A mi personalmente hay muchas cosas de Bélgica que me gustan. Podría empezar nombrando sus ciudades con canales y continuar con su gastronomía o la facilidad para llegar de un lugar a otro del país. No he visitado una sola ciudad belga en la que no haya encontrado algún lugar singular. Desde sus Grote Markt rodeadas de bellas fachadas a sus museos o iglesias, hay mucho que ver en este rincón del norte de Europa. Pero si de entre todo ello tuviera que quedarme con algo concreto, creo que sería con los beaterios de Flandes.
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Beaterios de Flandes
Los beaterios de Flandes son 25 y están repartidos por diferentes ciudades. En algunas solo hay uno de esos recintos. Mientras que en otras, como Gante, se pueden visitar hasta tres de estos beguinajes medievales. Desde 1998, trece de ellos forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Sin duda, que un lugar merezca ese reconocimiento dice mucho de su importancia. Y en el caso de estos beaterios flamencos la razón de estar en la lista es sin duda tanto por su arquitectura como por el fin para el que fueron construidos y su significado social en la Europa Medieval.
¿Qué son los beaterios?
Puede que estés leyendo esto y nunca hayas oído hablar de los beguinajes o beaterios de Flandes. Podemos decir desde el punto de vista arquitectónico que son algo así como urbanizaciones privadas medievales. En ellas vivían las beatas o beguinas que daban nombre al lugar. Fue la Edad Media un tiempo de guerras y enfermedades.
Ambas provocaban que muchas mujeres se quedaran solas sin la entonces imprescindible protección masculina. Sus maridos, padres o hermanos fallecían en las contiendas o a causa de alguna enfermedad como la peste. ¿Cómo podían salir adelante sin la presencia de un hombre en sus hogares? ¿Qué podía hacer una mujer viuda o huérfana para subsistir?
Fue entonces cuando aquellas mujeres comenzaron a crear comunidades en las que vivir juntas y trabajar con el fin de poder prosperar sin la presencia de los hombres que iban a la guerra y nunca regresaban a casa. Hacían voto de castidad, pero lo podían abandonar y volver a casarse dejando en ese momento su vida en el beaterio.
No hacían voto de pobreza ni dependían de la iglesia para su sustento. Su trabajo fue su forma de salir adelante e incluso de mantener a sus hijos. Tanto niños como niñas eran admitidos en los beaterios de Flandes. Pero los primeros, alcanzada la edad de trabajar, debían abandonar su hogar buscando trabajo y casa fuera de ese mundo de mujeres.
Las mujeres que vivían en los beaterios procedían de distintas clases sociales. Aportaban a la comunidad su trabajo y con los bienes que pudieran poseer, levantaban la que sería su casa. Algunas beguinas se podían permitir tener una casa para ellas solas, e incluso tener sirvientas. Otras compartían vivienda y podían trabajar en la ciudad o para las beguinas con mejor posición económica.
¿Cómo son los beaterios de Flandes?
Ya os dije que un beaterio es una especie de urbanización. Un recinto cerrado del que las beguinas podían salir y entrar durante todo el día. Pero a determinada hora, la puerta de acceso al recinto del beaterio se cerraba y no se permitía el acceso a nadie del exterior.
En el interior de los muros que cerraban estos beaterios de Flandes se puede encontrar un diseño común a todos ellos. Hay un prado en torno al cual parece articularse el trazado urbano de estos barrios. Pequeñas casas adosadas de distintas épocas abren sus puertas a calles empedradas. Algunas de esas casas cuentan también con un pequeño patio ajardinado. Muchas tienen dos alturas. En algunas casos eran una sola vivienda. En otras, una vivienda por altura.
Había zonas de trabajo, talleres en los que confeccionaban los artículos que vendían fuera y por supuesto, en ninguno de ellos falta una gran iglesia. Hay que tener presente que aunque el origen de los beaterios es medieval, aún en el siglo XIX se construían nuevos recintos que sustituían a los antiguos que se quedaban pequeños o estaban peor ubicados.
Ya no quedan beguinas, la última murió en 2008, poco antes de cumplir 100 años. Con ella terminó una época de la que tendremos para siempre un bello recuerdo en los beaterios de Flandes. La mayor parte de los beguinajes flamencos han mantenido su aspecto medieval. Algunos han perdido sus muros y se han integrado en la ciudad. Otros han pasado a ser residencias estudiantiles. Y la mayoría son ahora urbanizaciones privadas en las que las viviendas se pueden comprar o alquilar a precios mucho más elevados de los que uno pudiera pensar.
Visitando los Beaterios de Flandes
Cada vez que he hecho un viaje a Flandes he visitado alguno de sus beaterios. Entre ellos se cuentan unos pocos que forman parte del Patrimonio de la Humanidad. También he pasado por otros que sin estar en esa lista no carecen de encanto. Os voy a hablar de ellos, pero recordad que hay otros ubicados en ciudades menos turísticas y que seguro merece la pena conocer.
Lovaina y sus dos beaterios
En Lovaina se pueden visitar dos beaterios ubicados en diferentes puntos de esta atractiva ciudad universitaria. Famosa por su biblioteca dos veces destruida, por haber renacido de sus cenizas y por sus bello Ayuntamiento, pocos saben que uno de los beaterios más bonitos de Flandes está en esta ciudad.
El Gran Beaterio de Lovaina
Levantado a principios de siglo XIII este beaterio permanece cerrado por el mismo muro que lleva siglos separando el beguinaje de la ciudad. Poco a poco fue creciendo y llegaron más beguinas para vivir en él. En el siglo XVII el Gran Beaterio de Lovaina estaba habitado por 360 mujeres. Trabajaban bordando, lavando ropa e incluso como maestras y enfermeras. Todo acabó en 1795 cuando los franceses abolieron el beguinaje, aunque se permitió a casi 200 beatas seguir viviendo aquí.
Los años fueron pasando y este fue uno de los beaterios de Flandes que cayeron en el abandono. Afortunadamente, en la década de los 60 del siglo pasado, la Universidad de Lovaina compró el beaterio y los restauró durante 20 años. Hoy las casas que habitaron las beguinas se han convertido en una residencia estudiantil.
El recinto de este Gran Beaterio es 3 hectáreas y en su interior hay 81 casas construidas de forma tradicional con ladrillo y arenisca. Se puede pasear por el beaterio y disfrutar de las calles, fuentes, canales y jardines de uno de los rincones más bellos y tranquilos de Flandes. Es sin duda uno de los lugares que ver en Lovaina y uno de los 13 beaterios de Flandes que forman parte del Patrimonio de la Humanidad.
El Pequeño Beaterio
Poco tiene que ver este beaterio con el anterior. Aquí no hay muro y su extensión es de tan solo una calle y un callejón. Se sabe que este beaterio de Flandes ya existía a finales del siglo XIII, y las mujeres que lo habitaron servían a la abadía de Santa Gertrudis. El lugar llegó a estar habitado por 100 beatas las cuales dejaron el lugar en 1795 por la abolición de los beguinajes. Algunas de las construcciones que hubo en este lugar han desaparecido, y hoy solo quedan 30 pequeñas casas encaladas y restauradas en el año 2000 que se vendieron a particulares.
Malinas: beaterios sin muros
Malinas es una de las ciudades con más encanto de Flandes. Su gran Grote Markt es una plaza más animadas y atractivas de Bélgica. Su casco urbano es bastante compacto y entre las lista de lugares que ver en Malinas, también hay dos beaterios.
Klein Begiijnhof
Se trata del más antiguo y pequeño de los dos beaterios de Malinas. Data del siglo XIII, y cuando se construyó un beaterio mayor fuera de lo que entonces eran los muros de la ciudad, las beguinas más ancianas o enfermas se quedaron en este lugar. Antiguamente tres puertas cerraban el pequeño beaterio. Hoy no queda ninguna y si uno no va buscando lo que queda del beaterio puede pasar de largo sin verlo. Apenas una pequeña calle tras un arco, ajena al ajetreo de la ciudad y que conduce a un parque, es todo lo queda de este lugar histórico. Muros de ladrillo, plantas que trepan por la paredes y tranquilidad es el recuerdo de lo que fue el hogar de las beguinas de Malinas.
Groot Begijnhof
El Gran Beaterio de Malinas o Groot Begijnhof se levantó a finales del siglo XVI. Las beguinas llegaron a él tras derribarse el antiguo beaterio a las afueras de la ciudad. Compraron el barrio que conforma el beaterio en el que ya existían algunas casas. Levantaron nuevas viviendas y cerraron el recinto del modo habitual en los beaterios de Flandes. Hoy ya no existe aquel muro que rodeada la pequeña ciudad de la beatas, pero si hay tranquilas calles peatonales y preciosos rincones que hacen retroceder en el tiempo e imaginar como era la vida de las mujeres que allí vivieron.
Llegaron a ser unas 1.000 mujeres las que habitaron el beaterio, muchas de las cuales cedían su dote a la comunidad. Para hacernos una idea del poder económico de estas beguinas basta con ver la iglesia que hicieron construir en Nonnenstraat, una de las calles principal de Groot Begijnhof. La primera piedra se puso en 1629 y el resultado final de la obra fue un fastuoso templo barroco en el trabajaron destacados arquitectos y artistas.
Brujas y su beaterio blanco
No hay duda de que Brujas embruja a cualquiera que la visite. Es una ciudad que parece sacada de un cuento. Y no podía faltar en ella uno de esos beaterios flamencos que parecen el lugar perfecto para escribir una historia de mujeres. Pero no unas mujeres cualquiera. De unas que fueron capaces de enfrentarse a la adversidad y salir adelante en un mundo de hombres. ¿Puede que aquellas mujeres fueran las primeras feministas de la historia?
El beaterio de Brujas, Patrimonio de la Humanidad, data del siglo XIII. Se puede visitar su interior en el que residen algunas monjas de un convento benedictino. Este beaterio no destaca por su gran tamaño. Pero si por la uniformidad de sus blancas casas rodeando el prado central que cada verano se cubre de narcisos. En una de esas casas se ha instalado un pequeño museo que recrea la vida de una beata o beguina. El acceso al beaterio se hace a través de un puente del siglo XVIII.
Los tres beaterios de Gante
Gante no tiene uno ni dos beaterios. Tiene tres. Y os aseguro que visitar cualquiera de ellos es una de las mejores cosas que hacer en Gante. Cada uno se edificó en una época y todos sus viviendas son actualmente particulares.
Antiguo Beaterio de Santa Isabel
Si solamente se dispone de tiempo para visitar uno de los tres beaterios de Gante, ir a éste puede ser la mejor idea. Está muy cerca del centro, a poca distancia del Castillo de los Condes de Flandes. Es el único de lo beaterios de la ciudad que ha perdido el muro que le rodeaba quedando integrado en la ciudad como un barrio más. Sin embargo sus calles empedradas están llenas de encanto. Al contrario que en otros beaterios de Flandes, en éste las construcciones presentan distintos estilos. Hay calles con casas cuyas fachadas son de ladrillo y otras que lucen blancas al tener las fachadas y muros de sus patios encalados.
En este beaterio hay actualmente cuatro iglesias: católica, ortodoxa, protestante y anglicana. Sin duda una muestra de tolerancia que le ha valido al barrio el nombre de “rincón santo”. La iglesia católica sigue siendo la protagonista del que fue el jardín central de este beaterio. Este lugar también se utilizaba como prado de blanqueo para la ropa. Alrededor estaban las viviendas de las beguinas, la enfermería y las dependencias comunes en las que la beatas trabajaban desde la inauguración del beaterio allá en el siglo XIII.
Beaterio de Nuestra Señora Ter Hoyen
Conocido también como Pequeño Beguinaje, este es otro de los beaterios de Flandes que forman parte del Patrimonio de la Humanidad. Algo alejado del centro, se puede llegar a él caminando en unos 15 minutos. Fue el primero de los beaterios de Gante que conocí y tengo un recuerdo muy especial de él.
El beaterio data de 1235 siendo el mejor conservado entre los levantados antes de la Revolución Francesa. Mantiene el muro que lo lleva cerrando siglos y en su interior, alrededor del prado en el que se encuentra la iglesia, se articulan las calles con casas blancas y rojas. Lo que hoy es un prado antaño fue un cementerio. Y la antigua enfermería se ha convertido en sala de exposiciones. Las antiguas casas de las beguinas son viviendas particulares.
Tuve la suerte de entrar en una de ellas. Estando sentada con una amiga en un banco del prado, se nos acercó un señor que nos invitó a tomar un vino a su casa mientras nos explicaba detalles del beaterio y la forma actual de vida de quienes habitan el lugar. Aquel hombre resultó ser un escritor que no tuvo reparos en mostrarnos su casa y los patios posteriores de esos edificios que generalmente tenemos que imaginar tras los muros que los encierran.
Gran Beaterio de Santa Isabel
Menos de dos años tardaron los obreros en levantar este beguinaje flamenco. Fue inaugurado en 1874 para sustituir al Antiguo Beaterio de Santa Isabel. Es el más alejado del centro de los tres beaterios de Gante y está incluido en la lista de los 13 beaterios de Flandes Patrimonio de la Humanidad.
Ubicado en el distrito de St. Amandsberg, la mejor forma de llegar hasta él es en autobús. Una vez en el beaterio, enseguida queda patente la diferencia de estilo entre las construcciones del Groot Begijnhof (Gran Beaterio) de Gante y el resto de beguinajes flamencos. Este nos pareció más serio. Más sobrio. Aunque el plano urbanístico sigue siendo el mismo (prado central, iglesia, casas, enfermeria,..) aquí faltan los detalles de color que tanto encanto dan al resto de beaterios flamencos que conozco. Las casas parecen más grandes, pero todo es uniforme. Calle tras calle todo es de ladrillo. Y su alta iglesia parece contemplar con sus grandes ventanas ojivales todo lo que ocurre a sus pies.
Al visitar estos lugares hay que recordar que aunque son monumentos históricos, hoy están habitados. Algunos han perdido sus muros y son sencillamente calles incorporadas al trazado urbano de la ciudad. Otros mantienen la tradición de cerrar su puerta a determinada hora. Generalmente a partir de las 18:30 horas ya no se admite la entrada a los turistas. En cualquier caso, hay que procurar ser discreto. No hacer ruido y respetar la privacidad de quienes allí viven. En ninguno de los beaterios de Flandes se cobra entrada.
12 comentarios
Yo conocí el de Amsterdam, un remanso de paz en pleno centro histórico, me imagino que no serán demasiado diferentes…
Seguro que tienen muchas cosas en común 😉
¡Hola Kris!
Qué post tan interesante! Nunca había oído hablar de los beaterios de Flandes y me ha encantado. Es una cosa súper curiosa, sobre todo si tenemos en cuenta la época de la que son.
Me parece increíble que haya habido beguinas hasta 2008!!
Una cosa nueva para ver la próxima vez que vayamos a Bélgica, nos llevaremos tu lista! Me han gustado sobre todo los beaterios de Gante.
Qué buena idea tuvieron estas mujeres medievales, eso sí es sororidad!
Un besote!
Los de Gante son geniales porque cada uno es diferente a los demás de la ciudad. Pero entre tú y yo: el de Lovaina es seguramente de los más bonitas que podrás ver. Bss
Pero que historia más curiosa, en mi vida había escuchado hablar de esto. Me lo apunto para cuando viaje a Flandes, sin duda muy peculiar. Increíble que en el Gran Beaterio de Lovaina estaba habitado por 360 mujeres, impresionante.
Son lugares muy bellos que sin duda merece la pena conocer, por su historia y su arquitectura.
Kris, ¡esto es sin dudas lo nuevo que aprendí hoy! Gran historia que es más llamativa e interesante pensando en la evolución del rol de las mujeres en la sociedad. Gran post!
Una historia sin duda singular que demuestra que hace siglos las mujeres también querían valerse por ellas mismas. 🙂
Hasta que no viajé a Bélgica no había oído hablar de las beguinas, ni de los beaterios. Al recorrer los beaterios de Flandes me entró la curiosidad e investigué sobre la historia de estas mujeres y de las ciudades que crearon para protegerse. Es curioso que hubiera beaterios en gran parte de Europa y no llegaran hasta España.
Un gran post para conocer esta parte de la historia, desde el punto de vista femenino.
Un abrazo.
El mundo, que aunque algunos no lo quieran ver, siempre ha tenido una parte controlada por las mujeres.
Los beaterios son espacios de paz que me encantan. En Flandes vi unos cuantos y en otras ciudades de los Países Bajos vecinos también abundan. Recuerdo que en el de Ámsterdam se siente uno como aislado de un, nunca mejor dicho, “mundanal ruido”. A veces dan ganas de irse a vivir una temporada a uno de ellos.
Un abrazo.
Hay tanto sosiego en los beaterios que casi parece imposible que tras sus muros esté el ajetreo del siglo XX, ¿verdad?