Di muchas vueltas antes de decidirme por los hoteles en Sri Lanka que fueron nuestro hogar durante nuestro viaje por ese país. Algunos los reservé a través de Booking.com, otros directamente con el hotel y uno de ellos con la agencia de viajes online Callejeando por el mundo que me consiguió un gran precio para uno de ellos.
Hemos pasado por guest house, edificios coloniales y hoteles de playa, la idea era traernos un buen recuerdo de cada uno de ellos y que también formaran parte de un viaje especial en todos los sentidos. En todos ellos hemos tenido wifi (aunque no siempre igual de bueno y rápido) y agua mineral (imprescindible cuando no se puede beber agua del grifo)
Anuradhapura
The Sanctuary at Tissawewa
Nuestras primeras noches en Sri Lanka las pasamos en este bonito hotel de Anuradhapura ubicado en una gran casa colonial rodeada de jardines por los que pasean pavos reales. Tuvimos una amplia habitación en la planta alta, que resultó ser triple, teniendo la tercera cama en una pequeña estancia separada. La decoración era bastante sencilla, pero la comodidad de la cama y sus almohadas así como el silencio en la noche hicieron que descasáramos perfectamente.
La habitación contaba con TV, aire acondicionado, amenities en el baño, secador de pelo, minibar… La limpieza en la habitación era buena, aunque en las preciosas zonas comunes deben prestar un poco de atención a los detalles.
No hay WIFI excepto en la varanda de la planta baja, cerca del restaurante donde se sirve un surtido desayuno y donde cenamos las dos noches en Anuradhapura. El restaurante es bueno, con platos bien presentados y de calidad.
A su favor la ubicación, porque aunque en esta ciudad todo parece estar lejos, al menos en este hotel se respira tranquilidad y da la opción de llegar paseando a un par de templos.
En contra, no tener wifi en la habitación ni variedad de canales internacionales en la TV. También echamos en falta una piscina, pero a pesar de estas pegas creo que ha sido uno de los hoteles más cómodos y que más me han gustado de Sri Lanka.
Sigiriya
Aliya Resort&Spa
Sin duda el hotel más lujoso de nuestro viaje por Sri Lanka. A mi me gustan los lugares más pequeños y acogedores, pero tengo que reconocer que estar en este hotel era un placer. Para empezar esa piscina con vista a la roca de Sigiriya. Para continuar, la enorme habitación con una gran y cómoda cama llena de almohadas para todos los gustos. Teníamos una terraza, un baño con ducha y bañera, secador de pelo, albornoces, zapatillas…. Un mini bar perfectamente surtido y servicio de té/café.
El restaurante servía tanto el desayuna como la cena en plan bufet, y aunque con mucha variedad, si llegabas de los últimos te quedamos sin poder probar muchos de los platos. Y por el precio que cobraban y la categoría del hotel creo que eso es algo que no debería pasar.
Contaba también con un restaurante chino y un pequeño museo que hacía las veces de cafetería pero donde nunca vimos a nadie.
La limpieza estupenda, así como el personal. Excepto el del restaurante, que habiendo tanta gente siempre iban demasiado acelerados.
En cuanto a la ubicación, a su favor los jardines y la tranquilidad. En contra la distancia a cualquier lugar, ya no solo a la propia Sigiriya, si no a lugares como un sencillo restaurante. Sin coche propio o un tuk tuk era casi imposible salir de allí.
Nuwara Eliya
Ferncliff
Cruzar la puerta de este hotel fue como estar en algún lugar de Gran Bretaña. Amplios y cuidados jardines rodeaban la casa colonial donde pasamos un par de noches. Cinco habitaciones, dos salones, un par de comedores, chimeneas, miradores,…. y una zona posterior para el servicio. Era como llegar a tu casa de campo y que el mayordomo te estuviera esperando con el té preparado. Porque palabra que era así.
La atención fue especial en todo momento, nos trataron como si aquella fuera nuestra casa, estando pendientes de nosotros pero sin molestar en ningún momento.
Disfrutamos de fantásticos momentos con un rico té tanto en el salón como en el jardín, y yo no pude dejar de darme un baño de espuma en una de esas bañeras que no caben en nuestras casas.
La habitación, con techos de madera y suelo de moqueta resultaba acogedora, y la cama con su edredón parecía querer envolverte cuando te acostabas. El baño, con ducha y bañera, secador de pelo y buenas toallas.
En contra solamente decir que hacía un poco de frío sobre todo a la hora del desayuno, pero todo estaba tan rico y preparado con tanto esmero que rápidamente se entraba en calor.
La ubicación era bastante buena, muy cerca de Victoria Park y de la zona colonial de Nuwara Eliya, se podía ir caminando sin problema. Pero al volver por la noche había que recurrir a un tuk tuk, pues todo estaba tan oscuro que era imposible ver por donde caminábamos.
Ella
Dream Café
Después de haber pasado por algunos hoteles en Sri Lanka realmente preciosos llegar a este nos causó una pequeña decepción. La verdad es que tiene muy buena materia prima: habitaciones muy amplias y ventiladas, camas grandes, zona de estar…. pero le falta mantenimiento. Encontramos la mosquitera rota, interruptores que no funcionaban… A esto sumamos que la ropa de cama era mínima, la sábana apenas te tapaba, y la manta que había por si refrescaba parecía sacaba de algún avión. Pero hubo algo peor, y era lo ruidoso del lugar. Muy cerca de la estación de tren y del inicio de las rutas que pensábamos hacer, pero también de la calle principal por la que pasaban coches desde el amanecer hasta caída la noche.
El baño tenía una ducha abierta y cada vez que te duchabas había que recordar sacar hasta el papel higiénico si no querías empaparlo. No había champú y mucho menos gel.
A pesar de todo, y supongo que debido a las palizas que nos dimos caminando, a llegar la noche conseguimos dormir bastante bien.
El desayuno era básico, pero con zumo, huevos, tostadas y té.
Kandy
Baramba House
Uno de los mayores aciertos del viaje fue alojarnos en Kandy en la casa de Bárbara, una suiza que lleva diez años viviendo en Sri Lanka.
La planta baja de su preciosa casa es la zona de los huéspedes, y allí hay tres grandes habitaciones, una sala de estar, comedor, cocina y terraza donde descansar y disfrutar del maravilloso paisaje que rodea la casa.
Nuestra habitación era grande, la cama cómoda y con unas fantásticas sábanas de hilo, la tranquilidad por la noche estaba garantizada. El único inconveniente de la habitación es que el baño no tenía puerta, ni siquiera el inodoro, y para mi personalmente eso no era nada cómodo. Pero en caso de necesidad, siempre podía mandar a Arturo al jardín y listo, jejejeje.
La casa está en las montaña, pero apenas a diez minutos en tuk tuk del centro de Kandy. Así que cada día venía un tuk tuk a por nosotros y por 300 rupias nos llevaba a nuestro destino.
Tissamaharama
Shangri Lanka Village
La primera impresión de este hotel en Tissa no fue muy buena. Tras pasar la puerta que aísla el hotel de la calle vimos un gran espacio desaprovechado y como en obras. Luego el restaurante/recepción y al fondo la cocina que se veía claramente. Dentro de ella el cocinero que fue quien nos atendió con la reserva y cuyo aspecto era lo más alejado de alguien que trabaja en un lugar que según habíamos visto se calificaba de lujo.
La cosa mejoró al llegar a nuestra villa, la central de las tres del hotel. Preciosa, grande, fresca, bien decorada. La cama resultó ser realmente cómoda, tanto el colchón como las almohadas. Había TV e incluso reproductor de DVD y un montón de películas. No faltaba tampoco el minibar ni el secador, y el baño era tan grande que casi daba miedo entrar solo.
Fuera teníamos una mesa con dos sillas, pero el calor no invitaba a estar allí. Eso si, haciendo tiempo hasta que bajara el sol nos dimos un baño en la piscina y disfrutamos de las tumbonas bajo una sombrilla.
No desayunamos en el hotel porque nos fuimos de safari, y el picnic que nos dieron era bastante malo, sobre todo por que los recipientes utilizados para guardar la fruta no cerraban bien y terminó todo en la bolsa que los contenía.
Es un hotel con un gran potencial que esperamos sepan aprovechar.
Galle
Mango House
Ubicado en una calle de la ciudad colonial, nada más entrar me enamoré de este lugar. Todo blanco, rosa y verde, me pareció muy coqueto, y esa música que sonaba de fondo…. era genial Muchos ventiladores hacían que fuera agradable estar allí tomando un té. Nosotros habíamos reservado una de las habitaciones más económicas, sin balcón ni jardín, pero nos dijeron que al estar el hotel casi vacío nos daban una superior con una pequeña terraza. Dimos las gracias y subimos a ver el lugar donde íbamos a pasar dos noches.
Y nos quedamos de piedra. La habitación no es que fuera pequeña, es que era diminuta. Apenas la cama, una mesilla y un pequeño escritorio. También un armario tan estrecho que la ropa había que colgarla en diagonal. Y dentro una TV que ni llegamos a encender porque no sabíamos donde ponernos para verla. El baño poco más o menos, aunque tengo que destacar sus amenities que eran fabulosas Y la terraza… bueno, un espacio mínimo donde salir a fumar un cigarro y poco más.
Al día siguiente vimos la habitación que hubiera sido la nuestra, y la verdad, era solamente un poco más grande , pero o suficiente para tener espacio para movernos los dos a la vez por ella.
El desayuno estaba muy bien, con rica fruta, zumo, huevos, bacon, té, tostadas…. Y servido junto al jardín que era el lugar más agradable del hotel (y eso que todas las zonas comunes son geniales)
Su ubicación es estupenda, y sin duda, eso le hace ganar puntos.
Induruwa
Whispering Palms Hotel
Este fue el último de nuestros hoteles en Sri Lanka y la verdad es que nos decepcionó un poco. La playa era genial, las tumbonas, la piscina,…. pero la habitación era realmente anodina, sin ningún encanto. Era grande, la cama amplia y cómoda, pero ni tan siquiera funcionaba la luz del escritorio. El mejor espacio era la terraza con vistas al océano.
La recepción no existe, te reciben en una oficina y eso es lo más alejado del encanto que se espera de un hotel que anuncia tener habitaciones de lujo. La limpieza también era relativa, el suelo siempre estaba lleno de pisadas y excepto el primer día no recordaron dejar gel y champú al limpiar la habitación.
El desayuno con vistas al infinito era lo mejor del hotel, no así la cena, que aún siendo a la carta no llegó a nuestra mesa un plato del que comentar lo rico que estaba en los tres días que pasamos allí.
En cuanto al personal hubo un poco de todo, pero la sensación el último día era de estar persiguiendo una propina que ninguno (excepto el chico de las hamacas de la playa) se había ganado.
Y por último la ubicación. Como he dicho la playa es genial, pero la puerta del hotel, así como la de todos los de esa zona, da directamente a la carretera, al otro lado de la cual están las vías del tren. De modo que desde que sale el sol hasta que oscurece el ruido es constante y llega a la habitación.