El mausoleo Gur-a-Amir es uno de los lugares más destacados que ver en Samarcanda. Es, junto con la plaza Registán y el complejo Shah-i-Zinda, uno de los lugares que más turistas reciben en la ciudad.
El acceso es de pago y al igual que en otros monumentos, solamente se puede entrar una vez. Nosotros intentamos volver a entrar por la noche, pero no hubo forma de convencer al vigilante. Ni mostrando la entrada de ese mismo día, ni poniendo carita de no haber roto un plato. Lo máximo que conseguimos fue ponernos debajo del portal de acceso al complejo, siempre bajo la atenta mirada del vigilante.
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En cuanto a la arquitectura de este precioso mausoleo, hay que saber que formó parte de un complejo anterior, con una madraza, minaretes y un khanqah. Si bien la tumba familiar se ha restaurado, el resto del complejo, que inicialmente se debió diseñar para ser una escuela coránica, permanece en ruinas.
El nombre de este lugar quiere decir “tumba del Emir” y en su exterior, de paredes de ladrillo, destaca sin duda la cúpula acanalada formada por 64 nervios que representan los años que vivió Mahoma.
Comparado con el bastante sobrio exterior, el interior del mausoleo de Tamerlán es un derroche de brillo. Desde los pulidos suelos de mármol a los mosaicos de tonos azules y dorados, pasando por la tracería de las ventanas, las incrustaciones de piedras semipreciosas, las pinturas o la bóveda octogonal decorada imitando un cielo estrellado, todo es de una belleza que sobresale entre cualquier otro interior de los edificios que ver en Samarcanda (y yo diría que incluso en Uzbekistán).
El complejo funerario de Gur-e-Amir está rodeado de un feo muro con una puerta trasera que da acceso (si la encontráis abierta) a la calle y al Mausoleo Al Saray. Su exterior es de lo más soso que podáis imaginar en un país en el que los azulejos parecían querer cubrir todo. El interior sin embargo alberga una decoración de tonos dorados y azules que nosotros no pudimos ver porque el mausoleo estaba cerrado.
Quién está enterrado en Gur-e-Amir
En este impresionante mausoleo está enterrado Tamerlán. A mi me parece una tumba más que digna para un gobernante de su importancia histórica. Hay quienes dicen que es demasiado sencillo. El que piense eso, que vaya a Shahrisabz y vea la cripta que se construyó para Amir Timur. A partir de ese momento el mausoleo Gur-e-Emir le parece un verdadero lujo.
Lo que si es extraño es que el famoso y cruel conquistador comparta tumba con algunos familiares suyos. Hay una explicación para eso. El propio Tamerlán mandó construir este mausoleo para uno de sus nietos, pero el mismo falleció antes de los esperado en Kazajistán mientras preparaba una de sus continuas batallas. Era invierno y la nieve bloqueaba el camino a Shahrisabz, por lo que se decidió enterrar a Tamerlán (Amir Timur) en Samarcanda, en la tumba levantada para su nieto Mohammed Sultan.
En Gur-e-Amir, magnífico y bello mausoleo, descansan dos de los hijos de Tamerlan y dos de sus nietos (uno de ellos es Ulugh Beg, el de la madraza del Registán). Las lápidas que se pueden ver bajo la cúpula son solamente marcas. Es debajo, en la cripta, donde están las tumbas con los cuerpos de los fallecidos (no se puede acceder).
Leyendas de Tamerlán y su tumba
Una de la leyendas que rodean a la muerte de Tamerlán y su tumba en Samarcanda hace referencia al bloque de jade verde que marca la tumba dentro de Gur-e-Amir. En el siglo XVIII, un militar se la llevó a Persia. Por accidente, la lápida se rompió por la mitad y el militar comenzó a verse envuelto en constantes episodios de mala suerte. Uno de ellos llevó a su hijo al borde de la muerte. Fue entonces cuando Nader Shah, el militar, decidió devolver la lápida a su lugar de origen. Su hijo se recuperó y su mala suerte terminó.
Otra de las leyendas que tienen a Tamerlán como protagonista nos lleva al año 1941. En abril de ese año, el antropólogo ruso Mijaíl Guerásimov abrió la tumba del conquistador, encontrando una inscripción que decía: “Todo aquel que abra esta tumba será derrotado por un enemigo más terrible que yo”. Al día siguiente, Hitler ataba la Unión Soviética. Dos años mas tarde, tras haber finalizado los estudios con el cuerpo de Tamerlán (que entre otras cosas tenían como objetivo reconstruir su rostro), el caudillo asiático volvió a ser enterrado con todos los ritos musulmanes. Al día siguiente los nazis se rendían en Stalingrado.