Hacía muchos años que había visitado Varanasi por primera vez. Mi recuerdo era bastante difuso, creo que la ciudad me había superado, fue un choque muy grande para mi mente occidental y joven ver todo lo que tenía ante mi, me costaba asimilar que la gente se bañaba y bebía el agua junto a los muertos que flotaban en el río, no soportaba el olor, me agobiaba el calor…
Pero desde que regresé a España de aquel viaje sabía que tenía que volver a esa ciudad caótica y medio en ruinas, tan solo necesitaba tener más mundo para poder vivir la experiencia con la apertura de mente que hace falta. Y así fue, viajé por otros países, conociendo otras realidades, creciendo por fuera y aprendiendo de cada vivencia. Había llegado el momento de volver a India y por supuesto de regresar a Varanasi.
¿Qué pasó? Pues que disfruté mucho de esta nueva vivencia, ya nada me escandalizaba ni me paralizaba, estaba feliz de encontrarme de nuevo junto al río más sagrado de India. Debía estar tan relajada que me convertí en el blanco perfecto para ser timada. Suelo ser bastante confiada, parto siempre de la premisa de que la gente es buena por naturaleza, y justo cuando no estaba preparada para que me pasara algo así…. me pasó.
Era la última hora del día cuando llegamos a los ghats del Ganges. Durante nuestro viaje habíamos coincidido en varias ciudades con Blanca y Paco, una pareja de amigos con la que acordamos vernos en Varanasi, así que los cuatro caminamos entre la gente que iba y venía hasta que llegamos a las barcas que surcan el río. Contratamos un recorrido con una de ellas y comenzamos a navegar. Compramos ofrendas para la diosa Ganga, e íbamos tan contentos los cuatro.
En un momento dado, el remero se paró en un ghat y un indio subió a la barca. Comenzó a contarnos que el trabajaba en el ghat crematorio, y que el edificio que había detrás era para gente sin medios que venían a morir a Varanasi, personas que muchas veces no tenían dinero ni para la madera de su pira funeraria. Nos hablaba en un tono triste que hacía empatizar con todas aquellas personas, nos contaba de viudas, de ancianos, de gente que no tenía nada ni a nadie.
Empezó a darnos precios de la madera, lo que costaba la cantidad necesaria para poder quemar un cuerpo completo, un montón de rupias que no todo el mundo tenía. Yo le decía al hombre que en la ciudad había un crematorio para todas esas personas, pero él encontraba respuesta para todo. En este caso nos dijo que la gente no quería que le quemarán en un lugar cerrado porque pensaban que el alma no podría salir en busca de la siguiente reencarnación… Y poco a poco nos fue convenciendo de lo valiosa que sería nuestra ayuda económica para conseguir madera para la gente sin recursos.
Total, que junto a él llegamos al ghat crematorio, Manikarnika. Nadie quiso bajar, solamente yo me animé a caminar entre las piras funerarias mientras sentía como el humo me envolvía y el olor se pegaba a mi ropa y mi piel. El hombre que nos contaba la historia me acompañaba en mi recorrido y respondía a cualquier pregunta.
De regreso en la barca nos dijo que si le íbamos a dar dinero para que aquella gente pudiera incinerarse… y nosotros se lo dimos. No recuerdo cuando, quizás fueron 500 rupias, pero le parecía poco. Eso me molestó y me saltó un pequeña alarma, pero no quise dar más importancia al tema.
Abandonamos el río y los ghats para ir a cenar, pero a la mañana siguiente me desperté pensando en esta historia, y en cuanto llegamos de nuevo junto al Ganges aproveché para preguntar a un vendedor de madera el precio que tenía….y era realmente irrisorio. Además me dijo que en ese edificio no vivía nadie esperando morir, que quien no tenía dinero para madera era conducido al crematorio municipal gratuito.
Resumiendo…
En definitiva, nos habían engañado pero bien haciéndonos creer que el precio de la madera ero alto cuando se trata de algo realmente barato. Está claro que las rupias que les dimos se las repartirían entre el barquero y el timador. Pero que se anden con ojo, a ver en que se van a reencarnar en la próxima vida….
12 comentarios
¡Hola Kris!
Ay, estos indios se las saben todas. Al menos te queda el consuelo de pensar que pasado a euros, 500 rupias no son tanto, aunque entiendo esa mala sensación que se te queda luego pegada al cuerpo. ¡Gracias por compartir la experiencia!
Yo estuve allí hace dos años y no me importaría para nada volver. En Varanasi parece que la magia existe de verdad. Sin embargo me pasó algo parecido. Ya no recuerdo nombres, pero en uno de los ghats donde estaban haciendo las cremaciones, un hombre se me acercó diciendo que los turistas teníamos que pagar para poder presenciarlas. Por supuesto me negué (ya había leído sobre esto, y aparte había más guiris cerca), y el hombre siguió insistiendo. La cosa es que aunque yo estaba seguro de que no había que pagar, el hombre interpretó tan bien su papel, tan serio y diciendo que iba a llamar a la policía, que casi me lo creí. Por eso digo, que estos indios se las saben todas =P
En fin, felicidades por el blog, que es la segunda vez que escribo pero desde luego no la primera que te leo.
¡Un saludo!
Jabi
La verdad es que en India parece que hay que estar atento o te la “dan con queso”. Por suerte yo es la única vez en cuatro viajes a ese país que me he sentido engañada, igual en otras ni me he enterado… sin duda mucho mejor o al final te cabreas como me pasó en Sri Lanka un montón de veces. En ambos países hay gente honrada y encantadora, pero estas cosas están a la orden del día. Un placer Jabi tenerte como lector y geniales tus comentarios. Un abrazo
Moraleja, no se puede uno dejar por los primeros impulsos, por desgracia hay que pensar las cosas tres veces. La pena es que un día te pedirán algo que de verdad sea necesario para alguien y no harás nada, pero que complicado distinguir.
Un abrazo
Carmen
Efectivamente Carmen, demasiado complicado. La verdad es que nos lo contaba con una cara tan triste… en fin. Que lo cuento para que nadie más caiga en el mismo engaño. Un abrazo
Vaya, Cris, entre lo de Sri Lanka y esto lo que estoy aprendiendo… Quédate con lo positivo, tú pensastes que estabas haciendo una buena acción. Los que hacen el mal son ellos y sí, el karma se lo devolverá… Al menos tu experiencia servirá para muchos otros que aún no hemos ido a Varanasi y que ya no picaremos si nos cuentan la misma historia. Un abrazo
Espero que a mi el Karma también me lo devuelva jejejeje, pero para bien. Lo bueno de todo esto es que contarlo sirve para otros vayan sabiendo que puede pasar, y por fortuna el tiempo relativiza las cosas y consigue hasta que nos riamos de estos momentos viajeros no tan gratos. Un abrazo
Hay que tener mucho cuidado al viajar fuera, porque al final hay gente que vive del turismo y sobre todo de “abusar” de los turistas a nivel económico.
Saludos viajera.
Vivir a nuestra costa… que yo entiendo que somos para ellos “el mundo rico” pero cuando pasan a este tipo de estratagemas lo único que hacen es perjudicarse porque aunque alguna vez te cuente verdades, como sean un poco raras, no te las va creer…
Yo también soy muy confiada, pero creo que en estos países se las saben todas y buscan al turista despistado con la táctica de dar pena. Saludos
Totalmente, pero la táctica de dar pena me temo que es universal y se utiliza hasta en los países más ricos. Un abrazo Belén.
Cuando llegue a Varanasi lo que si que te molesta son los vendedores que se te pegan como moscas. pero es su sistema de vida. A mi se me acercó uno (de 20 años) al bajar las escaleras que me ofrecía postales por 500 rupias (que en euros no es gran cosa), le dije que no, me cogio del brazo con gran respeto y me ayudo a bajar las escaleras apartándome de los socavones o cacas de vaca hasta la barca, se lo agradeci muchisimo (tengo 79 años) y sin él no se como hubiera bajado, quise darle propina a pesar de insistirle se negó diciendo que regalo no, postales si, hablaba español pero era indio, le vi tanta dignidad que se las compre, lo que valían se lo había ganado de sobras. Al volver de la barca volvia a estar y volvió a ayudarme a subir sin pedir nada más.
Muchas gracias Maite por compartir esta experiencia que demuestra que hay gente honrada incluso cerca de otros que viven de la estafa.
Un saludo