El mismo día que visitamos los templos Hoysala de Belur y Halebid en nuestro itinerario por el sur de India conocimos Sravanabelagola. El nombre de esta tranquila ciudad significa “el monje del estanque blanco”. ¿La razón para visitar esta aletargada ciudad?. Conocer la estatua de la deidad jainí Gomateshvara de la que dicen es la estatua monolítica más alta del mundo (mide 17,5 metros).
Qué ver en Sravanabelagola
Nuestro conductor nos dejó cerca de las escaleras que llevan colina arriba hasta el templo jainí que acoge la gran estatua. No se paga entrada ni en este templo ni en ninguno de Sravanabelagola. Eso sí, antes de comenzar a subir hay que descalzarse y desprenderse de cualquier objeto de piel que se pueda llevar.
Vindhyagiri Hill y Gomateshwara
Solamente 614 escalones nos separaban en ese momento de estatua y agradecimos que se hubiera nublado. De otro modo la subida por esa ladera de piedra con los pies descalzos hubiera sido un verdadero suplicio. El camino no tiene ninguna sombra y aunque no hacía demasiado calor al llegar a lo más alto yo no podía con mi alma. No dude en tirarme en el suelo ante la mirada asombrada de unos cuantos indios que subían con la lengua fuera detrás de nosotros.El monte en el que se encuentra la deidad se llama Vindhyagiri. Allí la sencillez en cada elemento del templo contrastaba con el elaborado trabajado decorativo de los templos Hoysala que acabábamos de ver. Una vez en lo alto y antes de traspasar los muros exteriores ya se puede distinguir la cabeza del dios que sobresale entre tejados y columnas. Dentro del patio central que está rodeado de lo que nosotros podemos denominar claustro nos encontramos por fin frente a la gran estatua desnuda y de rasgos sencillos decorada solamente por una especie de enredadera que sube por sus piernas.
Una vez más y como es costumbre en nosotros no íbamos a dejar un espacio sin curiosear de modo que salimos por un lateral de este patio y nos encontramos con un grupo de visitantes indios. Yo juraría que eran gitanos, pero la diferencia en la ropa con la que suelen llevar en el norte me despistaba, así que no lo tengo claro. Solamente puedo decir que fueron muy agradables posando todos encantados para la cámara, y los niños estaban felices de verse en esa máquina que mostraba sus caras sin que ellos entendieran como era posible.
Estanque Kalyani en Sravanabelagola
La mejor forma de ver este estanque en centro de Sravanabelagola es desde lo alto de sus colinas. Tiene escalones en todos los lados y está rodeado por una pared con puertas bajo pequeños gopuram. Su construcción se debe a distintos reyes y fue finalizado en el año 1723.
Chandragiri
Nuestra siguiente parada fue una colina que habíamos visto desde lo alto de Vindhyagiri Hill. De nuevo zapatos fuera, tocaba subir más escaleras y pasear de nuevo descalzos por otra de las rocosas colinas de Sravanabelagola, en este caso la llamada Chandragiri.
En Chandragiri hay varios templos de distinto tamaño e importancia. Todos levantados sobre la roca y de acceso gratuito y de nombre difíciles de recordar: Bhadrabahu, Shantinatha o Chavundaraya. Este último es el más importante de esta colina de Sravanabelagola. Es una estructura homogénea con un piso superior, una torre sobre ella y un pórtico a los lados. Sobre este friso y debajo de los arcos hay distintas figuras que decoran este pequeño templo.
En esta colina de Sravanabelagola al bajar se puede hacer algo como los niños que pasan por allí: utilizar la roca como tobogán. El camino ya está marcado y pulido después de infinitos usos. Está bastante inclinado, yo me lo pensé dos veces, pero al final me tiré por allí, no sin antes pedir a Arturo que me esperara abajo por si iba demasiado rápido y no conseguía parar. La cosa salió perfecta y pudimos emprender camino a Mysore, una bonita ciudad del sur de India, que sería donde pasaríamos las siguientes noches.