La comarca barcelonesa del Berguedá ofrece al viajero infinidad de actividades, desde senderismo a los pies del Pedraforca a paseos en busca de setas cuando llega el otoño. Es una zona montañosa que poco a poco se acerca a los Pirineos, lo cual yo no sabía. Porque tengo que confesar que antes de emprender mis escapadas a Barcelona como descubridora de rincones para la web Minube no hubiera sido capaz de dibujar con precisión un mapa de la provincia y no hubiera dicho jamás que en su extremo norte son tan pocos los kilómetros que la separan de la cordillera que nos separa de Francia. Pero cuando tuve claro que el Berguedá escondía en esas montañas preciosos pueblos, santuarios e iglesias románicas tuve claro que debía dedicar una de mis escapadas a conocer lo que allí esconde Barcelona. La ruta la centré en dos poblaciones rodeadas de montañas, Castellar de N’Hug y La Pobla de Lillet, ambas lugares tranquilos que sin dudo me alegra haber conocido.
Comencé la visita por La Pobla de Lillet, un pequeña localidad atravesada por el río Llobregat en la que ya se siente el aire limpio y fresco de los Pirineos. En ella viven poco más de 1.100 personas y sin embargo es un lugar que atrae a muchos visitantes deseosos de conocer uno de los lugares más atractivos y famosos de la comarca del Berguedá: los Jardines Artigas de Gaudí. No hace falta decir mucho más que el nombre de este gran artista para que sean muchos lo que se animen a llegar hasta La Pobla de Lillet para visitar solamente ese lugar. Sin embargo y aunque muchos digan que me perdí lo mejor de la localidad yo estaba allí para localizar todos esos lugares que los turistas que llegan a esta población olvidan visitar. De modo que me olvidé de los famosos jardines y tras dejar mi coche en una zona de estacionamiento junto al río comencé a pasear hacia los lugares que quería conocer en La Pobla de Lillet.
Lo primero que vi fue el llamado Puente Viejo, y con razón, pues se trata del puente más antiguo que en la actualidad cruza el río Llobregat. Hoy en día tiene una sola arcada, aunque los historiadores apuestan porque en el pasado debió contar con más arcos. Su construcción data del siglo XIV, siendo restaurado en diversas ocasiones, la última de ellas en 1984. Sin duda este puente es un símbolo de La Pobla de Lillet y cuando uno camina sobre él, si mira hacia el casco antiguo de la ciudad, obtendrá una bonita vista del conjunto. Es precisamente en el casco histórico de la ciudad donde puede ver la Iglesia parroquial de Sta. Mª de Lillet en la que destaca el altar mayor rodeado de columnas jónicas y esas calles adoquinas sobre las que se alza lo que queda del Castillo de los Mataplana, hoy convertido en alojamiento rural lleno de encanto.
Mi siguiente parada era el Santuario de Falgars, a 11 kilómetros de La Pobla de Lillet. La carretera me llevó montaña arriba y cada poco tenía que parar para disfrutar del precioso paisaje otoñal que tenía ante mi. Casi todo lucía de un verde brillante salpicado por toques de dorado de esos árboles que ya estaban perdiendo sus hojas, fue un camino que seguramente tarde en recorrer el doble de lo habitual, pero es que hasta la carretera estaba preciosa con sus árboles que se mecían con la fresca brisa de la montaña. Subí y subí para llegar a una bifurcación que no dejaba claro cual era el camino a seguir. Dudé pero al final decidí que la ruta que quedaba frente a mi era demasiado campestre como para que un coche pasara por allí, de modo que giré a la izquierda ¡¡y acerté!!. Me llamó la atención la cantidad de gente que había allí, con coches, tiendas de campaña y caravanas, a pesar de que no hacía calor estaba claro que todo el mundo quería aprovechar el sol otoñal. Es un lugar perfecto para pasar un día de campo, incluso hay barbacoas.
Por fin, un poco más allá apareció el Santuario, cuya construcción comenzó en 1646. Se trata un pequeño templo en lo alto de una montaña que regala unas vistas fantásticas a quien llega hasta él. El coche lo puede en una zona de estacionamiento a los pies del templo, para entrar en la ermita y descubrir que en Barcelona no solamente tienen un bella Virgen Negra: también tienen una preciosa Virgen Blanca. Se trata de una imagen de alabastro del principios del gótico en la que la Virgen está dando el pecho a su hijo. El interior del santuario que la resguarda es sencillo, entré con una pareja que llegaba allí en ese momento, dimos la luz y descubrimos al fondo una escalera, con otro interruptor que ilumina directamente la imagen. Visto el Santuario tenía que regresar hasta La Pobla de Lillet para visitar a poca distancia otros dos lugares, el Monasterio de Sta. Maria de Lillet y la Rontonda de St.Miquel. Para ello cruce de nuevo el pueblo siguiendo el curso del río y pasada la desviación que más tarde tendría que tomar para ir hasta Castellar de N’Hug ya pude ver a lo lejos el Monasterio que antes he citado. En la carretera una señal indicaba por donde desviarse, dejé el asfalto para pasar al camino de cabras pero el coche se portó genial y llegué sin problemas a los pies de los templos. El que tenía más cerca era el monasterio cuya iglesia es de estilo románico aunque ha sufrido muchas reformas. Destaca en ella su sencilla portada, pero sobre todo ese claustro en ruinas que a pesar de su sencillez resulta de lo más romántico. Por desgracia no pude verlo por dentro pues no localicé a nadie en La Pobla de Lillet que me indicar a donde acudir para que me dejaran la llave del claustro o me explicaran que hacer para ver completo el interior.
La Rotonda de St. Miquel se ve desde el Monasterio, basta subir una pequeña colina para encontrarse con la pequeña y bien conservada iglesia redonda cuyos muros no tienen ventanas, están construidos con sencillos sillares y en su parte más alta se aprecia un friso decorativo. Estar allí me regaló el momento más tranquilo del día. Hacía sol aunque las nubes amenazaban con volver a cubrir el cielo, el aire se notaba limpio, no había nadie cerca y el único sonido que escuchaba era el del campo, el de los pájaros y los árboles. No puede evitar sentarme a contemplar lo que tenía ante mi, desde esa iglesia con más de mil años de historia hasta las verdes montañas que ya anuncian que los Pirineos están cerca… Fue uno de esos momentos en los que piensas “vale la pena haber llegado hasta aquí”.
No podía entretenerme demasiado, así que dejé atrás el romanticismo viajero para volver al coche y dirigirme a mi siguiente parada ya mucho más cerca de las montañas pirenaicas. Tenía de regresar hacia La Pobla de Lillet y antes de entrar en el pueblo tomar la carretera que montaña arriba y durante 14 kilómetros me llevaría hasta mi destino. Según conducía iba dejando atrás el sol, las nubes empezaban a ser mis compañeras. Tenía anotado que en esa carretera debía parar para ver una pequeña iglesia de estilo románico lombardo: San Vicenç de Rus. Fui atenta y no hubo pérdida pues estaba perfectamente señalada en la carretera y además se la distingue fácilmente entre los árboles. Esta iglesia fue consagrada en 1006 y su sobrio exterior no delata que esconde dentro una pintura mural de estilo gótico. En su momento tuvo otra de estas pinturas de estilo románico, pero hoy se conserva en el museo de Solsona.
Caía la tarde y empezaba a hacer bastante frío, de repente el abrigo y la bufanda me hicieron falta sobre todo cuando pocos kilómetros más allá y tras dejar atrás las Fuentes del Llobregat llegué a Castellar de N’Hug. Dicen que la primera impresión es la que cuenta, y en el caso de este pequeño pueblo de montaña es verdad. De repente le ves allí, colgado en las montañas, casas marrones resaltando entre el verde de los árboles. No hace falta más para saber que este lugar es especial, su ambiente en otoño no debía ser el mejor, pero en cuanto lleguen las nieves a las montañas seguro que esta localidad pasa a ser un lugar lleno de gente en busca de laderas blancas por las que deslizarse. O al menos así me monté yo la película mientras paseaba por las calles de Castellar.
Recorrí Castellar prácticamente sola y con el permiso de los gatos que parecen los reyes de la ciudad. Me miraban entre curiosos y asustados, en cuanto daba un paso más de la cuenta desaparecían por las tranquilas y cuidadas calles que tenían cerca en las que casi todas las casas estaban cerradas a cal y canto, solitarias después del verano, quizás impacientes esperando el cercano invierno. Castellar de N’Hug es más tranquilo que La Pobla de Lillet, en él es todo tan perfecto que casi parece un decorado, nada desentona, todo es armonioso. Su plaza, su Museo del Pastor, la iglesia parroquial, las vistas de las montañas… Un pueblo para relajarse, para caminar sin rumbo, para quedar con los amigos y quizás comprar uno de esos croissant de un kilo pensados para comer en compañía al calor de la chimenea.Esto fue lo que dio de si mi jornada por lo más algo del Berguedá. Se trata de una ruta que si se desea se puede hacer en un día partiendo incluso desde Barcelona capital. La distancia desde la Ciudad Condal hasta Castellar de N’Hug es de 144 kilómetros si se elige la C-16 para de este modo visitar en ruta La Pobla de Lillet. También existe la opción de ir por esta carretera y regresar por la C-17 atravesando la comarca de Osona. En ese trayecto hay menos kilómetros, tan solo 131, aunque en ambos casos el tiempo de viaje será de mínimo dos horas.
Quien prefiera hacer noche en las montañas para olvidarse del ruido de la ciudad y disfrutar del entorno puede alojarse en el corazón de Castellar de N’Hug. El Hostal La Muntanya ofrece habitaciones sencillas y un restaurante. A mi personalmente me parece un poco caro para lo que ofrece, pero es el alojamiento que mejor conjuga calidad y ubicación en la población.
Así ha sido la segunda escapada a tierras catalanas, estoy #Descubriendocatalunya y con la ayuda de @BCNesmuchoMAS seguiré lugares bellos y sobre todo poco conocidos a partir del mes de marzo. Atentos, porque Barcelona tiene muchos tesoros escondidos esperando a ser descubiertos.
8 comentarios
Me encanta descubrir lugares menos trillados en posts como éste. Me han encantado todas tus fotos y me encanta la idea de pasear sola por un pueblo rodeada de gatos. Un beso guapa 😀
Lo de los gatos la verdad es que fue muy divertido… al menos hicieron que no me sintiera sola 😉
Toda la comarca es preciosa y la verdad es que no se acaba. Fíjate que tyo no tuve tiempo se subir hasta Falgars ni tampoco visitar la rotonda de Sant Miquel. Al menos sí que pude visitar el interior de Sant Vicenç de Rus y sus pinturas.
Pues tú que lo tienes cerca, para la siguiente apunta esos lugares. Un abrazo
Hace unos días leía el post de Jordi y le comentaba que me quedé con muchas ganas cuando estuvimos por la zona de visitar las iglesias románicas. Nosotros paramos en Ripoll y subimos al Vall de Nuria, pero no nos dio tiempo a acercarnos a Berguedá. La verdad que siempre que hemos estado por esta zona la hemos bordeado y nos la hemos saltado. Los pueblos son muy chulos y más pasear por ellos con esta tranquilidad. Un abrazo
Belén, pues tu que eres andarina y te gustan las rutas por este tipo de lugares estoy segura de que la ibas a disfrutar un montón. Un abrazo
Qué día tan bonito Kris! Gracias por presentarme la Berguedá, la verdad que antes de que tú viajaras allí no tenía ni idea de su existencia.
Difícil elegir qué me ha gustado más. Las iglesias románicas me pierden, de las que viste, me quedo con la redonda. Eso sí, yo hubiese incluido la visita al jardín de Gaudí, aunque fuese con calzador.
Te voy a contar un secreto: antes de preparar estas escapadas a Barcelona ¡yo tampoco sabía que había comarca llamada Berguedá! 😉