Escribo este post pensando que algunas veces, por ahorrar algo de dinero en los viajes hacemos cosas que terminan siendo un desastre. Ahora, con el paso de las semanas, recuerdo esto que os voy a contar sobre nuestro viaje al aeropuerto de Colombo y hasta le encuentro cierta gracia, pero tengo que confesar que en el aquel momento se convirtió en la peor despedida que uno pueda tener de un viaje.
La historia comenzó un par de días antes del final de nuestro viaje a Sri Lanka. Estábamos en la playa de Induruwa intentado decidir si transigir y pagar las 7000 rupias que nos cobraban por llevarnos al aeropuerto de Negombo (el mismo importe que cobraban por ir desde Galle) o buscarnos la vida e ir en tren cuando paseando se nos acercó el dueño de una tiendita en la playa y un tuk tuk para explicarnos que de Bentota salía un bus a Colombo y desde allí otro a Negombo. Yo no estaba convencida así que quedamos con él esa misma tarde para ir a Bentota en el tuk tuk y comprobar horarios.
Una vez en la estación nos enseñó el bus del que nos hablaba cuyo conductor nos dijo que había servicio todos los días y con frecuencia… o al menos eso dijo el señor del tuk tuk pues el otro hombre no hablaba nada de inglés. Así que más convencidos y tras explicarnos que el billete se compraba el mismo día del viaje volvimos al hotel.
Y llegó el día de la partida, nuestro vuelo desde el aeropuerto de Colombo salía a la una de la mañana, así que contando con margen para llegar al destino el tuktukero (palabra inventada, no se como llamarle para no repetir conductor cada dos por tres) vino a buscarnos a las 6 de la tarde para ir a Bentota. Primera sorpresa: no había ni un solo bus en la estación, aquello era un desierto y a mi se me calló el alma a los pies.
Me veía sin bus y sin taxi tirada allí en medio, pero el conductor nos indicó que teníamos que coger entonces el bus regular que iba a Colombo cuya parada estaba en la calle, así que rápidamente nos fuimos a una parada a la que llegaban buses que adivina donde iban porque todo estaba indicado en cingalés, menos mal que el hombre que se debía sentir responsable fue preguntando hasta que localizó el adecuado y nos indicó que subiéramos. Un cuadro, era todo super estrecho así que tuvimos que sentarnos separados, Arturo en un mini asiento junto a otros viajeros y yo en una fila vacía con una maleta a cada lado, es decir ocupando tres asientos.
Aquello se movía a una velocidad tremenda, o al menos a mi me lo parecía. Era completamente de noche y por suerte por las ventanas entraba aire ligeramente fresco lo que hizo el viaje más cómodo. El cobrador iba y venía sin parar y nos cobró los cuatro asientos, en total 400 rupias, bastante barato. Pasaban las horas y nosotros allí metidos sin saber cuanto faltaba hasta que en vista de los hoteles que empezamos a ver y las calles creíamos que ya estábamos en Colombo. Aún así tardamos en llegar a la estación de autobuses donde debíamos cambiar de vehículo para llegar al aeropuerto de Colombo, que realmente está en Negombo, una población en los alrededores de la capital de Sri Lanka.
Una vez allí bajamos con todas nuestras cosas y nos vimos en medio de un montón de gente donde nadie parecía entendernos cuando preguntábamos por el bus al aeropuerto de Colombo hasta que un tuk tuk nos dijo que nos llevaba hasta la parada. Me pareció una tomadura de pelo porque debía estar cerca… y tan cerca, bastó caminar 100 metros para ver a un montón de gente con maletas subir a un mini bus que nos dijeron que era el que via al aeropuerto de Colombo-Negombo.
Subimos como pudimos y aquello era para verlo. Cinco o seis filas de asientos pero sin pasillo, todos ocupados, un hueco junto a la entrada, montones de maletas y unas ocho personas ocupando aquel espacio en la entrada… Arturo y yo casi nos dábamos con la cabeza en el techo a cada bache sobre el que pasábamos. Íbamos literalmente encajados, sin posibilidad de movernos, pero aguantando el tirón estoicamente.
Pasada una media hora se bajó una pareja justo al lado nuestro y aprovechamos para sentarnos, lo cual como podéis imaginas agradecimos. Tardamos media hora más en llegar al aeropuerto de Colombo y en ese tiempo yo vi como un chico pagaba 200 rupias al cobrador del bus (supuso que 100 por la maleta y 100 por él) y aproveché para preguntar cuanto tenía que pagar pero me dijo el hombre que tranquilos, que al llegar…
Y ya entendí por qué al llegar. Cuando bajamos del bus y le pregunté al sin vergüenza (no tiene otro nombre) me dice que 900 rupias. Claro, yo alucinaba, y le dije que de eso nada. Que el chico que justo estaba a mi lado en ese momento había pagado 200 rupias, pero el del bus que 900 porque éramos dos personas, dos bolsas grandes y una pequeña. En ese momento yo ya no entraba en razón ni veía más allá de la rabia de sentir como me querían timar con toda la desfachatez.
Le dije que le daba 500 rupias justo cuando veo que Arturo sacaba 1000 rupias y se las daba. Bueno, en ese momento ya estaba fuera de mi, diciendo a Arturo que si estaba loco, que nos estaba timando y encima él le daba más de las 500 rupias que yo decía. El otro le devolvió al final 300 rupias a Arturo y encima se subió riendo en el bus… No voy a poner aquí las cosas tan agradables que salieron de mi boca, pero os aseguro que fue me sentí impotente y pensando “pero que ganas tengo de llegar a casa donde todo lleva el precio marcado”.
Finalmente llegar dos personas de Induruwa a Negombo nos costo 1100 rupias, 5900 menos que si hubiéramos ido en taxi. El tiempo final fue de 5 horas en total, como una hora más de lo que nos dijeron se tardaba en transporte privado.
¿Mereció la pena?
Yo creo que a pesar de todo si, porque aprendí un poco más de la gente y de mi misma, y viví una historia que ahora puedo contar.