Tras una noche de sueño reparador en tierras de Mahabalipuram y un desayuno buffet que nos dio fuerzas para afrontar el día salimos a la puerta del hotel donde habíamos quedado con nuestro conductor para comenzar la segunda jornada de nuestro viaje por el Sur de India. Nuestro destino para ese día era Kanchipuram, una ciudad famosa por sus templos y su seda.
Índice del artículo
Dónde está Kanchipuram
Kanchipuram está a unos 70 kilómetros de Mahabalipuram, lo que en India se traduce en casi dos horas de trayecto en coche. Durante ese tiempo pudimos disfrutar de un bello e inesperado paisaje teñido de verde por los campos de arroz y las altas palmeras. Y es que estábamos en el sur de India, en Tamil Nadu, el granero de India. Nada que ver con todos esos lugares mucho más conocidos que ver en Rajastán. También nos pudimos dar cuenta durante el viaje que ni la ropa de la gente del sur de India es igual a la del norte. Aquí los saris no tienen tanto color y los hombres no llevan turbantes. Sin duda una imagen alejada de la más típica de la India.
Qué ver en Kanchipuram
Al organizar nuestra ruta desde el principio tuve claro que Kanchipuram sería uno de los lugares que ver en India del Sur. Íbamos a ver muchos más templos en Tamil Nadu, y aunque muchos son similares a los de esta localidad, a nosotros estos nos sorprendieron mucho. Puede que por ser los primeros. O porque el paseo por la ciudad nos fue descubriendo la forma de vida de la gente del sur indio.
Templo Devarajaswami
Este templo dedicado a Visnu es sin duda uno de los santuarios más impresionantes de la ciudad por el gran gopuram de la entrada principal. Dejamos nuestro calzado en la calle junto a la puerta y nada más entrar se puede ver a la derecha un salón con columnas, única zona del templo que hay que pagar (nos costó 2 rupias) para poder visitarla.
Fuera nos llamó la atención una cadena de piedra en cada esquina del mandapam. Al salir de esa zona había que seguir caminando por el patio del templo para llegar al gran estanque o a cualquiera de las otras construcciones, pero el suelo estaba tan caliente que más que andar casi íbamos saltando.
Al salir del templo y caminar por la avenida para llegar al coche vimos un buen número de tiendas donde anunciaban saris a precios increíblemente baratos, pero ni con ese reclamo consiguieron que nos detuviéramos a curiosear, teníamos tanto calor que solamente pensábamos en volver al coche y a su aire acondicionado.
Vaikunta Perumal
En coche nos fuimos hasta el siguiente templo, mucho más pequeño que el anterior y también más antiguo. Fue construido hace unos 1200 años. Lo más llamativo eran sus claustros interiores con pilares de leones. Este tipo de construcción fue evolucionando hasta convertirse en los enormes salones de columnas que se puede ver en construcciones posteriores.
Kamakshi Amman
Cada vez que salíamos de un templo de Kanchipuram y volvíamos al coche dábamos gracias por contar con él y su aire acondicionado. El calor era intenso, y el sol a esa hora ya pegaba con fuerza, pero había que seguir visitando lugares, así que pusimos rumbo a otro de los templos de Kanchipuram: Kamakshi Amman.
Está dedicado a la diosa Parvati y su gopuram principal está decorado con increíbles esculturas de gran tamaño de dioses y apsaras. En el interior hay un salón de matrimonios (mandapam) y también un elefante que bendice a quienes le dejan un ofrenda. Ojo con hacer fotos, el dueño o cuidador no estaba por la labor de dejarnos fotografiar al animal, pero aquí está la prueba de que a cabezona no me gana ni el indio con peor humor.
Sri Ekambaranathar
El siguiente templo que vimos en Kanchipuram fue uno de los más grandes de la ciudad, Sri Ekambaranathar. Está dedicado a Siva y cuenta con un gopuram principal con preciosos grabados que mide 59 metros. El santuario interior es accesible solamente para los hindues, pero el viajero puede visitar el resto del gran complejo. Incluso la sala de espejos en cuyo centro se encuentra una imagen de Siva que al reflejarse crea una alusión a su omnipresencia. Por supuesto, siempre hay que ir descalzo, aunque el suelo te abrase los pies.
En los alrededores había bastantes personas pidiendo dinero, y a mi no se me ocurrió otra cosa que a una señora que pedía con insistencia comprarla lo único de comida que vi en los alrededores: un coco listo para beber. Pues hice el primo, porque dio un sorbo y lo tiró sin esperar siquiera a que nos hubiéramos ido. En fin. Cosas que pasan.
Templo Kailasanatha
El último templo que visitamos en Kanchipuram fue también el más antiguo. Construido en el siglo VII en piedra arenisca, el templo de Kailasanatha está dedicado a Siva tal y como indica la gran estatua de Nandi que hay sobre el cuidado jardín que rodea el edificio. La decoración es abundante aunque debido a la erosión hay muchos detalles que se han perdido. En este caso, y aunque hay que visitar todo el templo descalzo, si se permite a los no hindúes acceder al santuario interior donde se encuentra el tercer lingam más grande de Asia.
Thirukkalukundram
Acabado el recorrido a todos los templos de Kanchipuram emprendimos el regreso a nuestro hotel. Aprovechamos para hacer una parada en Thirukkalukundram, una pequeña población a 14 kilómetros de Mahabalipuram. Esta localidad cuenta con varios templos y es bastante tranquila. Pero si hay un motivo destacado para hacer una parada es el Templo de Arulmigu Vedagiriswarar.
Ese templo está dedicado a Siva y se encuentra en lo alto de una colina. Si se quiere llegar arriba no queda más remedio de subir descalzo 550 escalones. Por fortuna a la hora de nuestra visita ya no daba el sol y aunque las escaleras estaban calientes se podía caminar por ellas sin quemarse. El templo es pequeño y oscuro, nada que ver los famosos templos de Tamil Nadu. Pero sin duda merece la pena llegar allí al atardecer para contemplar las increíbles vistas sobre los arrozales mientras se pone el sol.
Cómo moverse por Kanchipuram
Nosotros contamos con un vehículo a nuestra disposición para hacer todas estas visitas. De otro modo tendríamos que habernos movido en otro transporte como tuk tuk por Kanchipuram pues las distancias entre los templos son muy amplias en algunos casos. Y la verdad es que la ciudad no tiene mucho atractivo como para que merezca la pena patearla y menos con el calor que hacía durante nuestra visita.