Uno de los lugares que ver en Arequipa es sin duda el Monasterio de Santa Catalina. En una de sus calles coloniales cercana a la Plaza de Armas se encuentra este lugar del que yo jamás había oído hablar antes de comenzar a preparar mi viaje a Perú y que sin duda ha terminado siendo uno de los grandes descubrimientos de mi paso por el país andino.
Para visitarlo hay que pagar una entrada, y una vez dentro existe la opción de contratar un guía o visitar el lugar por libre. Nosotros elegimos la segunda opción y pasamos horas allí metidos disfrutando de calles, claustros, patios y celdas llenas de muebles antiguos. Se pasa de zonas pintadas de azul a otras de deslumbrante blanco y siempre adornadas con plantas y flores.
El monasterio fue fundado a finales del siglo XVI por una viuda rica y muy selectiva para elegir a las monjas que podían entrar en el convento. Todas procedían de buenas y ricas familias españolas, y para poder entrar en el convento tenían que aportar una importante dote. Pero la vida dentro del Monasterio de Santa Catalina no debía ser muy dura para ellas, pues podían tener entre uno y cuatro criados, e incluso celebrar fiestas. Todo muy alejado sin duda de la vida que hoy en día entendemos deben llevar las monjas de clausura que aún viven en el monasterio.
Este modo de vida perduró tres siglos, durante los cuales las propias familias podían construir la celda de sus hijas. Dichas celdas se pueden visitar y constatar que en ningún caso era pequeño y recluidos espacios, sino que en muchos casos cuentan con varias estancias e incluso su propia cocina.
Sin embargo en el siglo XIX el Papa Pio IX acabó con todo eso mandando a una estricta monja que envió de regreso a las españolas a casa junto con su dote y liberó a las sirvientas, muchas de las cuales permanecieron en el convento como monjas. Vivieron envueltas en un halo de misterio hasta que el alcalde de Arequipa obligó a abrir sus puertas y a modernizarse, momento a partir del cual se permitió la entrada a los visitantes y la monjas pasaron a estar recluidas en una zona restaurada del lugar.
Actualmente el visitante puede deambular por un gran complejo que es el Monasterio de Santa Catalina pasando por calles que recuerdan a las ciudades españoles (Córdoba, Burgos,…) y curioseando por cientos de rincones donde siempre habrá una planta o un farol de los que se encienden para la visita nocturna.
También se pasea por lo que fue el zoco privado de la monjas, la plaza de Zocodober, a la que salían para intercambiar o vender su labores. Muy cerca de dicha plaza y su fuente se puede ver la gran cocina comunitaria (que primero fue iglesia) o el gran baño que más parece un piscina cubierta.
No hay que dejar de subir las escaleras que llevan a los tejados del Monasterio de Santa Catalina para desde ellos volver a escuchar el sonido de las calles de Arequipa y ser consciente de que estamos en el siglo XXI y que no hemos retrocedido en el tiempo.
Visitar el Monasterio de Santa Catalina
Dirección : Calle Santa Catalina 301, Arequipa
Horario:
- Lunes a domingo : 9:00 a 17:00 h
- Martes y jueves : 9:00 a 20:00 h
- Cerrado : Viernes Santo, Navidad y Año Nuevo
Visitas guiadas opciones
Pago de las entradas : efectivo y tarjetas de crédito
Gratis : niños menores de 7 años