Hace poco fuimos a pasar un día a Sepulveda. Hacía años que no visitaba esta zona de Segovia y la verdad es que ya iba teniendo ganas de regresar. Recordaba algunos lugares, incluso un restaurante que aún sigue en el mismo lugar. Pero el lugar al que tenía más ganas de volver era sin duda a las Hoces del río Duraton.
Índice del artículo
Hoces del Duratón
En mi cabeza tenía la imagen antigua de un lugar tranquilo en el que había más buitres que visitantes. Malas pasadas que juega la memoria, o puede que sencillamente este lugar antes fuera más desconocido y con el paso del tiempo, poco a poco, se ha convertido en una excursión obligada para todo el que llega hasta Sepulveda. Sea como sea, volver a las Hoces del río Duratón me ha encantado. El día de nuestra visita el cielo lucía de un azul radiante, el campo ya olía a primavera y el lugar aparecía ante mi más bello aún que esa imagen antigua que tenía en la retina.
Después de dejar el coche en el aparcamiento habilitado a para ello emprendimos el paseo hacia la Ermita de San Frutos. Pero antes nos detuvimos en el mirador San Frutos. Desde este lugar se tienen unas vistas impresionantes del río Duratón, un cauce de agua que parece estar detenido entre los grandes farallones rocosos que sirven a los buitres como espacio para anidar. Llegamos y pudimos disfrutar de unos minutos en soledad, pero no iba a durar mucho estar tranquilos. Poco tardaron en llegar un par de familias y con ellos se acabó la paz.
Carreras de los niños, padres hablando de futbol, madres gritando de miedo porque a pocos metros ven a un buitre volar… Así son las cosas, la gente, incluso cuando debería estar relajada viendo un lugar como son las Hoces del río Duratón, parece seguir nerviosa, con prisas. Parece no entender que no hace falta hablar a gritos y que a veces los silencios son mejores compañeros que las voces.
Buitres en las Hoces del Duratón
Un poco más adelante vimos varios buitres volando casi sobre nuestras cabezas. Fue suficiente abandonar el camino trazado para llegar a la ermita y caminar unos metros hacia la izquierda para llegar a la parte más alta de uno de los farallones sobre las Hoces del río Duraton. Allí había un buen número de buitres de gran tamaño. Volaban, se paraban en las paredes rocosas, volvían a levantar el vuelo. Había otra pareja sentada disfrutando del momento, y los cuatro, tranquilos, contemplamos extasiados aquellas aves que a veces resultan majestuosas y otras puede que algo siniestras.
Anduvimos un poco más dejando de nuevo el camino para subirnos a las rocas que encontramos a nuestra derecha. Desde esa altura las vistas son las mejores, tanto del río como del conjunto de la ermita de San Frutos. No hay duda de que este pequeño templo goza de una de las mejores ubicaciones de todo el parque de las Hoces del río Duratón. Esta ermita, ahí donde está, aislada del mundanal ruido tiene su historia.
Ermita de San Frutos
El templo que vemos hoy es lo que queda de la iglesia que fue del priorato silense de San Frutos y que se construyó sobre una necrópolis visigoda. Fue aquí donde San Frutos, patrón de Segovia y nacido en una familia acomodada pasó gran parte de su vida junto a sus hermanos, Engracia y Valentín. A la muerte de sus padres repartieron sus bienes entre los pobres y se retiraron a este lugar hasta que Frutos falleció. Más tarde fueron los monjes benedictinos los que desde el año 1076 y hasta 1836 habitaron el lugar, que pasó de ser una sencilla ermita a convertirse en monasterio.
Antes de llegar a la ermita hay que cruzar un pequeño puente de piedra construido sobre una gran grieta llamada “cuchillada de San Frutos”. (Mirador, ermita, grieta… aquí todo lleva el nombre del santo). Tan solo tuvimos que caminar unos pocos metros más para llegar a la necrópolis tallada en la piedra que precede al templo. Para descubrir que esconde San Frutos basta pasar el arco que acceso al lugar donde estaban las habitaciones de los monjes, la escalera que llevaba al atrio de la iglesia, las cuadras o el refectorio.
Hoy de todo eso apenas queda el recuerdo y una cuantas paredes en no muy buen estado. Lo que si se mantiene en pie es la iglesia del conjuntos monástico benedictino es la iglesia de sobrio exterior románico. La única concesión decorativa son dos columnas que decoran un arco ciego sobre la entrada al templo. En el interior, también austero, se pueden imágenes de varios santos (entre ellos San Frutos) decorando algunos de los catorce capiteles que hay sobre otras tantas columnas.
Vistas sobre el río
Una vez visto lo que queda de la ermita merece la pena seguir caminando para llegar a lo alto de farallón sobre el río, sentarse y escuchar el silencio. Atrás quedan los turistas, los niños y la algarabía. No todo el mundo se acerca a este punto que sin embargo es uno de los lugares perfectos sobre las Hoces del río Duratón para disfrutar de calma, de la vista de los farallones y del vuelo de los buitres.
Como curiosidad decir que si escucháis algún graznido será siempre de otras aves, nunca de los buitres. ¿La razón? Qué estas aves no tienen órgano de fonación, y por lo tanto son mudas. El único sonido que escucharemos de los buitres es el que producen su alas mientras vuelan.
Después de un rato de relax tocaba regresar al coche. Habíamos quedado para comer en Sepúlveda y aunque la distancia no es larga, es camino no es precisamente bueno. Si decidís en algún momento ir hasta la Ermita de San Frutos, hacedlo con calma y las ventanillas del coche cerradas si no queréis terminar cubiertos por el polvo del camino.
Cómo llegar a la Ermita de San Frutos
Desde la localidad de Sepúlveda hasta el aparcamiento del que os hablaba arriba hay 8 kilómetros y todo la ruta está indicada.
- Al salir de Sepúlveda hay que coger la SG-2418 hasta Villaseca, pequeña población al borde del Parque Natural de las Hoces del río Duratón.
- Se cruza la localidad citada y se ve a la derecha una iglesia. Justo ahí está la desviación que lleva hasta la Ermita de San Frutos.
- Hay que circular durante cuatro kilómetros hasta el aparcamiento.
- Llevad con vosotros agua, una vez en la zona de la ermita no encontraréis donde comprar ninguna bebida.
- No hay que pagar nada ni por aparcar ni por acceder a la Ermita de San Frutos.
Dormir en las Hoces del río Duratón
Cerca del Parque Natural de las Hoces del río Duratón hay distintas opciones de alojamiento, tanto en hostales como en apartamentos. Os dejo aquí algunas sugerencias.
- La Senda del Duratón ofrece apartamentos con terraza y zonas comunes como un salón con biblioteca o una zona de barbacoa.
- La Posada del Duratón es un establecimiento con mucho encanto. Paredes de piedra, salón con chimenea y habitaciones con vigas de madera dan un toque especial a este hotel.
- El Rincón de la Hoces del Duratón cuenta con amplias habitaciones decoradas de forma individual, siento en todas la estancias la piedra y la madera las protagonistas.
6 comentarios
Tengo pendiente volver a Segovia y ver zonas fuera de la ciudad. Me apunto tu post, porque me interesa hacer esta ruta! Muy chula! Muchas gracias!
Es una ruta sencilla, pero la verdad es que bien bonita.
Pues me parece una ruta preciosa con un paisaje bellísimo y además, con una puntilla de patrimonio. Y lo más importante, asequible para los que nos gusta este tipo de senderos sencillotes.
Me lo apunto porque Segovia es una zona que me encanta y que no conozco suficientemente.
Importante lo que dices: que nos gusta dar paseos pero no terminar para el arrastre 😉
Un lugar maravilloso del que tuve la suerte de disfrutar el año pasado. Lo que no logramos fue hacer una buena foto de los buitres, jajaja, no hubo manera, cuando estaban cerca, estaban frente al sol, parecía que no querían ser fotografiados. En cuanto a las familias ruidosas tengo para escribir un libro, pffff
Un abrazo
Carmen
Bueno, no importa no fotografiar a esas impresionantes aves. Lo que merece la pena de verdad es verlas… sobre todo en un entorno como este.
Un abrazo