatakali no actuan mujeres). Todo lo que veremos nos lo contarán los actores con diferentes gestos del rostro y movimientos del cuerpo, del modo que antes de que todo comience ese hombre convertido en mujer por el maquillaje y la ropa van mostrando los distintos gestos que veremos mientras un narrador describe lo que cada uno quiero decir: enfado, alegría, duda, amor….
Se supone que ya todos entendemos más o menos los gestos a partir de aquí, de modo que comienza el espectáculo y en el escenario van apareciendo diferentes personajes que al ritmo de la música nos van contando una historia de amor y celos, de buenos y malos, de hombre y mujeres… Una historia como las que hemos visto tantas veces en el cine o el teatro, pero aquí contado todo de otro modo, con una música de fondo que parece que te envuelve. Mucho color en el escenario y buenos actores. La verdad es que a pesar de las dudas iniciales salimos muy contentos del teatro y con la sensación de haber visto algo mejor que si finalmente hubiéramos ido en Kochi a cualquiera de los teatros de d kathakali que allí hay.
Acabada la función Vittal nos llevó al hotel donde nos esperaba la cena….¡¡¡y otra tarta de cumpleaños!!! Esta la verdad es que no estaba muy buena, pero por supuesto les agradecí el detalle y disfrutamos de una rica cena que no fuimos capaces de acabar antes de irnos a descansar con la esperanza de que la lluvia no fuera nuestra compañera al día siguiente.
(Nota: las velas me las llevo siempre desde España y las soplo encima de una tarta de un plato de pasta, lo mismo da, pero lo importante es soplarlas)
15 de Octubre
Parece que el tiempo hoy va a ser benévolo con nosotros y la lluvia no hace acto de presencia al menos a primera hora del día. Subimos a desayunar a la azotea y disfrutamos de las mismas vistas magníficas que desde nuestra habitación. La calma del lugar y ese paisaje hacen que uno no quiera ni salir a pasear por los alrededores de Munnar….
Pero hay que movilizarse y salir a descubrir lo que los ghates tienen que ofrecernos. Vittal está puntual en la puerta y poner rumbo hacia el Parque Nacional de Eravikulam. Para llegar allí tenemos que cruzar una tras otra las plantaciones de té, hasta un punto donde debemos abandonar el coche y comprar los billetes de acceso al parque así como los del autobus que nos llevará hasta la entrada.
Somos los primeros en subir al bus, y cuando este se llena nos ponemos en marcha hacia el parque donde se supone tendremos la posibilidad de ver un tipo de cabra montesa, la Nilgiri Tahr. Y si que vimos una, pero en la carretera antes de llegar al parque.
Tengo que confesar que este parque fue la primera decepción de nuestro viaje por Kerala. Ni cabras ni nada que ver que mereciera la pena pagar las rupias que nos habían cobrado. Apenas una paseo de un kilómetro por un camino semi asfaltado y ya está. Con o sin cabras, desde mi punto de vista es una visita totalmente prescindible.
Una vez finalizado ese paseo por Eravikulam pusimos rumbo hacia Top Station, un punto en lo alto de las montañas y que es la frontera entre Tamil Nadu y Kerala. Se supone que las vistas son estupendas, pero vamos avisados de que la niebla suele ser la reina de lugar… asi que no nos sorprende cuando efectivamente no vemos mucho debido a que precisamente esa niebla cubre las laderas de la montaña. Aún así, hasta donde alcanzamos a ver los arbustos de té cubren la montaña creando un bonito paisaje.
Bajando desde Top Station paramos a ver otro lugares como el Echo Point y una presa, pero nada que destacar de estos lugares. Muchos puestos de comida, de recuerdos, coches, turistas sobre todo indios… y poco más. De nuevo lo más espectacular seguía siendo el paisaje de los campos de té.
Pero entre tanta cosa que nos dejaba ni fu ni fa, en mitad de una carretera Vittal se paró porque había visto elefantes salvajes. Estaban a cierta distancia, pero merecía la pena bajar del coche para verles a su aire paseando por las montañas.
Nos quedaba por ver a las trabajadoras que se encargan de la pesada tarea de la recogida del preciado té de Munnar, de modo que le pedimos a Vittal que hablara con alguien que le pudiera indicar donde encontrarlas. Pusimos rumbo hacia una de las muchas plantaciones de la zona y encontramos algunas mujeres metidas entre los arbustos del té cortando las mejores hojas con manos hábiles, y a otras transportando la voluminosa carga por las carreteras.
La verdad es que nadie me invitó a acercarme a ellas, pero como todo fueron sonrisas al verme entendí que no tenían problema en que sacara fotos. Ellas siguieron trabajando como si yo no estuviera allí, y disfruté de la soledad de estar rodeada del aromático té indio en compañía solamente de esas mujeres de curtidas por el sol, el trabajo y la vida.
A esa hora ya habíamos aprovechado a tope el día, y le dijimos a Vittal que nos acercara a Munnar para dar una vuelta por el pueblo, que la verdad es no ofrece mucho al viajero. Apenas nos habíamos alejado unos metros del coche cuando comenzó a llover como si no hubiera un mañana. Tuvimos que resguardarnos bajo el toldo de una tienda y esperar a que amainara un poco, pues hábilmente habíamos dejado los chubasqueros en el coche y no teníamos intención de empaparnos sin necesidad.
Cuando paró un poco dimos una vuelta por la calles llenas de agua del pueblo y pasamos junto a algunas tiendas, una de ellas una joyería donde me llamó mucho la atención la imagen de una padre de aspecto humilde junto a su joven hija. Estaban comprando joyas de oro, la hija quería las más brillantes y llamativas y yo veía la cara del padre que probablemente llevaba ahorrando desde que su hija había nacido para poder darle da mejor de las dotes…. Me entristeció todo, el padre trabajador y sencillo, la hija que solamente quería más y más, la historia de la mujer india y su dote… Cosas sin duda difíciles de entender y compartir.
Cuando regresamos al coche ya quedaba poco para que oscureciera, y como las opciones sobre que hacer eran pocas, le pedimos a Vittal que nos llevara al hotel para cenar allí y terminar el día tomando algo tranquilamente en la habitación.
Se acababa Munnar, al día siguiente emprenderíamos viaje a Kochi.
12 de Octubre – Madurai
Salimos de Chettinad tras visitar las mansiones con destino a Madurai, una de las ciudades más conocidas del sur de India y una de las pocas cuyo nombre me “sonaba” antes de comenzar a preparar nuestro viaje.
Aún es de día cuando llegamos a las calles de esta gran ciudad y nos sorprende el caos y el ruido en las calles. La sensación es similar a la que se tienen en otras grandes ciudades del norte de India en las que las calles están llenas de coches tocando el claxon y la gente va y viene en todas direcciones.
Nuestro hotel, el Heritage Madurai, está un poco alejado del centro y resulta tranquilo pues está en medio de unos jardines alejados de la carretera. Enseguida hacemos el check-in y nos acompañan a nuestra habitación. El recinto es bastante grande y cuentan con coches eléctricos para llevar equipajes y a los pasajeros que lo necesiten, un capricho que muchos sin duda agradecen.
Esa noche le pedimos a Vittal que viniera a por nosotros para ir a cenar a un sitio que habíamos visto recomendado, el Surya. Está ubicado en la azotea del Hotel Supreme, y tenía una amplia carta con todo tipo de platos indios, una ambiente muy animado con oriundos y turistas, y sobre todo, unas vistas amplias de la ciudad con la estrella de la ciudad iluminada al fondo: el templo de Sri Meenaskshi. A pesar del calor que hacía en la ciudad, el estar tan altos nos brindó un poco de brisa que hizo la cena aún más agradable.
Al subir a cenar le dijimos a Vittal que se marchara a descansar, que nosotros regresaríamos al hotel en un rickshaw. Y así lo hicimos, por unas pocas rupias nos permitimos no estar pendientes de horarios ni de que nuestro conductor estuviera esperando.
Una vez en el hotel una buena ducha, un poco de lectura y a dormir. Que el calor, al menos a mi, es una de las cosas que más me agotan.
13 de octubre
El desayuno tipo buffet del hotel es muy variado, y después de probar un poco de todo y animar el cuerpo Arturo con café y yo con té, salimos en busca de Vittal. Con él nos adentramos de nuevo en el caos de la ciudad mientras avanzamos hacia el templo de la diosa de ojos de pez y tres pechos: Meenakshi Amman. Ella da nombre al más famoso templo de la ciudad y uno de los más importantes del sur de India.
Dejamos a Vittal en una calle de Madurai cercana al templo pues la plaza en la que se encuentra es accesible solamente a pie. Una vez en ella tenemos que dejar (cómo no) nuestros zapatos en las taquillas preparadas para ello y acceder descalzos al templo pasando por debajo de uno de los cuatro grandes gopurams llenos de coloridas esculturas que comunican la calle con el recinto sagrado.
Una vez dentro del recinto y aunque es temprano ya nos cruzamos con hindúes que van y vienen con ofrendas hacia zonas del templo cuyo acceso es exclusivo para ellos, nosotros nos tendremos que conformar con la vista desde el exterior de la mayoría del recinto. La verdad es que el templo es tan amplio y tiene tanto que ofrecer que aunque no podamos entrar a muchos sitios sabemos que tenemos mucho que hacer y ver en este lugar.
Comenzamos la visita al templo de Madurai girando hacia nuestra derecha y encontramos un espacio cubierto con columnas bajo las cuales vimos a hindúes con sus ofrendas recibiendo la tikka de sacerdotes. Allí mismo, un elefante decorado como en otros tantos templos de Tamil Nadu. Unas rupias o unos plátanos parecían suficientes para recibir un “trompazo” y allá que fuimos nosotros, que teniendo la ocasión de nuevo de una bendición, ¡¡¡cómo irnos sin ella!!!
A continuación entramos a la parte cubierta y oscura del templo… y nos encontramos rodeados del ambiente más espiritual que alguien pueda imaginar: esculturas de deidades, flores, olor a incienso, velas, ofrendas, fieles parados frente a la imagen de cualquier dios orando ajenos al moviendo que les pudiera rodear…. Todo el templo transmitía esa sensación de lugar especial al que todo el que va lo hace con esa pasión especial del que cree en algo superior, algo al que se le puede pedir porque tiene el poder de conceder.
Al llegar a este templo habíamos visto muchos otros increíbles en Tamil Nadu, asistido a ceremonias únicas, contemplado como se hacían ofrendas… Pero probablemente por la cantidad de hindúes que había en el templo de Meenakshi esa sensación de espiritualidad era mayor que en otros lugares.
Este templo es inmenso y magnífico, lleno de recovecos y puertas (muchas de las cuales no pudimos atravesar), de largos pasillos cubiertos con techos llenos de color que sustentan altísimas columnas decoradas con esculturas. Es un mundo de luces y sombras, la oscuridad más absoluta a veces desaparece cuando una puerta o ventana es atravesada por la fuerte luz del exterior. A mi que me resulta complicado perder la orientación en este y otro templos de esta zona de India la perdí por completo tan absorta como iba en todo lo que pasaba a mi alrededor.
Recorrimos toda la zona cubierta del templo yo diría que dos veces, nunca teníamos claro haber pasado ya por un sitio o no, hasta que por fin dimos con algo que nos pareció una especie de salida y nos dirigimos hacía ella. Un poco más allá, la luz. Seguimos viendo columnas, pero ahora colocadas como se de un claustro se tratara. En el centro, un gran estanque, y pasando alrededor la oportunidad de divisar varios de los magníficos y profusamente decorados gopurams del templo.
En esta zona también vimos algunas paredes con delicadas pinturas, y una vez más fieles que iban de acá para allá llevando flores o encendiendo velas.
Lo último que visitamos en el templo fue el museo, ubicado en la sala de las mil columnas. Hay que pagar entrada para acceder, pero a la persona encargada de su venta le debimos caer en gracia pues en lugar de cobrarnos la cara entrada de turistas nos cobró y entregó una de las baratas que corresponden solamente a los indios. Eso que nos ahorramos…. La verdad es que nos gustó mucho el museo, sus esculturas colocadas entre las fantásticas columnas, la iluminación,… Creo que estando allí sin duda merece la pena una visita aunque sea rápida.
Al salir del museo, en lugar de regresar a la puerta por la que habíamos accedido al templo, salimos por otra en la que había un montón de puestos de frutas, ofrendas, flores, incienso… y una figura de Nandi, el vehículo del dios Siva, ante la que muchos hindúes ser paraban a orar.
Nos tocó caminar luego descalzos por la calle hasta el lugar donde estaban nuestro zapatos, pero creo que esas alturas de viaje ya estábamos curados de espanto y lo mismo nos daba. Además la zona que rodea al templo es peatonal como dije antes y no estaba tan sucia como cualquier otra calle de la ciudad.
Camino al coche donde nos esperaba Vittal pasamos delante de muchas tiendas, y en una de ellas nos invitaron a subir a la azotea prometiendo unas vistas inigualables del templo. Arturo dijo que no iba a subir, pero yo me animé y entré a la tienda (donde agradecí enormemente el aire acondicionado) y subi a la azotea pasando por plantas llenas de artesanía. Y la verdad es que la vista era muy buena, se podían ver seis de los ocho gopuram del tamplo, pero tenía justo el sol delante, por lo que decidí no hacer ninguna foto (que iba a salir mal casi seguro) y llevarme ese recuerdo solamente para ti. Al bajar el personal de la tienda estaba empeñado en mostrarme todo lo que allí había, pero decliné su invitación de ver cada objeto que allí había pues tenía claro que no iba a comprar.
Una vez en el coche pusimos rumbo al Palacio de Tirumalai Nayak de Madurai. Debió ser un edificio soberbio, pues queda muy poco de lo que fue y resulta magnífico. Hay que pagar entrada y bastante cara teniendo en cuenta lo que realmente se puede ver dentro. A mi me parece que no merece la pena, pero claro, lo he visto y puedo juzgar, pero la verdad es que aparte del patio con enormes columnas, solamente se puede visitar lo que fue el salón de baile decorado con esculturas.
Terminada la visita del palacio, y teniendo en cuenta el calor que hacía en Madurai a esas horas, decidimos que lo mejor era volver al hotel, disfrutar un poco de la piscina y quedar por la tarde con Vittal para la cena y volver al templo, en el cual sabíamos que algo pasaba cada noche….. Y es que Siva parece ser que no le gusta dormir solo, y cada noche va a pasarla con su amada diosa de los ojos de pez….
Esa tarde habíamos decidido darnos un capricho y subir a tomar una cerveza al hotel Taj Garden donde habíamos leído que eran especialmente bonitas las puestas de sol con Madurai al fondo… pero no tuvimos la suerte de poder ver una, pues a media tarde comenzó a cubrirse el cielo, llovió un poco y las nubes decidieron no abandonar el cielo de la ciudad. Aún así, mantuvimos nuestro plan y fuimos con Vittal hasta el hotel situado en una colina a las afueras de la ciudad. No vimos la puesta de sol, pero si pavos reales y monos en los árboles junto a los que estábamos disfrutando de la calma del lugar. Como nos pareció un lugar muy agradable, decidimos quedarnos a cenar el buffet del que disponía el hotel y así evitar de nuevo el caos de la ciudad en busca de un lugar donde cenar esa noche.
No nos demoramos demasiado, pues sabíamos que como muy tarde a las nueve teníamos que estar dentro del templo si no queríamos perdernos la procesión que cada noche lleva a Siva al lado de Meenakshi.
Vittal nos llevó hasta una calle de Madurai cercana a la entrada del templo, pero estaba todo oscuro y no había nadie a quien preguntar así que fuimos caminando al templo hasta la primera entrada que vimos. El lugar en ese momento resultaba mágico iluminado levemente, nuestro pasos se escuchaban sobre las piedras, pero aparte de eso nada indicaba donde podía estar teniendo lugar la procesión. Fuimos caminando hasta que empezamos a escuchar voces y cánticos, y atravesando la puerta cercana al estanque que habíamos visto esa mañana nos dimos de bruces con el dios y su séquito. Muchos fieles, pero también muchos turistas ansiosos de conseguir una foto y no de disfrutar de ese momento especial. Yo al principio me quedé bastante sorprendida y curiosa me acerqué para ver de cerca todo lo que pasaba….hasta que me sacó de ensimismamiento una turista grosera cuya única obsesión era hacer fotos y fotos, y claro, yo me había metido sin querer en su campo de visión.
Aparte de ese pequeño incidente, recuerdo aquello como algo curioso donde aunque no entiendas que pasa, sabes que es importante para ellos, para los hindúes que allí estaban lanzando flores e inclinando el rostro al paso de uno de sus dioses más importantes, Siva. Todo acabó cuando los sacerdotes atravesaron la puerta que llevaría al dios hasta su diosa…. Y fin. Todos a casa o a los hoteles a descansar para lo nuevo que nos depararía el siguiente día.