Había una vez una joven que soñaba con viajar a India. Soñaba con ello y finalmente pudo conocer aquel país que estaba en la lista de sus deseos. Una vez allí se sintió sorprendida e intimidada a partes iguales, nunca había estado en un lugar ni remotamente parecido a aquel en el que la gente caminaba descalza por carreteras y ciudades, en el que los enfermos no estaban en hospitales si no en la calle y donde los niños corrían por cualquier lugar llenos de mocos sin que nadie se ocupara de ellos; jamás se había sentido tan observada por como vestía, como se movía o por las cosas que hacía. Miraba muchas veces desde la ventana de su hotel las calles de aquellas ciudades cuyos árboles en lugar de tener gorriones como los de su ciudad tenían buitres apostados en sus ramas, y entonces se preguntaba que hacía allí en lugar de paseando por cualquier lugar de aquel a la vez exótico y terrible país. Pero se quedaba detrás de la ventana, dentro del coche, en un rincón tranquilo del tren… y sentía que estaba dejando pasar de largo algo único. Regresó a casa con la certeza de que volvería a aquel país llamado India con el valor que esa primera vez no había tenido.
Pasaron los años, la chica viajo, creció y aprendió. Y entonces regresó a India e hizo realidad su sueño de juventud. Esta vez no se quedó protegida detrás de ningún cristal, esta vez salió a conocer ese país llamado India y a vivir, a aprender, a compartir… En esta ocasión no sintió que nada pasaba de largo, porque esta vez no era una espectadora de lo que ocurría a su alrededor: esta vez ella era uno de los personajes que caminaban tranquilos por aquellas calles porque ahora las sentía suyas, no tenía miedo ni vergüenza si alguien la miraba. Olió, saboreó, toco, miró y escuchó todo lo que India la ofrecía y se sintió dichosa cada día cuando compartía compras con mujeres vestidas con sari que la sonreían con complicidad, o cuando los niñas de pueblos perdidos le pedían con los ojos esa pinza de colores que llevaba en el pelo. Esta vez se marchó de ese complicado país con la certeza de que ahora que había tenido el valor que le falto la primera vez ya no había razón para no volver.
Volvió al país llamado India por tercera vez, pasó por lugares conocidos en los que reconocía olores e imágenes, pero también fue a otros nuevos donde en ningún momento se sintió mal porque dominaba el arte de sonreír cuando era necesario, de decir que no rotundamente si la circunstancia lo requería y sobre todo ya nada la asustaba aunque todo la seguía sorprendiendo. Y ella dejaba que así fuera porque si algo había aprendido era que India te da lo mejor de si misma si te dejas llevar y aceptas las sorpresas como parte del viaje. Vivió intensamente el viaje como si fuera la última vez aunque algo la decía “volverás”.
Pasó algún tiempo y la chica ya convertida en mujer regresó a otra parte de ese país llamado India en la que muchas cosas eran similares a lo que ya conocía pero donde el paisaje era otro, la gente más tranquila, los templos más impresionantes y la comida más sabrosa. Pero ella sabía que la esencia era la misma y que aún disfrutaría de todo aquello, si algo la había enseñado India era a ser respetuosa y tolerante, a entender que la gente es muchas veces como la toca ser, que no todos tienen opción a elegir y no por ello son menos afortunados, sencillamente son diferentes. Y con esas premisas el viaje se volvió a convertir algo único lleno de momentos mágicos de los que si cierra los ojos aún recuerda el aroma del incienso, escucha los rezos que la rodeaban en los templos y siente el ligero picor del biryani que comió en aquel local en el que casi no había luz. Abandonó el país con la tristeza de quien se despide de un ser querido pero con la sensación de llevarse de él los mejores recuerdos.
Ahora, la mujer sigue soñando y lo hace con la esperanza del que sabe que muchas veces, los sueños, se hacen realidad.
12 comentarios
Bonita historia. Suerte que le diste una segunda oportunidad (y tercera y cuarta, claro). La verdad es que todo viajero ha soñado con visitar la India, pero no es un país fácil precisamente, de manera que no me extrañan tus sensaciones de aquella primera vez. Como dices tu, hay que admitir las sorpresas como parte del viaje. La India es así, con todo lo maravilloso y con todo que es, justamente, lo contrario. Yo solo la he visitado en una ocasión, pero no tengo ninguna duda de que si mi salud me lo permite, repetiré algún día.
Para mi el viajar a India era un sueño que en algún momento llegué a pensar que podría convertirse en pesadilla… pero como bien dices, algo me decía que India era especial, y repetí varias veces. (Y sigo con ganas del volver, no te creas)
Pues me ha alegrado muchísimo haber leído la historia de esa joven que volvió una y otra vez a India. Tras mi primer viaje hace unos meses por India, un destino que por alguna razón me magnetizaba, me quedé con esa misma sensación: yo quiero volver a verte otra vez, India.
Un abrazo!!
Quizás nos crucemos repitiendo viaje ambos por aquellas tierras. Un abrazo
Qué bonita historia! Todos sabemos que la continuará con un nuevo viaje… 😀
Yo creo también que probablemente haya un quinto capítulo para mi historia con India…
A pesar de haber leído y escuchado tantas historias del sueño que se convierte en pesadilla, siento muchísima curiosidad por conocer ese lugar. También hay gente que ha sido capaz de entender y amar ese caos Es una realidad, está ahí ¿por qué no intentar comprenderlo?
Una historia muy motivadora y la chica guapísima 🙂
Lo cierto es que yo desde el principio sentía que tenía que entender aquello, nunca lo rechacé, pero es cierto que me imponía bastante, la verdad. Me alegra mucho haber repetido viajes a India, porque cada vez me siento mejor allí y soy capaz de superar todos los inconvenientes para convertirlos en experiencias enriquecedoras… Ah, y gracias por le piropo 😉
Qué bonito Cris, precioso recorrido…Es cierto que hay países que enganchan, para mí India es un lugar que sueño desde siempre pero confío en que se cumplirá 🙂
Gracias por compartirlo.
Un besazo!!
Te veo en India, creo que eres una mujer que lucha por lo que sueña. Y ese sueño se hará realidad, espero que llegado el día me cuentes todos los detalles. Un abrazo
Me encantó este relato y te felicito por el.Creo que a viajar como a todo en la vida, también se aprende con la experiencia y dejarse llevar y empaparse de la cultura de cada sitio libre de prejuicios es parte de ese aprendizaje.A mi todavía no me ha llegado el momento de visitar ese país llamado India, pero cuando llegue espero saber vivirlo tan bien como tu.
Ojalá María llegado el momento disfrutes de India tanto como he conseguido hacerlo yo. Un abrazo.