Al conocer Hiroshima, en Japón, me di cuenta que durante mis viajes he visitado algunos enclaves que la historia ha convertido en imprescindibles pero no por su importancia cultural sino por haber sido lugares de tragedia y dolor. Me hubiera encantado no tener que visitarlos, y si hubiera que hacerlo que fuera por otro motivo y no por ser objetivos de bombas o lugares relacionados con unas guerras que ojalá nunca hubieran tenido lugar.
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Hiroshima – Japón
En esta ciudad japonesa fue donde estalló la primera bomba atómica un fatídico 6 de agosto durante la segunda guerra mundial. Aunque durante los primeros días fallecieron muchas personas como consuencia de la explosión fue al final de la guerra cuando se contabilizaron 140.000 fallecidos por los efectos letales de esta bomba.
Hoy y como testigo mudo de aquel terrible día se puede contemplar el estado en el que quedó el Pabellón para la Promoción Industrial, el cual se ha mantenido para recordar lo que ocurrió.
Zona cero – Nueva York
Aún recuerdo aquel 11 de septiembre de 2011. Yo estaba en París y no me enteré de lo ocurrido hasta esa misma noche cuando regresé a Madrid. Algunos años después visité NY y la que pasó a llamarse Zona Cero, ese gran espacio que dejaron las torres gemelas al venirse abajo tras sufrir aquel increíble atentado.
Muy cerca también pudimos ver la Capilla de San Pablo, una pequeña iglesia muy cerca de la zona donde estaban las torres y que se convirtió aquel día en uno de los lugares de atención a las víctimas, y hoy es un lugar de recuerdo a lo ocurrido.
Casa de Anna Frank – Amsterdam
Una de las visitas que parecen obligadas en la capital holandesa es la casa que sirvió de escondite a la tristemente famosa niña judía Anna Frank y su familia. Tras un armario existía un hueco que daba acceso “a la casa de atrás”, unas estancias donde los Frank permanecieron durante dos años y medio junto a otros cuatro judíos. Finalmente fueron detenidos y llevados a campos de concentración, sobreviviendo solamente el padre de Anna.
Sachsenhausen – Alemania
Cerca de Berlín, el campo de concentración de Sachsenhausen fue uno de los muchos que los nazis utilizaron para liquidar masivamente a opositores políticos, judios, gitanos, homosexuales… Desde su inauguración hasta el final de la Segunda Guerra Mundial fueron asesinados alrededor de 30.000 prisioneros de todo tipo.
Trincheras de Ypres – Bélgica
Esta ciudad belga fue rodeada por tres de sus lados por los alemanes durante la Primera Guerra Mundial y tuvieron lugar en ella unas de las batallas decisivas de la contienda. En la tercera de estas batallas fallecieron cerca de medio millón de soldados de ambos bandos, y la ciudad quedo literalmente destruida.
Cementerio de Taukkyan – Yangón
Cerca de la capital de Myanmar se encuentra este cuidado cementerio con aspecto de gran jardín. Entre su cesped se pueden ver las pequeñas lápidas bajo las que descansan los restos de más de 6000 soldados aliados fallecidos durante la Segunda Guerra Mundial en las campañas de Birmania y Assam.
Auschwich – Polonia
El más famoso de los campos de concentración nazis se divide en tres campos. Auchswich l dedica hoy sus pabellones a mostrar el horror que allí se vivió, desde muestras de las latas del gas zyklon que usaban para el exterminio de prisioneros a maletas, gafas e incluso cabello de los judíos que pasaron por el lugar. En Auschwich ll – Bikernau, el lugar donde se hacinaba a judíos y gitanos en pabellones de los que poco queda, es donde se pueden ver los restos de los crematorios; aqui murieron casi un millón de personas. El tercero de los campos, Auswich lll, era un lugar de trabajo esclavo.
Este lugar fue declarado en 1979 Patrimonio de la Humanidad como el de mayor simbolismo del Holocausto
Carcel de Kilmainham – Dublín
Inaugurada en 1796 por esta carcel pasaron un gran número de personas implicadas en la lucha por la independencia de Irlanda durante más de 100 años. Hoy se pueden ver las celdas y las zonas comunes en la que hubo innumeables ejecuciones. El último preso liberado en esta carcel (1924) fue Éamon de Valera, que posteriormente llegaría a ser presidente de Irlanda.
Terezin – República Checa
En el año de 1914 y tras ser condenado a 20 años de prisión, fue recluido en la Fortaleza de Terezín Gavrilo Princop, responsable de los ataques del atentado de Sarajevo donde fallecieron el archiduque Francisco y su esposa. Durante la segunda Guerra Mundial la ciudad fue usada como ghetto judío y posteriormente los nazis la usaron como campo de concentración. La fortaleza nunca fue campo de exterminio, pero fue prisión para muchos judios que serían enviados a otros campos para ser ejecutados. Por Terezin pasaron 150.000 judios. Es uno de lugares que ver en Praga lejos de las rutas más turísticas.
Sin duda hay otros muchos sitios similares a estos que nunca debieron existir pero de los que a pesar de su presencia no somos capaces de aprender y seguimos cayendo en los mismo errores.
6 comentarios
Yo he estado en algunos de los sitios que nombras Kris y la verdad es como bien dices la pena de estas localidades es que se han hecho famosas por estar relacionadas con guerras.
Esperemos que las próximas generaciones no incluyan más lugares a la lista.
Un abrazo
Carmen
Ojalá fuera así Carmen, aunque según está el mundo, parece que esa lista solamente irá creciendo. Un abrazo.
Cuando viví en Japón no quise ir a Hiroshima. Hubo compañeros que fueron, yo no. Alguno se acercó a Nagasaki también.
En Nueva York sí estuve en the Ground Zero, y me dio vergüenza ajena. Lo siento, soy muy cruda y muy bestia y lo que voy a decir puede que esté mal visto, pero en general me da vergüenza ajena casi todo lo que hacen los estadounidenses. No me podía creer que hubieran puesto un museo del atentado y que cobraran la entrada. Es que harían negocio de la muerte de sus madres. Y pensé en el hermoso tributo en El Retiro a las víctimas de los atentados de Atocha. No tenemos necesidad de grandilocuencias ni de ventas ni de que todo el mundo llore lagrimones de cocodrilo durante décadas.
La casa de Anne Frank me parece otro negocio con bastante poca gracia. Se deconstruyó, se volvió a construir como era originalmente, los dueños originales se horrorizaban de que quisieran cobrar la entrada y ahora cuesta 9 eurazos. Y unas colas interminables para ver algo de lo que no estás seguro de si era o no así… hay mucha polémica. No entré.
Al resto de lugares que mencionas, tampoco he ido ni he mirado para ir, salvo Terezin, pero no tuve tiempo.
El lugar al que hubiera preferido no ir es el Museo del Holocausto, Yad Vashem, en Jerusalén. Yo estoy de acuerdo con que hay que conocer la Historia para que no ocurra de nuevo, y tienen material más que de sobra para enseñar cómo eran los trajes en los diferentes campos de concentración, lo que ocurrió con los judíos en los diferentes países, de todo. Pero había una cosa como de autoregodearse en la miseria, como de querer dar pena melodramáticamente que da para atrás. Hay un homenaje a los niños que es una pirámide en la que entras y está completamente oscuro. Vas siguiendo al de delante por un pasillo alrededor de un núcleo en el que aparecen hologramas de fotos de los niños y vas oyendo en susurros sus nombres. Totalmente pasado de rosca.
Lo triste es que ni dando esa pena que mencionas el mundo y los humanos aprendemos, y repetimos una y otra la parte más terrible de nuestra historia.
No había leído este post, tengo uno similar en borradores que algún día publicaré. De los lugares que comentas sólo he estado en Auschwitz, que sí me impresionó pero creo que como los campos y las escuela prisión de Camboya no me ha afectado tanto una visita.
Yo sí que soy de ir a estos lugares y aprender de lo que pasó, aunque como dices no funciona demasiado porque seguimos cometiendo los mismo errores…
Un abrazo guapa.
Yo no evita nunca esos lugares, me gusta conocerlo. Cuando digo que hubiera preferido no visitarlo es porque me gustaría que no existieran, que nunca hubieran sido el escenario de ningún horror. Ojalá esas atrocidades no hubieran tenido nunca lugar…