Nuestro itinerario por el Sur de India terminó en Bangalore. La primera impresión que tuvimos de esta ciudad es que era enorme, sucia y caótica. Luego cambió esa impresión un poco cuando llegamos a la moderna avenida MG, en la que se encontraba nuestro hotel. Allí había centros comerciales, hoteles y restaurantes y más orden y limpieza que en el resto de una ciudad que presume de su modernidad.
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Qué ver en Bangalore, capital de Karnakata
Bangalore es una ciudad enorme. Nosotros teníamos contratado un coche con conductor para todo el viaje, y agradecimos contar con él para conocer esta ciudad con muchos más buscavidas que el resto de localidades que habíamos visitado en el sur del país. Tuvimos incluso un problema una noche con un conductor de un tuk tuk que nos llevó donde le dio la gana y al que tras una breve discusión, dejamos con la palabra en la boca y al que por supuesto no pagamos. Pero eso son cosas de los viajes por libre. Por suerte la mayoría de la veces, todo sale bien.
Palacio de Begaluru
Se trata de un especie de réplica del palacio de Windsor y es la residencia privada de la familia Wadiyar. Se puede visitar el interior mientras ancianos criados te van enseñando el edificio. Pero nosotros teníamos claro que solamente queríamos ver este lugar por fuera, sobre todo teniendo en cuenta el elevado precio de la entrada, que por hacer fotos te cobran aparte y que las opiniones de otros viajeros no prometían un interior que mereciera la pena. Así que llegamos hasta allí y enseguida nos explicaron que no podíamos hacer fotos ni del exterior si no pagábamos por ello. Fue tan desagradable el modo en el que nos hablaron que le dije a nuestro conductor que nos marchábamos… no sin antes hacer esta foto.
Templo ISKCON
La siguiente parada en Bangalore la hicimos en otro lugar donde tampoco se podían hacer fotos en el interior (esta vez ni pagando). Era el templo ISKCON. Ha sido construido por la Sociedad Internacional de la Conciencia de Krisnha, o lo que es lo mismo y a todos os sonará: los Hare Krisnas.
Está situado fuera del centro urbano, en la ladera de una colina y destaca por su resplandeciente color blanco. Para entrar además de tener que dejar fuera las cámaras y los zapatos, pasar un control de seguridad y seguir siempre el camino señalado que lleva primero escalares arriba hasta diferentes salas donde se cuenta la vida del dios Krisnha y se pueden ver figuras del dios y de Rada, su esposa.
El centro del templo, construido en una mezcla de estilos modernos y tradicionales y la sala en la que los fieles paran a orar. Es amplia y de techos altos, con un camino señalado que no se puede dejar (al menos los que nos vamos allí a rezar) y que te lleva a la salida del templo por el camino opuesto al de entrada. En esta ocasión pasamos por puestos de comida, tiendas de incienso y de recuerdos. Toda la parafernalia al alcance de la mano y además a precios realmente competitivos. Abandonamos el templo con esa sensación de parque temático en el que pasas por las atracciones y luego, emocionado, compras los recuerdos de tu paso por allí.
Bull Temple o Templo del Toro
Es uno de los templos más conocidos de la ciudad. Para llegar tuvimos que atravesar gran parte de la ciudad para volver al centro y desde allí subir a otra pequeña colina en lo alto de la cual se levanta un pequeño templo en cuyo interior se encuentra una estatua de Nandi de gran tamaño construida en un monolito de piedra. El templo resulta pintoresco por lo tradicional que es en una ciudad tan moderna, pero aparte de eso nos dejó totalmente indiferentes. Y es que llevábamos ya muchos y maravillosos templos a la espalda tras haber recorrido Tamil Nadu y ver los templos Hoysala de Karnakata.
Palacio del Sultán Tipu en Bangalore
Hasta este lugar que ver en Bangalore llegamos también con nuestro coche. Pero le dijimos al conductor que el resto del día se lo tomara libre. Desde allí podíamos caminar ya hacia los mercados e incluso regresar al hotel. De ese modo nos dejó en la puerta de Palacio del Sultán Tipu para continuar conociendo Bangalore.
Pagamos nuestra entrada y entramos a los jardines que rodean el pequeño palacio que no es ni mucho menos tan bello como el que habíamos visitado el día anterior en Srirangapatnam. Aún así, sus columnas y las pocas pinturas que decoran aún las paredes hacen que sea uno de los lugares que se pueden visitar si se está en Bangalore. Justo al lado del palacio se puede ver uno de los templos más ornamentados de la ciudad, el de Kempegowda, que es el que ilustra la portada de este post.
Mercado Krishnarajendra
Salimos del palacio rumbo al corazón del barrio musulmán, la Jama Masjid. Por el camino pasamos por el fuerte de Kempegowda que encontramos rodeado de puestos de comida y de suciedad. Un lugar del que ni me molesté en hacer una foto. Y es que ese momento estaba empezando a agobiar. Hacia calor, había mucha gente y tenía la sensación de que Bangalore no me ofrecía nada que mereciera el pasar allí ese día.
Ese día era viernes y cuando llegamos a la mezquita había muchísimos hombres acudiendo y saliendo de la mezquita para orar. Aquello era un hervidero de gente y pronto nos dimos cuenta que no sería bienvenida nuestra entrada allí. Así que retrocedimos sobre nuestros pasos rumbo al mercado de la ciudad: Krishnarajendra.
Comenzamos a caminar por la calle principal del mercado de Bangalore y me estaba pasando algo que en cuatro viajes a India era la primera vez que me sucedía: estaba incómoda, no me gustaba estar allí y nada me motivaba a continuar paseando por aquellas calles.
Todo estaba terriblemente sucio, costaba caminar entre los puestos, la gente te empujaba hacia la calzada por la que no dejaban de pasar coches. Yo que disfruto haciendo fotos en los mercados solamente saqué la cámara en una ocasión, incluso le dije a Arturo que buscáramos un transporte para volver al hotel… pero no hubo modo.
Parque Cubbon
Por fin llegamos al final de aquel caos y pudimos caminar por calles con aceras en las que al menos nadie nos empujaba. De ese modo llegamos al parque Cubbon desde el que pudimos ver uno de los edificios gubernamentales de la ciudad, el Vidhana Soudha.
Desde allí y bajo la sombra de los árboles paseamos hasta el inicio de MG Road donde por fin encontramos un tuk-tuk que nos llevara al hotel. Yo no tenía ganas de más Bangalore. Pero el conductor empezó a dar vueltas y vueltas mientras yo me daba cuenta de que íbamos en otra dirección. Se paró y nos dijo que el precio pactado no podía ser porque íbamos muy lejos. Ahí ya me enfadé diciendo que llevaba un rato dando vueltas y que no pensaba pagar más, y él me dijo que me bajara que no me llevaba. Así que nada, nos bajamos pero no le pagué. La que se montó fue interesante, pero me daba igual. El día iba de mal en peor.
Comer en Bangalore
Las dos noches que estuvimos en Bangalore, el final de nuestro viaje por el Sur de India, cenamos en el mismo restaurante: The Only Place. Es un local muy concurrido con todo tipo de clientes: grupos de jóvenes indios, familias, turistas, extranjeros residentes. Tuvimos incluso que esperar un rato para poder tener una mesa, pero cuando vimos la carta sentimos haber acertado. Había platos para todos los gustos, desde comida india a hamburguesas al más puro estilo americano. Es un local animado en el que por desgracia, la última noche nos tocó el camarero borde que era lo que me faltaba a mi para rematar el día. Aún así, os recomiendo este restaurante si vais a Bangalore.