No soy mochilera

Tengo que confesarlo: yo no soy mochilera. Ni quiero serlo. Ya está. Dicho. Y oye, que sin cargar con una mochila a la espalda soy feliz en mis viajes, los disfruto mientras los preparo, mientras los vivo, cuando los recuerdo y los comparto. Pero yo soy muy cómoda y si me puedo alojar en buenos hoteles, tener un baño para mi sola y moverme en un coche que me lleve hasta el último rincón que quiero conocer ¿por qué no voy a hacerlo?

En mi juventud recorrí Europa en coche, durmiendo en hostales o campings, y sinceramente, ahora que me puedo permitir dormir en hoteles coquetos y cómodos, ¿qué necesidad tengo de pasar la noche en habitaciones con baño compartido y sin aire acondicionado cuando en la calle hay treinta y muchos grados? A muchos os parecerá una actitud aburguesada, algunos incluso dirán que así no se vive igual el viaje. Y ya os digo yo que no, que así se vive mejor. Porque el día tiene muchas horas para conocer, disfrutar de la gastronomía e interactuar con la gente. Así que cuando me voy a la cama no quiero preocuparme por si las sábanas estarán limpias o tendré que recurrir a un saco que cubra la cama por completo.

Si hablamos del tema transporte también tengo que confesar que en ciertos países y circunstacias prefiero sin lugar a dudas recurrir a un coche de alquiler con el que llegar en el mínimo tiempo posible a los lugares que quiero visitar. Porque para lo que visito un pais u otro es para conocer todo lo que pueda en él , y aunque haga trayectos en tren o bus, eso no quiere decir que renuncie a la comodidad de un vehículo que me lleve de puerta a puerta en determinados trayectos y de ese modo en lugar de tardar un día completo en llegar de un punto a otro poder hacerlo en unas cuantas horas.

Para moverme por las ciudades ya subiré en un tuk tuk, un bus o una bici con la diferencia que cuando el de la mochila que subió al tren llegue a la ciudad de destino yo ya la habré recorrido y conocido un montón de lugares y gentes.

Otro tema es la comida. Cierto que puedo pasar días comiendo en puestos de la calle, pero ¿es que probar comida del país en sus restaurantes no te muestra también su gastronomía? Es como cargar con jamón si te vas de viaje a China o Perú. Parte de conocer un lugar es también a través de sus platos, no vayamos cargados con embutido y latas de anchoas por mucho que nos gusten ni pensemos que por comer en un local donde la comida cuesta más de un euro me estoy saltando todas las normas del buen viajero.

Durante un tiempo también me planteé comprar mochilas pero me dije, ¿pero para qué voy a cargar con ese pedazo de bolsa si puede llevar una similar con ruedas?

Hay quien dirá que ser mochilera es un actitud, y de verdad, yo les aplaudo porque son capaces de hacer viajes por mucho menos dinero que yo, pero que no vengan a contarme que si no duermes en un albergue cada noche no eres un verdadero viajero. A mi sinceramente no me compensa, tengo 30 días de vacaciones al año y prefiero vivirlos a tope, tener todas las experiencias nuevas que pueda cada día.

Aunque lleve una bolsa con ruedas y duerma en hoteles chulos mi pasión y mis ganas de viajar son las mismas que la de aquellos que a bombo y platillo insisten en que para vivir un país hay que utilizar trenes o buses donde no te puedes mover y comer en  puestos  de la calle. Los que viajamos con comodidad no nos mantenemos al margen de la vida del país que visitamos, en mi caso llevo bastante tiempo recorriendo el mundo como para saber que lo que hace que un viaje se viva con más o menos intensidad son las ganas, la ilusión y la voluntad, no el lugar donde se duerme o se come.

No quiero con esto criticar a nadie, nada más lejos de mi forma de ser y actuar, me gusta aquello de vive y deja vivir. Pero por favor, seamos realistas y que levanten la mano aquellos que si van a India van a preferir de verdad dormir en una guesthouse antes que en lo que fue el palacio de un maharajá.