En una ciudad en las que los misterios y las leyendas forman parte de su historia y en la que lo siniestro se funde con lo paranormal, los cementerios no podían dejar de ser una visita imprescindible para quienes visitamos la capital de Escocia. Para conocer todos los cementerios de Edimburgo se necesita de más tiempo del que los viajeros solemos pasar en la ciudad. Aún así, hay un puñado de estos lugares, todos ellos en el centro histórico, que son sin duda lugares que ver en Edimburgo.
Los cementerios de Edimburgo son espacios abiertos a los visitantes en los que la nostalgia y el romanticismo son los protagonistas durante el día. Al llegar la noche, el misterio y la niebla flotan entre las lápidas, creando un ambiente que es el caldo de cultivo perfecto para mantener vivas las leyendas más oscuras y las historias paranormales.
Visitar estos cementerios realmente merece la pena. Todo el mundo puede disfrutar de ellos durante el día. Pero, al anochecer, es mejor que aquellos más impresionables se abstengan de cruzar sus puertas. ¿O todos os creéis preparados para caminar entre tumbas de asesinos o en las que aparecen extraños retratos?
Mejor dejar de ser tan peliculera y animaros a todos a conocer estos cementerios que forman parte de la historia de Edimburgo, que están rodeados de antiguos monumentos y que en muchos casos son, incluso, magníficos miradores sobre la ciudad. Os recomiendo reservar el free tour misterios, fantasmas y quema de brujas de Edimburgo en español para descubrir junto a un guía esas leyendas de Edimburgo y visitar alguno de sus cementerios.
Índice del artículo
Cementerios de Edimburgo
En este post os voy a hablar de los cinco cementerios de Edimburgo que visité durante mi estancia de tres días en la ciudad. Puede que no sean los más grandes ni los más bonitos, pero es cierto que todos ellos están cerca de otros lugares destacados que ver en la ciudad, lo que hace casi inevitable animarse a dar un paseo por cualquiera de ellos. Además, por una razón u otra, todos tienen algún interés especial. Ya sea histórico o paranormal. ¿Te los vas a perder?
Greyfriars, uno de los cementerios embrujados de Edimburgo
Este cementerio es uno de los lugares históricos de la capital de Escocia y desde hace tiempo no se realizan enterramientos en sus cuidadas praderas.
Está abierto las 24 horas del día, todos los días de la semana. A ver si cuanto terminéis de leer lo que a continuación os voy a contar sois capaces de visitarlo por la noche.
Poltergeist de Bloody Mackenzie
Se trata del cementerio más famoso de Edimburgo. También de uno de esos cementerios que entran en las lista de los más embrujados del mundo. Y razones no faltan para esto último. Sobre todo gracias al conocido como poltergeist de Bloody Mackenzie. Un fenómeno que comenzó a sentirse en 1998, cuando un indigente, una noche de tormenta, decidió resguardarse en la tumba de George MacKenzie, un abogado del siglo XVII relacionado con los juicios por brujería de 1661 y, al parecer, defensor de la tortura para quienes cometían delitos de gravedad.
Esa noche de finales del siglo pasado, cuando el indigente encontró el féretro de George MacKenzie, decidió abrirla pensando que en su interior encontraría objetos de valor. Lo que ocurrió fue que el suelo cedió bajo sus pies y cayó en una fosa común llena de cadáveres. A partir del día siguiente, junto al Mausoleo Negro que aloja el cuerpo del vil abogado, comenzaron a ocurrir extraños sucesos. Son más de 500 las personas que afirman haber sido mordidas, arañadas o empujadas en el cementerio. Incluso los vecinos de las casas más cercanas al cementerio dicen haber empezado a vivir experiencia inexplicables desde aquel suceso de 1998.
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Dejando atrás la siniestra historia del Mausoleo Negro y de Bloody Mackenzie, la verdad es que Greyfriars es uno de esos bonitos y cuidados cementerios de Edimburgo. Se remonta a 1560 y sus centenarias lápidas forman un atractiva estampa rodeando la iglesia que fue el origen del cementerio, bajo los árboles o con el Castillo de Edimburgo al fondo. Entre los personajes famosos aquí enterrados merece la pena mencionar a James Hutton, padre de la geología moderna, y a James Craig, diseñador de la New Town de Edimburgo.
Harry Potter y Greyfriars
Cuentan que los nombres de algunas personas enterradas en este cementerio inspiraron a J.K. Rowling para bautizar a personajes de su famosa saga de Harry Potter. Concretamente la profesora Minerva McGonagall y Tom Riddle, Lord Voldemort. Pero parece ser que la propia escritora desmintió hace unos años esa teoría. Si eres fan de la escritora y de sus famosos libros, no dejes de reservar el free tour de Harry Potter en Edimburgo.
Bobby, el perro más famoso de la ciudad
No puedo dejar de contaros que en este cementerio está enterrado el perro más famoso de Edimburgo. Un Skye terrier que, según la leyenda, estuvo 14 años junto a la tumba de su amo, John Gray. Se trataba de un agricultor que llegó a Edimburgo en 1850 en busca de un trabajo menos sacrificado que el del campo. Pero solamente encontró un puesto como vigilante nocturno de la policía, momento en el que John adoptó a Bobby, y desde ese momento patrullaron juntos las calles de Edimburgo hasta que el dueño falleció en 1858.
Según cuenta la leyenda, el perro merodeaba siempre alrededor de la tumba de John Gray. El vigilante del cementerio, en vista de la imposibilidad de mantener alejado al animal decidió construirle un refugio y él mismo y otros vecinos de la ciudad se encargaron durante años de alimentarle y cuidarle. Cuanto falleció, en 1872, fue enterrado en el cementerio. Un cuidado jardín alrededor de su escultura y una lápida de granito rosa le rinden homenaje.
Pero, porque en toda leyenda hay un pero, hay diversas teorías que desmontan la historia del perro fiel. Por un lado, es posible que Bobby no viviera permanentemente en el cementerio y que fuera adoptado por algún vecino del barrio. Por otro, es extraño que John Gray, el hortelano dueño del perro, pueda estar enterrado en Greyfriars, pues este cementerio estaba reservado a los nacidos en la ciudad. También hay algunas fotografías del siglo XIX del animal que hacen pensar que no fue un solo perro sino varios. De un modo u otro, lo que está claro que es ya nadie le puede quitar protagonismo en los cementerios de Edimburgo. A no ser los fantasmas y fenómenos extraños que tienen lugar en ellos.
Cementerio de Canongate Kirk
Al final de la Royal Mile, cerca de Holyroodhouse, hay otro cementerio que bien merece una visita. Es un lugar muy apacible, con menos visitantes que Greyfriars y con unas atractivas vistas de Calton Hill. Como curiosidad, deciros que en la iglesia a la que rodea el cementerio se casó en 2011 Zara Phillips, hija de la princesa Ana y nieta de la reina Isabel II. Fue la primera boda real en Escocia en 20 años (la anterior había sido la de la princesa Ana).
Dejando a un lado curiosidades de sociedad, mencionar que el de Canongate es uno de los cinco cementerios históricos que se pueden ver en la parte antigua de Edimburgo que forma parte de la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. En su interior se conservan más de 300 tumbas, lápidas y monumentos funerarios.
Son varios los personajes célebres aquí enterrados, aunque es más que probable que la mayoría de ellos a los españoles no suenen poco. Entre ellos destaca David Rizzio, músico italiano y confidente de la reina María Estuardo. Fue asesinado por Lord Darnley, marido de la reina, y un grupo de nobles. Le asestaron más de 50 puñaladas y la creencia popular dice que un siglo después de su muerte, el cuerpo de Rizzio fue trasladado a este cementerio desde la abadía de Holyrood.
Las tumbas de Jorge Drummond (alcalde de Edimburgo en seis ocasiones), Adam Smith (economista y autor de La riqueza de las naciones), Robert Fergusson (poeta que escribía en escoces y amigo de Robert Burns, el poeta nacional de Escocia) están en este cementerio de la Royal Mile. En la calle, junto a la entrada al cementerio, hay una escultura homenaje al joven Fergusson que falleció a los 24 años.
Por último mencionar que aquí también está enterrada Agnes MacLehose, la mujer con la que Robert Burns mantuvo una larga relación epistolar. En esas cartas, ambos utilizaron seudónimos: Clarinda y Sylvander. A esta mujer dedico el poeta escocés uno de sus poemas más románticos, Ae Fond Kiss.
Para no perderos un detalle de su historia, lo mejor es reservar el free tour de los fantasmas y misterios de la Royal Mile. Frente al cementerio están el Museo de Edimburgo y Bakehouse Close, una de las localizaciones en Edimburgo de Outlander. Si sois fans de esta serie, no os podéis perder el tour por los lugares de rodaje de Outlander.
Old Calton, otro de los cementerios hechizados de Edimburgo
Los que se hayan quedado con ganas de más historias paranormales después de visitar Greyfriars, el más famoso de los cementerios de Edimburgo, no pueden dejar de dar una vuelta por Old Calton. Otro de esos lugares en los que las historias de fantasmas tienen gran protagonismo.
Old Calton está ubicado a los pies de Calton Hill, por lo que paseando entre las lápidas se consiguen buenas perspectivas de la famosa colina de Edimburgo. Fue construido en 1718 y las distintas estructuras funerarias que se conservan en el interior del cementerio datan de los siglos XVIII y XIX. Aquí, al igual que en otros cementerios de Edimburgo no faltan lápidas en las que un relieve recuerda el oficio de la persona allí enterrada.
Entre las más de 400 tumbas el Old Calton destaca sin duda el Monumento a los Mártires, un alto obelisco que es imposible pasar por alto. En una esquina del cementerio está el mausoleo de David Hume, filósofo, ensayista, historiador, economista y ateo. Pidió que su tumba no tuviera ninguna cruz ni símbolo religioso.
Muy cerca seguro que os llama la atención la escultura de Lincoln que forma parte del memorial dedicado a los caídos escoceses durante la Guerra de Secesión norteamericana.
David Allan y la catalepsia
Una de las sepulturas más misteriosas que ver en Old Calton es la David Allan, pintor escoces que tenía un miedo horrible a ser enterrado vivo. Algo que para desgracia de muchos era más habitual de lo que podemos pensar en la Edimburgo del siglo XVIII. La razón, al parecer, era el uso de utensilios de estaño en la cocina. Un material tóxico que terminaba envenenando.
El envenenamiento no siempre era mortal, pero provocaba un estado de catalepsia en muchos casos. Las constantes vitales del enfermo eran tan bajas que llegaban a ser imperceptibles, dando lugar a la confirmación de su fallecimiento, cuando realmente seguían vivos.
En vista de aquello, Allan pidió que al enterrarle le ataran una campana al dedo del pie. La cuerda debía salir al exterior para que quien pasara por allí, si la campana se movía, diera la alarma y le desenterraran. El problema es que más de uno pedía la campana, y con el viento que azota con frecuencia la ciudad, el sonido de tantas campanas terminó siendo ignorado.
Durante unas obras para la reconstrucción de una carretera hubo que abrir un gran número de tumbas de este cementerio. Y nada menos que el 40% de ellas estaba arañada en su interior. Los muertos no lo estaban y no quiero ni imaginar la desesperación al despertar y sentirte enterrado en un ataúd. ¿Adivináis que pasó con David Allan? Pues que tal y cómo el temía, le enterraron vivo tal y como probaron los arañazos al abrirlo.
Lo más curioso es que en la lápida vertical de su tumba, en la parte posterior, se puede ver lo que dicen es el último autorretrato del pintor. Hay quien dice que es fruto de la humedad, pero lo cierto es que es la única lápida del cementerio en la que la ha ocurrido algo así. Ahí lo dejo, los muy impresionables igual deberían evitar acercarse a este cementerio después de que oscurezca. Por lo que pueda pasar.
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Cementerio de St.Cuthbert, a los pies del Castillo de Edimburgo
Junto a los preciosos Princes Street Gardens se encuentra otro de los cementerios de Edimburgo. Se trata de uno de los más antiguos de la ciudad. Su historia se remonta en en el tiempo hasta el siglo VII, momento en el que San Cuthbert, según la leyenda, predicó en este lugar.
Cuando se entra al cementerio desde los jardines se puede ver la escultura de un perro, parece ser que es protagonista de una historia similar a la del famoso Bobby. Una vez dentro del recinto del cementerio, rodeando la iglesia que lleva el nombre del mismo santo que el camposanto, las más de 700 lápidas y mausoleos se reparten por esas praderas tan típicas de los cementerios de Edimburgo. Desde algunos puntos, cuando los árboles aún no tienen hojas, se tienen bonitas estampas con el castillo al fondo.
Entre los personajes enterrados en St. Cuthbert, mencionar a George Maikle Kemp, el arquitecto del impresionante monumento dedicado a Walter Scott en Princes Street.
También hay un elemento singular en este cementerio y que si prestáis atención podréis ver en otros de Edimburgo. Se trata de una torre de vigilancia, en una esquina del cementerio. Es una construcción que se volvió habitual entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Momento en el que el robo de cadáveres se convirtió en una práctica mucho más habitual en Edimburgo de lo que podáis pensar.
Dean Cemetery, prototipo del cementerio victoriano
Este es el último de los cementerios de Edimburgo que he visitado, en Dean Village. Se trata de uno de los pocos cementerios históricos que se siguen usando en la ciudad y un fabuloso ejemplo de arquitectura victoriana. Fue creado en 1846 y en él están las tumbas de algunos de los personajes más relevantes de esa época.
Aquí descansan los restos de Agnes Henderson Brown, sufragista, escritora y una de las primeras mujeres ciclistas de Escocia. Francis Cadell, pintor escocés famoso por sus cuadros de interiores de casas de la New Town de Edimburgo, y David Octavius Hill, pionero de la fotografía, también fueron enterrados aquí.
Al contrario que los anteriores cementerios de los que os he hablado, en los que el orden tras el paso del tiempo no es una de sus características, en Dean Cemetery las lápidas están ordenadas al lado de los senderos que lo recorren. Los árboles acompañan durante el recorrido por uno de los cementerios más seguros del siglo XIX, momento en el que el los profanadores de tumbas hacían su agosto en Edimburgo.
No podía cerrar este recorrido por los cementerios de Edimburgo sin una última historia curiosa. Una historia que dice que Joseph Bell, médico personal de la reina Victoria, podría ser la persona en la que Arthur Conan Doyle se inspiró para crear a su personaje más famoso: Sherlock Holmes. El escritor fue alumno de Joseph Bell, precursor de la medicina forense y cuyo método analítico para analizar los casos con los que se encontraba ayudó a Conan Doyle a dar forma al famoso detective de sus novelas.
Tumbas y simbología en los cementerios de Edimburgo
Los cementerios de Edimburgo, cómo tantos otros alrededor del mundo, están llenos de símbolos relacionados casi siempre relacionados con la muerte. En algunos casos el símbolo y el significado coincide con lo que podemos encontrar en otros rincones de Europa.
Para adornar algunas historias o para hacerlas parecer más siniestras, hay quienes explican cosas que no son ciertas. Por ello es mejor contrastar la información antes de creerse todo lo que cuentan en los tours por Edimburgo.
Una de las cosas que podemos ver en algunos cementerios de Edimburgo es una especie de jaula sobre las lápidas. No se trata de ningún adorno. Es una protección para evitar que los ladrones de cuerpos profanaran las tumbas.
Son habituales las lápidas decoradas con una calavera y dos tibias, algo que no tiene nada que ver con la peste. Es un símbolo que solamente recuerda que la fugacidad de lo material y que la muerte nos iguala. También es sencillo ver alguna calavera con alas. Al igual que en otros países, el tiempo dio paso a tumbas decoradas con pequeños ángeles, algo mucho más dulce y menos tétrico que una calavera.
Si os fijáis en las antiguas tumbas que irán apareciendo en vuestros paseos por los cementerios de Edimburgo, seguro que en alguna de ellas veréis escuadras, martillos o liras. Esos objetos son un indicativo de la profesión que tuvieron quienes allí están enterrados. Carpinteros, zapateros, artistas o herreros se identifican con cada uno de esos objetos. Algo que al parecer nada tiene que ver con la masonería, pues en Escocia si un fallecido era masón se indicaba claramente en su tumba.
Por último, mencionar las cruces celtas que aparecen en muchas tumbas. Provienen del momento en el que los cristianos comenzaron a evangelizar territorios celtas y unieron la cruz, símbolo cristiano por excelencia, a un círculo que representaría al sol y la luna. Una forma de unir las creencias paganas con las cristianas.
Ladrones de tumbas en Edimburgo
En el siglo XIX, en los laboratorios de anatomía de Edimburgo se necesitaban un buen número de cadáveres para los estudios que se realizaban en ellos. Los alumnos de las universidades no tenían otro modo de conocer el interior del cuerpo humano. Eso llevó a que los ladrones de tumbas recorrieran los cementerios de la ciudad en busca de los cuerpos recién enterrados. Acudían por la noche, los desenterraban y tras despojarlos de sus pertenencias se los vendían a los médicos por un precio muy superior a un sueldo que cobraban muchos trabajadores en la ciudad.
Este robo y venta de cadáveres fue algo que reportó a algunos, como a William Burke y William Hare, unos ingresos nada desdeñables. Todo comenzó cuando Hare, que había conseguido el puesto de portero en una pensión, enfadado porque un huésped había fallecido sin pagar su deuda, decidió abrir el ataúd, llenarlo de tierra para el entierro y vender el cuerpo a la ciencia. Concretamente al anatomista Robert Knox. Este médico necesitaba un buen número de cuerpos “frescos”, por lo que Hare y Burke decidieron pasar del robo al asesinato.
En un año, estos ladrones y asesinos acabaron con la vida de 16 personas. Entre ellos, ancianas, niños y prostitutas. Por cada cuerpo entregado a Robert Knox, Burke y Hare se embolsaban la nada despreciable cantidad de entre 8 y 10 libras (una fortuna para aquella época). Al ver que nadie sospechaba de ellos ni de sus crímenes (seguramente Knox si lo hacía, pero le interesaban más sus clases de anatomía que el origen de los cuerpos), se fueron relajando hasta terminar cometiendo un crimen por el que fueron descubiertos. El de un joven retrasado mental al que todos conocían como “Jamie el bobo”. Varios estudiantes, al ver su cuerpo en la mesa de disecciones se extrañaron, pues le habían visto en buen estado justo el día anterior.