¿Alguna vez os habéis preguntado cómo es ser mujer en india? Os lo voy a intentar contar…
Caminan envueltas en saris de vibrantes colores, descalzas, no puedo evitar mirarlas asombrada cuando a pesar de la suciedad que pisan consiguen ser tan elegantes que ya las quisieran para sus pasarelas muchos diseñadores de prestigio. Sonríen y miran curiosas tras el velo que cubre sus cabezas a esa mujer occidental que las apunta con la cámara; primero posan con timidez y finalmente a través de gestos ellas y yo conseguimos comunicarnos, entendernos superando la distancia cultural que nos separa. A veces miran curiosas mi ropa occidental, pero cuando me atrevo a lucir un salwar kamez me observan con aprobación y comentan entre ellas haciendo con la cabeza ese gesto tan indio que parece querer decir no pero que en realidad es un “si, esto me gusta”.
Una mujer siempre da confianza a otra mujer. Nos entendemos porque a pesar de la distancia, la cultura, la fe o la educación que nos separan, tenemos motivaciones similares y formas de ver las cosas que solamente nosotras entendemos. Tanto ellas como nosotras nos afanamos por estar guapas, adornar nuestro cuerpo y maquillar nuestro rostro. La familia es importante y cualquier sacrificio que se haga por ella parece hacerse con gusto. Nos gusta charlar entre nosotras, comentar lo que llevan las demás mujeres, ir juntas de compras, pasear y reír con las cosas más sencillas.
Las mujeres de India son la nota de color en el desierto del Thar, las que caminan por esos caminos rodeados de arena llevando saris de colores imposibles y sobre sus cabezas grandes tinajas para el agua. Son las que venden flores frescas para las ofrendas en los templos. Las que trabajan los campos, los jardines, los mercados, en las obras… Son las que de sol a sol se afanan por llevar unas rupias a casa que sirvan para alimentar a su prole y sacar adelante su hogar.
Ellas tienen una vida mucho más complicada que la nuestra, desde antes de nacer tienen que luchar para venir a este mundo, esperar que nadie decida que una hija es una lacra y no una alegría. Hay niñas que lo tienen más fácil, pero otras desde pequeñas tendrán que trabajar como lo hacen su madres, tendrán que cargar leña sobre sus cabezas mientras sus hermanos están en la escuela o jugando al cricket, cuidarán de los más pequeños de la casa esperando el día en el que su matrimonio sea concertado y tengan que abandonar su casa, su familia y su vida para empezar una nueva historia en otro lugar donde muchas veces serán tratadas como criadas, buscando tan solo que tengan hijos varones que serán el sustento de padres, hermanos, hijos y nietos.
La vida para una mujer en India puede ser más sencilla en las grandes ciudades, aunque si la pobreza las persigue pueden terminar durmiendo y criando a sus hijos en cualquier calle por la que otras mujeres con más posibilidades pasaran cada día sin tan siquiera verlas, no serán nadie y seguramente a sus hijas las espere un futuro similar.
Las ciudades pequeñas siempre son más amables, pueden no tener luz o agua corriente en las casas, pero las mujeres tendrán más opciones de conseguir un techo para cobijar a su familia, podrán trabajar en los campos, podrán lavar para otros, quizás vendan fruta en algún puesto en la calle, pero casi siempre estarán dispuestas a regalar una sonrisa porque creen tener todo lo que necesitan. Y quizás sea así, quizás eso que tienen, aunque sea poco, sea suficiente para convertirlas en esos seres que parecen flotar con su ágil caminar sobre los caminos, las carreteras o los basureros.
La vida de las mujeres no es sencilla en casi ningún lugar de mundo, pero para una mujer en India es sin duda algo más complicada que para el resto. La sociedad decide siempre por ellas, trabajarán para su familia, son siempre la pieza menos importante del hogar y cuando queden viudas se les impondrá vestirse de blanco para el resto de su vida, llevando una vida piadosa y célibe, siendo muchas veces expulsadas de la casa del que fue su marido si no han tenido hijos y teniendo que vivir a partir de entonces de la caridad.
En mis viajes a India he conocido a muchas mujeres y para todas tengo buenas palabras, desde aquella que me enseñó a hacer chapatis a la que me invitó a tomar té en su casa cuando aparecí con una foto suya, sin olvidar a las que me animaron a bailar con ellas en el fuerte de Jodhpur o aquella que me regaló una guirnalda de flores a cambio de una foto. Gracias a todas, por sus sonrisas, sus gestos y su ayuda. Mis mejores deseos para todas, porque al final todas somos madres, amantes, cocineras, enfermeras, limpiadoras, maestras y un poco psicólogas. Ojalá algún día se nos respete a todas como la parte fundamental que somos para que el mundo gire y siga adelante con cierto orden. Ojalá algún día pueda escribir que ser mujer en India es bueno porque finalmente tienen voz, voto y una sonrisa constante porque nadie decide ya por ellas y por como debe ser su vida.
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3 comentarios
Enjoyed every bit of your forum post.Much thanks again. Fantastic.
IMPRESIONANTE
No se podría haber expresado mejor ?. Les has hecho toda una dedicatoria a las mujeres indias con este post.
Gracias Paola. ¡Esa era mi intención!
Un abrazo