Entre los lugares más singulares que ver en Bélgica se cuentan los restos de antiguas abadías cistercienses. Lugares que hace siglos estuvieron llenos de vida gracias a la actividad de aquellos monjes que oraban, cultivaban la tierra y elaboraban su propia cerveza. Aquellas abadías, tras la Revolución Francesa, quedaron olvidadas y fueron expoliadas. La abadía de Aulne fue uno de esos monasterios abandonados que, por fortuna, hoy podemos visitar y pasear entre esos muros en ruinas de los que la vegetación se ha hecho dueña desde hace décadas.
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Dónde está la abadía de Aulne
Esta abadía se encuentra en la región de Valonia, al sur de Bélgica. En un lugar conocido como Vallée de la Paix (Valle de la Paz), junto al río Sambre, un afluente del Mosa. Ese río que baña los lugares que ver en Dinant, una de las ciudades más conocidas en tierras valonas.
La Abadía de Aulne está a 8 kilómetros de Thuin. Hasta esa localidad se puede llegar de forma sencilla, en transporte público, desde Charleroi. Desde otras ciudades como Namur o Bruselas, habrá que hacer transbordo en Charleroi. Una vez en Thuin habrá que tener ganas de caminar para llegar a la abadía o coger un taxi. Esta localidad cuenta con algunos alojamientos que pueden ser una buena opción para dormir cerca de la abadía. Una de las mejores opciones por la relación calidad/precio es Ferme du Pont de Bois.
Desde Gozée, localidad a la que pertenece la abadía de la que hablamos, hay autobuses con parada junto al antiguo monasterio cisterciense. No hay tren que lleve al viajero hasta esa población, pero si un autobús desde Charleroi.
Nosotros llegamos a la abadía en coche, la forma más cómoda y sencilla de visitar los lugares que ver en Valonia. Una vez en Aulne, no hay que confundirse de entrada. Hay una parking señalizado a la derecha de la carretera que llega a la abadía desde Thuin. Ese parking es para los clientes del restaurante. Hay que rodear el recinto siguiendo el muro de la abadía para llegar justo al lado opuesto. Allí hay también espacio para estacionar junto al muro que rodea el antiguo monasterio cisterciense, muy cerca de la puerta de acceso a los visitantes y a la taquilla.
Horarios y precios de la Abadía
Las tarifas para visitar la Abadía de Aulne en 2024 son las que os indico a continuación.
- Adultos 5 €.
- Mayores de 65 años 4 €.
- Jóvenes entre 12 y 18 años 4 €.
- Niños desde 6 años 1 €.
- Menores de 6 años entrada gratuita.
En cuanto a los horarios varían a lo largos del año. La abadía permanece cerrada entre principios de noviembre finales de febrero, aunque de forma excepcional puede abrir durante las vacaciones de Carnaval y Semana Santa. El resto del año abre sus puertas a los visitantes de 13:00 a 17:00 horas (puede que en algún momento del año ese horario se amplíe hasta las 18:00 horas).
Historia de la Abadía de Aulne
Según cuenta una leyenda, la Abadía de Aulne fue fundada por San Landelino, abad belga, en el año 657. A finales de ese siglo, los benedictinos eran los monjes que vivían en Aulne, pasando su abadía a ser parte del patrimonio del obispo de Lieja a finales del siglo IX.
A mediados del siglo XII, los monjes cistercienses llegaron desde Francia a Aulne, pasando el monasterio a pertenecer a esa orden en el momento en el que Enrique II de Leyen, obispo de Lieja en ese momento, confirmo el traspaso de poderes a la Orden del Císter. Un siglo más tarde, la imponente iglesia gótica de la Abadía de Aulne estaba finalizada.
En 1507, tras el ataque de las topas francesas, los monjes tuvieron que abandonar la abadía y refugiarse en Thuin. El claustro sufrió importantes daños durante esos ataques, pero diez años más tarde había sido restaurado.
Durante los siguientes siglos, esta abadía belga se fue enriqueciendo. Una gran biblioteca, un nuevo palacio abacial, la sala de recepciones o la capilla de Santa Margarita son algunos de los elementos con lo que se fue ampliando Aulne, teniendo en 1785 el aspecto actual (sin contar por supuesto los daños posteriores causados por la Revolución Francesa).
Fue en 1794 cuando la abadía fue saqueada por los soldados franceses y los vecinos del pueblo. A pesar de ello, a principios del siglo XIX se instaló un hospicio en lo que fue una de las grandes abadías cistercienses del norte de Europa.
Qué ver en Aulne
El complejo de la Abadía de Aulne es bastante grande y está formado por construcciones de distintas épocas. A la izquierda de la entrada se encuentran las construcciones más antiguas, esas que están en ruinas y que resultan especialmente fascinantes, con los altos muros de la iglesia como grandes protagonistas. Hay zonas que están acotadas a las que no se puede acceder. Ello se debe a que algunas zonas están en obras y, en otros casos, al riesgo de desprendimiento de alguna piedra de las viejas construcciones.
Los Refectorios
La Abadía de Aulne llegó a contar con tres refectorios: el refectorio magro para los días normales, el refectorio gordo para los días en los que se podía comer carne y el refectorio de coloquios, el único en el que se podía hablar. Fueron sustituidos por dos refectorios en el siglo XVIII: el grande y el pequeño (desapareció el de coloquios, no sé si ya no se podía hablar en ninguno de los que quedaron en uso).
El refectorio grande es una de las construcciones que se pueden ver sin tener que imaginar demasiado como fue, el único de aquellos comedores monacales que sigue en pie.
Iglesia de la Abadía de Aulne
Era el lugar de reunión de los monjes varias veces al día. En ella se conservan los vestigios más antiguos de la abadía, y lo que vemos ahora es el resultado de los cambios que los cistercienses realizaron en la antigua iglesia de los benedictinos. Contaba este gran templo gótico con tres naves, tres puertas y altos arcos apuntados.
En el siglo XVIII, por deseo del abad que había en esa fecha, la iglesia se transformó de nuevo para adaptarse a los gustos arquitectónicos de la época. Se conservó la estructura original, pero modificando la fachada que pasó a ser de estilo neoclásico. En el interior, para evitar grandes gastos, lo que se hizo fue cubrir los muros medievales con estuco y mármol de diferentes colores. Parte de esa nueva decoración se puede apreciar en el interior de la iglesia, junto a la puerta central.
El claustro de Aulne
Como en cualquier otro convento o monasterio, el claustro era lugar de encuentro y de paso rumbo a cualquiera de los muchos espacios de la abadía de Aulne. Sin embargo, en esta abadía belga el claustro tiene una singularidad. Generalmente, este espacio se encuentra a la derecha de la entrada principal a la iglesia. En Aulne está a la izquierda, seguramente debido a la topografía del lugar.
Alrededor del claustro aún se puede intuir la presencia de algunas estancias y elementos constructivos. Por ejemplo, la puerta trebolada que da acceso a la iglesia. O el amplio espacio que alojaba la sala capitular, lugar en el que los monjes se reunían para debatir las decisiones sobre el monasterio o para la lectura diaria de un capítulo de la Regla de San Benito.
Residencia del abad de Aulne
Desde mediados del siglo XVIII, la residencia del abad se situó en un espacio entre el recinto monástico y el área pública. De esta forma, el abad tenía acceso a ambas zonas y podía atender a sus invitados sin dejar de atender a su congregación.
Tras el incendio y los saqueos que tuvieron lugar durante la Revolución Francesa, esta parte de la abadía fue una de las primeras en ser restauradas y habitadas de nuevo, hasta que se convirtió en el Hospicio de Herset, nombre del último abad de la abadía.
Patio de honor
La antigua entrada a la abadía estaba en el lugar que ahora ocupa la Iglesia de San José. Desde ese acceso, los visitantes entraban en el magnífico patio de honor renovado en el siglo XVIII gracias a la reconstrucción de los edificios que lo rodeaban.
Fueron muchas las personalidades que visitaron la que fue una de las más importantes abadías cistercienses de Europa. El área designada para ellos estaba a la derecha del patio de honor, formando parte del conjunto de edificios en forma de U que rodeaban el patio por tres lados. Eran construcciones de piedra y ladrillo con grandes ventanas.
El patio sigue siendo un elegante espacio, con una fuente central desde la que se tiene una buena panorámica del conjunto.
Los jardines de la Abadía de Aulne
Había distintos jardines, cada uno para un uso y función. Los había de plantas medicinales, uno privado para el abad, los dedicados a huerto y una zona con terrazas para los árboles frutales. En conjunto, estos espacios llegaron a ocupar la mitad del recinto monástico.
Para ver parte de aquellos jardines que tanto trabajo debieron dar a los monjes, hay que ir a la parte posterior del claustro, pasado el refectorio grande. Desde ello, además, se tiene una buena vista del ábside de la iglesia.
Cervecería de la Abadía
En 1998 un empresa cervecera restauró las antiguas caballerizas de la abadía para instalar en ellas un fabrica de elaboración artesana de cerveza de abadía. Actualmente estas cervezas cuentan con el logo Recognized Abbey Beer, reconocimiento de la federación cervecera belga.
Es uno de los pocos lugares en la que los visitantes pueden tomar una auténtica cerveza de abadía en una taberna ubicada dentro del recinto de una abadía histórica. Cuentan con un amplio salón en el que ofrecen comidas.
También existe la posibilidad de reservar una visita guiada con un maestro cervecero (incluye una cerveza al final del recorrido).